Rusia intentó aparentar este sábado normalidad en la segunda jornada de las elecciones presidenciales, en las que ya ha votado más de la mitad de los electores llamados a las urnas, pese a los nuevos intentos de Ucrania de desestabilizar la situación en la frontera y una oleada de ciberataques.

Sin observadores occidentales y sin apenas oposición, el Kremlin parece tener prisa por garantizar una participación que legitime la más que posible reelección de Vladímir Putin.

La Comisión Electoral Central (CEC) aseguró que los comicios transcurren con absoluta normalidad a lo largo de los once husos horarios de Rusia, desde el extremo oriente a la costa báltica.

Rusia: unas presidenciales sin alternativa a Putin.

Si en la primera jornada votó más de un tercio de electorado, en la segunda la participación rebasó el 50 % de los 112 millones de votantes.

El director del Centro de Estudio de la Opinión Pública, Valeri Fédorov, admitió a la agencia TASS que no esperaba una participación tan alta, aunque destacó que la mayoría de votantes fueron gente adulta, ya que los jóvenes apenas acudieron a los colegios.

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La oposición en el exilio y observadores independientes han denunciado el empleo masivo del recurso administrativo al obligar a votar en masa a muchos de los empleados del sector público, granero electoral de Putin.

Además, más de seis millones de rusos, entre ellos el propio Putin, ejercieron su derecho al sufragio de manera electrónica, un instrumento de fraude, según la oposición.

Segunda jornada de las elecciones presidenciales rusas.

La interferencia ucraniana

Tras acusar Putin este viernes a Kiev de intentar frustrar su reelección, Rusia rechazó este sábado otras dos incursiones fronterizas por parte del ejército ucraniano, que también provocó con un dron un incendio en una refinería de la petrolera Rosneft en la región de Samara.

Según informó el Ministerio de Defensa ruso, unidades de saboteadores ucranianos intentaron entrar en la región Bélgorod, la más castigada desde el comienzo de la guerra, desde la zona ucraniana de Sumi. Como resultado, el ejército enemigo habría perdido hasta 30 hombres, tres tanques y dos lanzaderas de misiles Vampire y Grad.

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Además, al menos dos personas murieron este sábado en Bélgorod en un nuevo ataque de la artillería ucraniana, según informó el gobernador, Viacheslav Gladkov, a lo que hay que sumar los tres fallecidos el viernes.

También se produjo una oleada de ataques cibernéticos "sin precedentes" -178.000, según la CEC- protagonizados por piratas informáticos desde Ucrania, Europa occidental y Norteamérica, según la compañía de ciberseguridad Solar.

Especialistas cibernéticos de la inteligencia militar ucraniana (GUR) jaquearon el sistema informático de servicios públicos de Rusia, donde se realiza el voto electrónico, según informó la agencia Ukrinform.

Voto de protesta este domingo

Mientras, la oposición al Kremlin mantiene en pie su convocatoria "Mediodía sin Putin", que consiste en acudir este domingo a las 12 de la mañana a la puerta de los colegios electorales para mostrar su repulsa al presidente ruso, acción que fue apoyada antes de morir por el líder opositor Alexéi Navalni y ahora por su viuda, Yulia.

En un intento de frustrar sus planes, la Fiscalía rusa repitió este sábado por tercera vez su advertencia de que convocar o participar en esas acciones puede acarrear penas de cárcel por obstruir el proceso electoral.

Además, según la prensa independiente, muchos moscovitas han recibido en sus teléfonos mensajes en los que, al tiempo que se les acusa de apoyar ideas extremistas, se les anima a votar "sin colas ni provocaciones".

Con todo, los opositores y la prensa libre llaman a no tener miedo a la policía, ya que esperar a varios metros de la puerta de un colegio no es motivo para la detención, con el fin de demostrar que son muchos los que se oponen a la deriva militarista del país.

La oposición también propone como alternativa estropear la papeleta -para lo que recomienda firmar en las cuatro casillas o tachar el boleto para impedir el fraude- o votar por el candidato de Gente Nueva, Vladislav Davankov, que tiene una postura ambigua sobre la guerra.