Soldados de la Brigada 22 del Ejército ucraniano, durante la última fase de su formación, se adiestran en técnicas de combate y asalto a trincheras

Soldados de la Brigada 22 del Ejército ucraniano, durante la última fase de su formación, se adiestran en técnicas de combate y asalto a trincheras María Senovilla

Europa

"Debemos resistir hasta la primavera y luego será nuestro turno": Ucrania ya planea su contraofensiva

El jefe de la inteligencia militar ucraniana asegura que la ofensiva rusa se desinflará en dos meses, pero la falta de armamento, nuevos reclutas y estrategias novedosas preocupa.

5 febrero, 2024 02:06
Kiev

Como si de un partido de tenis se tratara, en la guerra de Ucrania los dos ejércitos en liza se alternan para lanzar ofensivas con las que ganar terreno –o recuperar el que han perdido–. Cuando un bando ataca, el otro defiende. Es una guerra clásica, de trincheras y artillería; pero también es una guerra de desgaste, que en estos momentos está poniendo a prueba la capacidad de Occidente para seguir dando soporte a Kiev.

Sin embargo, el jefe de la Inteligencia militar ucraniana, el general Kirilo Budanov, ha dado a entender que el Ejército de Kiev ya está pensando en la próxima gran contraofensiva, que podría lanzarse a partir de la primavera. Los informes de Budanov predicen que la actual ofensiva rusa –en curso desde otoño– se desinflará en dos meses, y luego será el momento para que Ucrania tome la iniciativa en el campo de batalla.

De momento, no hay ningún indicio de que las fuerzas rusas estén flaqueando: el Kremlin, además de aumentar la presión en todos los frentes de combate ucranianos, ha retomado los bombardeos sistemáticos contra ciudades –especialmente contra Jarkóv– y exhiben músculo y arsenal de misiles sin complejos.

El Ejército ucraniano necesita medio millón de nuevos reclutas en los próximos meses para poder seguir conteniendo a las tropas rusas

El Ejército ucraniano necesita medio millón de nuevos reclutas en los próximos meses para poder seguir conteniendo a las tropas rusas María Senovilla

"Pero esto no es lo que esperaban: querían llegar a la línea de contacto a lo largo del río Chorny Zherebets –en la región de Járkov– y a las fronteras administrativas de las regiones de Donetsk y Lugansk. No están cerca de lograrlo", insistía el jefe del GUR (siglas por las que se reconoce al Servicio de inteligencia militar) en una entrevista a un canal local.

Ucrania, según esta teoría, sólo debe resistir dos meses más en estas condiciones –con problemas para abastecerse de munición y de soldados profesionales– y luego podrá lanzar una ofensiva. La pregunta es, ¿tiene Ucrania capacidad para lanzar otra gran operación militar? Y llegado el caso, ¿tiene Occidente capacidad para respaldarles?

¿Occidente también resistirá?

Después de dos años enviando ayuda militar a Ucrania, los arsenales de Europa y Estados Unidos han mermado drásticamente. Pero esto no es necesariamente una mala noticia: los países occidentales han renovado sus arsenales con nuevos sistemas de armas, al mismo tiempo que enviaban otros más antiguos a Kiev.

En cualquier caso, la demanda sigue siendo alta y para mantener el compromiso de respaldar a Ucrania es necesario fabricar más. Pero producir armamento y munición al ritmo que consume Ucrania es un desafío, y el tiempo no juega a su favor.

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La Unión Europea, Alemania y Francia son los que han tomado la iniciativa en este sentido –y serán también los países que obtendrán los mayores beneficios al impulsar su industria bélica–. Y Estados Unidos, por su parte, también está aprovechando las nuevas necesidades de seguridad que han surgido internacionalmente para reactivar sus fábricas.

El problema estaría en los plazos, que hacen impensable dotar a Ucrania en dos meses de un remanente armamentístico suficiente para dar un gran golpe de efecto. Aunque los socios de Kiev se comprometieran a invertir una cantidad mucho más elevada de su PIB en ayudar a Ucrania, se necesitaría mucho más tiempo.

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¿Puede permitirse Occidente dedicar más recursos a Ucrania? En estos momentos, y por citar algunos ejemplos, España destina el 0,03% de su PIB a la asistencia a Ucrania, igual que Portugal o Italia. Alemania, un 0,47%, EEUU gasta un 0,20% y tan sólo las repúblicas Bálticas superan el 1%. A tenor de los datos, no parece que las economías de Occidente estén asfixiadas por la ayuda prestada hasta la fecha.

El vuelo de los F-16

La otra gran pregunta que cabe hacerse es con qué recursos militares cuenta Ucrania tras estos dos años de combates, y qué necesita para cambiar el curso de la guerra. Hace un año, el presidente Zelenski comenzaba a pedir aviones de combate a sus socios, asegurando que serían claves para poner la balanza a su favor en el campo de batalla.

Reclutas de la Brigada 22 del Ejército de Ucrania se adiestran cerca del frente de combate de Bakhmut antes de ser enviados a la batalla

Reclutas de la Brigada 22 del Ejército de Ucrania se adiestran cerca del frente de combate de Bakhmut antes de ser enviados a la batalla María Senovilla

Al menos una parte de esos aviones de combate, modelo F-16, ya habrían llegado a Ucrania –aunque no se sabe cuántos ni en qué parte del país están–. Pero tampoco parece realista pensar que puedan entrar en misión de combate en dos meses.

Lo cierto es que la formación que requiere un piloto de F-16 es altamente compleja, y en circunstancias normales tardan varios años en estar preparados para realizar misiones de combate. Con los futuros pilotos ucranianos, los aliados occidentales están haciendo un máster intensivo de formación, y aunque llevan meses en esta tarea, es muy probable que necesiten más tiempo.

Más sorprendente es que los 31 carros de combate M1A1 Abrams, enviados por Washington en 2023, tampoco hayan entrado en servicio. Si bien es cierto que el uso masivo de drones en el frente de combate multiplica el riesgo de sufrir pérdidas en una maniobra frontal contra las líneas rusas, también es verdad que hay otro tipo de emboscadas en las que se les podría haber dado uso.

Los tripulantes ucranianos que entrenaron con las fuerzas estadounidenses –en suelo alemán– para manejar los Abrams terminaron su formación hace meses. Sin embargo, los oficiales ucranianos están siendo más conservadores de lo esperado a la hora de ponerlos en el campo de batalla.

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Además de los 31 Abrams, Ucrania cuenta con carros de fabricación alemana Leopard 2 –de los cuales España envió 10 unidades– y los británicos Challenger 2. Cabe pensar si no es un número excesivo de referencias, y requieran más esfuerzos de lo previsto para poder integrar en un ejército pertrechado con medios soviéticos todos estos diferentes tipos de armamento moderno.

Más de 700 días en las trincheras

En este tiempo en que las tropas de Kiev llevan resistiendo –contra todo pronóstico– las embestidas del Ejército ruso, las Fuerzas Armadas ucranianas han cambiado mucho. Dos años de aprendizaje forzoso entre la sangre y el barro que cubre los frentes de combate terminan por curtir al más novato.

Recluta de la Brigada 22 del Ejército de Ucrania durante la fase de formación, cerca del frente de combate de Bakhmut

Recluta de la Brigada 22 del Ejército de Ucrania durante la fase de formación, cerca del frente de combate de Bakhmut María Senovilla

Cuando comenzó la invasión a gran escala, nadie daba un duro por el Ejército ucraniano. Su comandante en jefe, Valery Zaluzhnyi, fue uno de los pocos generales que alzó la voz para decir que podían resistir el envite del Kremlin y que no conquistarían Kiev en tres días –como prometió Putin–.

Ahora nadie duda de la capacidad de resistencia y de la valentía del pueblo ucraniano en general, y de sus soldados en particular. Pero si no quieren que el conflicto se estanque durante los próximos años, instalado como está en una guerra de trincheras, se necesitan nuevos hitos.

Empezando por el de movilizar a 500.000 nuevos reclutas, una medida que podría tener un gran coste político para el presidente Zelenski, y que las autoridades aún no han explicado al detalle –por lo que la incertidumbre de los ciudadanos en edad de combatir crece por momentos–, pero que parece necesaria para dar ese nuevo impulso que ahora necesita el Ejército.

Si consiguen incrementar el número de soldados, modernizar su formación para integrar los sistemas de armas occidentales y recolectar una cantidad razonable de medios bélicos, Ucrania podría volver a sorprender al mundo –como hizo con la contraofensiva de Járkov en otoño de 2022–. Pero nada indica que eso sea posible en dos meses.