Vladimir Putin escucha las explicaciones de Alexander Potapov, CEO de la planta de producción militar de Uralvagonzavod.

Vladimir Putin escucha las explicaciones de Alexander Potapov, CEO de la planta de producción militar de Uralvagonzavod. Reuters

Europa

Qué sabemos (y qué no) del arma nuclear espacial que Rusia desarrolla en secreto según EEUU

John Kirby ha confirmado el desarrollo de una tecnología antisatélites rusa, pero defiende que "no existe una amenaza inmediata para la seguridad".  

16 febrero, 2024 02:26

"Hemos recibido información sobre una amenaza seria para la seguridad nacional" relacionada con "una capacidad extranjera desestabilizadora". Críptico e inquietante, el comunicado que el jefe del Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, el republicano Mike Turner, envió la mañana del miércoles a sus compañeros del Congreso pilló a todo el mundo por sorpresa. En su carta, Turner no aclaraba de qué tipo de amenaza o de potencial agresor se trataba, pero aseguraba que la situación era de tal gravedad que el presidente Joe Biden debía desclasificar "toda la información" al respecto.

En cuestión de minutos, medios de comunicación estadounidenses como la ABC News o la CNN comenzaron a ofrecer detalles. Ambas cadenas citaban fuentes anónimas de la Administración y coincidían en que la amenaza tendría que ver con un arma nuclear antisatélite que Rusia estaría tratando de desarrollar en el espacio, que aún no está en órbita. La filtración causó tanto revuelo que el presidente del Senado, el también republicano Mike Johnson, tuvo que hacer un llamamiento a la calma. "No hay necesidad para la alarma pública", dijo.

Un día más tarde, la Casa Blanca ha confirmado que esa "grave amenaza" a la que aludía Turner "se trata de una tecnología antisatélites que Rusia está desarrollando". Así lo ha declarado el portavoz John Kirby en rueda de prensa, aunque ha intentado calmar el ambiente afirmando que ese tipo de armamento es "preocupante", pero "no existe una amenaza inmediata para la seguridad de nadie".

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"No estamos hablando de un arma que pueda ser utilizada para atacar a seres humanos o para causar una destrucción física aquí en la Tierra. Dicho esto, hemos estado siguiendo de cerca esta actividad rusa y vamos a seguir tomándonos esto de manera muy seria", ha aseverado el portavoz, quien ha indicado que este tipo de armamento "no está activo" actualmente ni se ha desplegado en el espacio.

Kirby ha evitado aclarar si se trata de un tipo de armamento que incluya capacidad nuclear y lo cierto es que, oficialmente, no se sabe la naturaleza exacta del arma rusa. Pero eso es lo de menos: que Rusia pueda poner en órbita un arma capaz de cegar a otros satélites es un serio peligro para Estados Unidos y, también para Europa. Entre otras cosas porque podría utilizarse para destruir las comunicaciones y llevar a cabo operaciones de vigilancia, inteligencia y control militar desde el espacio. Pero sobre todo porque, según ha apuntado un exfuncionario a The New York Times (NYT), EEUU (y prácticamente ningún país) no tiene la capacidad de contrarrestar un arma de ese estilo para defender sus sistemas satelitales. 

En realidad, el Tratado sobre el espacio ultraterrestre, ratificado en 1967 por 110 países (entre ellos la Unión Soviética y EEUU) prohíbe a los Estados parte colocar armas nucleares o cualquier otra de destrucción masiva en el espacio exterior. Y es cierto que Rusia ha abandonado o suspendido gran parte de los pactos internacionales de control de armas procedentes de la Guerra Fría (como el Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares o el Tratado de Reducción de Armas Estratégicas, conocido como Nuevo START), por lo que no sería de extrañar que haya decidido romper en secreto con este compromiso.

De hecho, en su Estrategia de Seguridad Nacional, Washington considera a Rusia y China como sus mayores competidores y apunta que ambos están desarrollando una gama de nuevos sistemas de armas, incluidas capacidades nucleares, cibernéticas y espaciales, recoge Reuters.

Vladímir Putin, presidente de Rusia, en una reunión.

Vladímir Putin, presidente de Rusia, en una reunión. Reuters

A pesar de ello, son numerosos los analistas y funcionarios que creen que Moscú no va a desplegar esa arma secreta pronto y que, por lo tanto, no representa un peligro inminente. El propio Antony Blinken, el Secretario de Estado de EEUU, ha señalado este jueves que "no se trata de una capacidad activa". Paralelamente, el asesor del Consejo de Seguridad Nacional, Jake Sullivan, se ha reunido con lo que se conoce como la "banda de los ochos", compuesta por los miembros más poderosos del Congreso -es decir, aquellos que tienen acceso a la información de inteligencia más reservada- para hablar sobre el tema. 

Los motivos de Turner

Estas informaciones llegan en una semana caótica para el Congreso de Estados Unidos. Sin ir más lejos, el miércoles, los legisladores republicanos iniciaron en la Cámara de Representantes un proceso de juicio político (impeachment) contra el secretario de Seguridad Nacional, Alejandro Mayorkas, por presunta dejación de funciones en su gestión de la frontera de México. Salvo sorpresa, el proceso morirá en el Senado, institución que controla el Partido Demócrata, pero los conservadores ya han conseguido lo que querían: ruido. Y es que se trata del primer proceso de destitución de un miembro de un gabinete presidencial en casi 150 años. 

Además, estos días, el ala dura republicana ha vuelto a hacer fracasar en el Congreso la nueva financiación a Ucrania, Israel y Taiwán, y también la reforma migratoria. Y hay quien sostiene que Mike Turner ha decidido airear ahora la información sobre el nuevo supuesto armamento nuclear ruso para desviar la atención de estos fracasos legislativos.

Algunos funcionarios, sin embargo, han declarado al NYT que Turner está aprovechándose de más de la información de inteligencia a la que tiene acceso para presionar a la Cámara de Representantes a aceptar el paquete de 61.000 millones de ayuda militar que el Senado ya ha aprobado. A diferencia de la mayoría de los conservadores, Turner se ha erigido como un firme defensor de seguir financiando y armando a Kiev.