El ataque en la sala de conciertos Crocus City Hall de Moscú el viernes pasado, catalogado como el más letal reivindicado por el Estado Islámico en suelo europeo, ha encendido todas las alarmas en las capitales del Viejo Continente. Según los especialistas en contraterrorismo, este atentado podría envalentonar al grupo terrorista a intensificar sus acciones en Europa, especialmente en Francia, Bélgica, Reino Unido y otros países que han experimentado ataques intermitentes en la última década.
El país galo, que ha sido uno de los principales blancos del grupo terrorista en años recientes, ha elevado su nivel de alerta terrorista al máximo, a solo cuatro meses de los Juegos Olímpicos en París. El presidente Emmanuel Macron declaró el lunes que el Estado Islámico de Jorasán, la rama local del EI que se atribuyó la autoría de la masacre de la capital rusa en la que murieron 137 personas, ha estado en varias tentativas de atentados en suelo francés en los últimos meses. Por el momento, las autoridades francesas han puesto en alerta a 4.000 militares, que podrían ser movilizados junto a los 3.000 que ya patrullan las calles.
Italia ha adoptado una medida similar en respuesta a la llegada de la Semana Santa. El Ministerio del Interior anunció el lunes un refuerzo en las medidas de vigilancia, con un enfoque especial en lugares de alta concentración como sitios religiosos como San Pedro y la sinagoga, así como en "objetivos sensibles" como las principales estaciones de tren, el metro y los aeropuertos.
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La metamorfosis del EI
Durante muchos años, el Estado Islámico sembró el terror en todo el mundo. En su apogeo, el grupo llegó a controlar hasta un tercio de Siria y el 40% de Irak, donde se autoproclamó un Califato. Sin embargo, los esfuerzos internacionales consiguieron contener su expansión. Para finales de 2017, había perdido ya el 95% de su territorio y, en 2019, una milicia kurda y árabe respaldada por Estados Unidos consiguió expulsar a los combatientes del EI del último reducto de territorio del grupo al este de Siria.
Desde entonces, lejos de desaparecer, la organización ha evolucionado hacia un grupo terrorista más convencional, desplegando una red clandestina de células que operan desde África Occidental hasta el Sudeste Asiático, llevando a cabo ataques de guerrilla, actos de terror con bombas y ejecuciones selectivas. “La amenaza del ISIS sigue siendo una preocupación significativa contra el terrorismo”, afirmó este mes Avril Haines, directora de inteligencia nacional de EEUU, en unas declaraciones recogidas por el New York Times.
El Estado Islámico de Jorasán irrumpió con fuerza en la escena yihadista internacional tras su fundación en 2015 por miembros descontentos de los talibanes pakistaníes. Desde entonces, se ha convertido en una de las más letales del mundo y se ha ganado una reputación por su brutalidad. Sin embargo, desde su punto álgido en 2018, ha visto disminuir el número de sus miembros por los ataques de los talibanes afganos y de Estados Unidos.
A pesar de ello, Washington aún considera que el grupo es una amenaza considerable. El general Michael Kurilla, comandante del Mando Central de Estados Unidos (CENTCOM), señaló al Congreso en marzo que el grupo estaba desarrollando rápidamente la capacidad de llevar a cabo “operaciones externas” en Europa y Asia. Además, predijo que sería capaz de atacar intereses estadounidenses y occidentales fuera de Afganistán “en tan sólo seis meses y con poca o ninguna advertencia”.
Una amenaza creciente
Hasta tiempos recientes, las autoridades antiterroristas europeas han conseguido desactivar varias células que pretendían atentar en suelo europeo. Alemania, por ejemplo, ha detenido a una decena de personas vinculadas a la organización en el último año. "Hasta ahora, el Estado Islámico de Jorasán ha recurrido principalmente a agentes sin experiencia en Europa para intentar cometer atentados en su nombre", declaró Christine S. Abizaid, directora del Centro Nacional Antiterrorista, ante un comité de la Cámara de Representantes en noviembre.
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No obstante, existen indicios de que la organización está ganando una creciente complejidad. Los atentados en Moscú e Irán —en enero, dos atentados en una ceremonia conmemorativa del general iraní Qassim Suleimani dejó decenas de muertos y centenares de heridos— muestran una mayor sofisticación en el modus operandi del grupo, lo que sugiere un mayor nivel de planificación y la capacidad de aprovechar las redes extremistas locales.
Según afirmó un alto funcionario de los servicios de inteligencia occidentales al Times, existen tres factores principales que podrían inspirar al Estado Islámico de Jorasán a atentar: la existencia de células latentes en Europa, las imágenes de la guerra en Gaza y el apoyo de personas de habla rusa que viven en Europa. Además, la celebración de un gran evento como los Juegos Olímpicos en París podría ser, según los analistas, un gran objetivo para los grupos terroristas.
En diciembre, tras el ataque en el que murió un turista alemán, Macron aseguró que Francia estaría preparada para un traslado de la ceremonia de apertura de los JJOO. “Estás a 15 días de los Juegos Olímpicos. Tienes una serie de ataques terroristas. ¿Qué se hace? Pues no organizar [una ceremonia] en el Sena", aseguró en una entrevista a France 5. “Hay que estar preparado para todo”.