Berlín

"Informe sobre el análisis de riesgo para la protección civil 2023". El nombre del documento que el Gobierno alemán presentaba hace unos días en el Bundestag puede parecer burocrático y aburrido, pero tras ese título se esconde la reacción de una nación como Alemania ante uno de los peores – sino el peor – de los escenarios que puede vivir un país. A saber, el de una guerra de agresión por tierra, mar y aire como el que sufre Ucrania desde 2022.

El documento en cuestión tiene el foco puesto en la protección civil, un aspecto que hasta ahora no ha gozado de tanta atención en el debate público cuando se habla de la amenaza que ha pasado a representar Rusia desde que invadió el país de Volodímir Zelenski.

Ahora el canciller alemán Olaf Scholz quiere llevar la voz cantante a la hora de apoyar a Ucrania pues, después de Estados Unidos, Alemania es la nación que más ayuda militar ha enviado a los ucranianos. Sin embargo, el país de Scholz viene de una situación de notable desarme. Del Ejército alemán sus mandos decían que estaba "desnudo" cuando tenían lugar las primeras operaciones de la invasión de Rusia contra Ucrania.

Ante esto, parte de la reacción del Gobierno de Scholz ha sido hablar de "Zeitwende" - o "era de cambio" -, de llevar desde este 2024 al 2% del PIB el gasto en defensa o la creación de un fondo de 100.000 millones de euros para el rearme alemán. Paralelamente, el país se ha dotado de nueva "Estrategia de Seguridad Nacional", un documento en el que Rusia ya aparece como "la mayor amenaza para la paz y la seguridad del espacio europeo".

En este contexto, no extraña que cuando en el Gobierno alemán piensan en proteger a su población de una amenaza externa, hayan elegido lo que se parece mucho a una eventual invasión rusa como escenario en el último "Informe sobre el análisis de riesgo para la protección civil 2023".

"La guerra de agresión de Rusia contra Ucrania ha demostrado que la guerra moderna se basa potencialmente en una combinación de operaciones militares tradicionales, donde hay uso de armas convencionales y no convencionales, junto a otros medios de ataque como los ciberataques, las campañas de desinformación o los actos de sabotaje", se lee en el documento del Gobierno alemán.

Esas agresiones combinadas es lo que el texto describe como "guerra híbrida", una forma de hostilidades que conocen bien en Ucrania. El país de Zelenski sufrió, antes de la invasión, una "guerra híbrida" desde que en 2014 Moscú decidiera anexionarse ilegalmente la península ucraniana de Crimea y apoyar a los separatistas pro-rusos de Ucrania.

Un escenario de guerra en cuatro fases

Con ese ejemplo a la vista, creen en el Gobierno alemán que la protección de la población civil, frente a una agresión rusa, habría que prepararla, básicamente, en función de cuatro fases.

Ese es el escenario del "Informe sobre el análisis de riesgo para la protección civil 2023", documento de trece páginas que distingue en la fase de amenazas "híbridas", la de "despliegue militar" en las fronteras exteriores de la OTAN, otra de "defensa de la alianza con transición a la defensa nacional" y una última donde el enfrentamiento contra el agresor tiene lugar en el territorio patrio alemán.

En resumen, esas cuatro fases componen "el escenario de guerra que manejan Scholz y compañía ante un posible ataque ruso en cuatro fases", según ha descrito el documento el diario Bild, el periódico más leído de Alemania.

En la primera fase, que podría durar "varios años", según el documento gubernamental, el enemigo tendría el foco puesto en campañas de desinformación, espionaje, ciberataques, sabotaje, instalaciones de defensa e infraestructuras críticas.

Hay quien pudiera ver ecos de esto en la actual situación que vive Alemania, después de que se supiera que varios altos cargos militares fueron escuchados en una reunión virtual por participantes rusos que se colaron en dicho encuentro, en el que se habló entre otras cosas, de la posible entrega a Ucrania de misiles de crucero Taurus, de fabricación germano-sueca. El ministro de Defensa, el socialdemócrata Boris Pistorius se ha referido a esta situación como un "ataque híbrido ruso de desinformación".

Despliegue de la OTAN como disuasión

La segunda fase del ataque que prevén en el Gobierno alemán plantea "el despliegue militar del agresor en las fronteras orientales de la zona de la alianza de la OTAN y, en respuesta, un despliegue de fuerzas de la OTAN como medida disuasoria". La duración de esta fase sería de "varios meses", según se lee en el documento gubernamental alemán.

Esa descripción está en línea con la realidad del terreno del este europeo, región continental donde la Alianza Atlántica lleva desde 2016 reforzando su presencia. Cuentas del portal de estadística alemán Statista cifran en unos 25.000 el número de soldados OTAN distribuidos en batallones alojados en los ocho países del flanco este europeo. A saber, Polonia, Rumanía, Bulgaria, Hungría, Eslovaquia y los países bálticos (Lituania, Letonia y Estonia)

Durante "un año" se desarrollaría la tercera fase de la agresión en la que piensan en el Gobierno alemán. En ella, el agresor atacaría la frontera de los países de la OTAN con "medios militares convencionales y no convencionales". Estas operaciones ya empezarían a tener también como objetivo el suelo de Alemania, país donde se notarían a esas alturas dificultades en la comunicación vía satélite además de sufrir prácticas propias de "guerra híbrida".

Cuarta fase: la 'defensa del país'

Para el Gobierno alemán, un eventual ataque contra una país miembro de la OTAN es un "escenario plausible", se lee en el reciente documento gubernamental. No en vano, la inteligencia militar alemana se plantea que un nuevo ataque ruso contra Occidente podría producirse en un espacio de tiempo que iría entre los próximos cinco y ocho años. En los países bálticos dan por hecho que Moscú se está preparando para otro conflicto bélico con Occidente.

Para el Gobierno alemán, también forma parte de los escenarios de conflicto que imagina el que un conflicto contra Occidente derive en la de "defensa del territorio del país", algo que iría asociado a la expansión de la guerra a nivel global. Esta fase es lo más parecido a la Tercera Guerra Mundial que hay en el documento del Gobierno alemán. La cuarta es una fase que sólo termina, como pronto, "tras varios meses de alto al fuego negociado", se lee en el documento del Ejecutivo germano.

En él también se plantean la posibilidad que militares y población civil se vean afectados por el uso de bombas atómicas tácticas, armas biológicas y químicas o el uso de ataques de pulso electromagnético para destruir equipos eléctricos y electrónicos. Pensando en los escenarios y la respuesta que han de dar las autoridades, el Gobierno alemán parece estar preparándose para lo peor.

La idea en Berlín es, en cualquier caso, mejorar la capacidad de respuesta ante las múltiples amenazas que parece representar hoy día la Rusia de Vladimir Putin.