El papa Francisco ha continuado este viernes oficiando los ritos de la Semana Santa, a pesar de sus problemas de movilidad que le han obligado a entrar en silla de ruedas en la Basílica de San Pedro. La salud también le ha impedido presidir el Via Crucis. Entre los mensajes que ha lanzado durante el Viernes Santo y que escribió para el Via Crucis de última hora del día se encuentran sus llamadas contra la guerra, la violencia contra las mujeres, el victimismo o la sensibilidad hacia la inmigración.
Bergoglio, que cumplió en diciembre 87 años, ha evitado postrarse en el suelo de la basílica de San Pedro durante la ceremonia de la Vigilia Pascual. Desde 2022, el papa no ha realizado este gesto impedido por una dolorosa gonalgia provocada a su vez por una artrosis.
Así, el sumo pontífice presidió en silencio el rito por la Pasión de Cristo vestido con los paramentos rojos y sin el anillo del Pescador, símbolo del poder papal y que este día los papas se quitan en señal de duelo.
Tras su entrada en la basílica, sin coros, oró en silencio ante el Altar de la Confesión, sobre la tumba de san Pedro, frente a un crucifijo cubierto por una tela púrpura (este año el baldaquino de Bernini estuvo tapado por andamios por su restauración).
Acto seguido tres diáconos entonaron los pasajes de la Pasión de Cristo según san Juan, desde el arresto de Jesús de Nazaret hasta su muerte crucificado y su entierro en el Sepulcro.
Después, el predicador de la Casa Pontificia, el cardenal Raniero Cantalamessa, pronunció una profunda reflexión sobre el poder del gesto de Jesús, destacando su humildad: "¡Qué lección para nosotros que, más o menos conscientemente, siempre queremos destellar! ¡Qué lección especialmente para los poderosos de la tierra! Para aquellos entre ellos que no piensan ni remotamente en servir, sino sólo en el poder por el poder", criticó el capuchino.
El rito fue seguido por 4.500 fieles en la nave central del templo y por numerosos prelados de la Curia Romana, decenas de purpurados y obispos, según informa Efe.
Via Crucis de su puño y letra
Se preveía que esta noche el papa presidieera el tradicional Via Crucis, la representación del camino de Jesús a la Cruz, desde las 21:15 hora local (20:15 GMT) en el Coliseo Romano, símbolo de la persecución de los primeros cristianos. Sin embargo, finalmente no lo ha hecho para preservar su salud, según ha informado el Vaticano. Será su segundo año consecutivo ausente de este significativo evento, después de que en 2023 se ausentase para recuperarse de la bronquitis que le obligó a ser hospitalizado.
Para la ocasión había escrito por primera vez las meditaciones que se leen en cada estación del Via Crucis y en las que describe un mundo donde reina "la locura de la guerra", "la violencia contra las mujeres" y en el que "basta un teclado para escribir sentencias".
En las catorce estaciones del Via Crucis, el papa establece un diálogo con Jesús con interrogantes, reflexiones y ruegos ante las experiencias de todos los días como cuando "vivimos dolores, decepciones, heridas, fracasos y cruces que también nosotros llevamos" pero a veces sólo "nos hundimos en el victimismo".
Francisco asegura en sus reflexiones que la "infamia y el desprecio", que sufrió Jesús, es algo que sucede hoy en día cuando "un teclado basta para insultar y publicar sentencias".
También medita sobre "cuando volvemos a caer en nuestros errores y pecados cuando nos escandalizamos de los demás y luego nos damos cuenta de que no somos diferentes".
En la octava estación cuando 'Jesús se encuentra con las mujeres de Jerusalén' para Francisco es la oportunidad de instar a "reconocer la grandeza de las mujeres, las que en Pascua te fueron fieles y no te abandonaron, las que aún hoy siguen siendo descartadas, sufriendo ultrajes y violencia".
Y en este momento, el papa también reflexiona sobre "si lloramos ante la locura de la guerra, ante los rostros de los niños que ya no saben sonreír, ante sus madres que los ven desnutridos y hambrientos sin tener siquiera más lágrimas que derramar". "Tú, Jesús, has llorado por Jerusalén, has llorado por la dureza de nuestros corazones", agrega.
Cuando Jesús es bajado de la cruz y entregado a María, el papa observa que "vivimos en un tiempo despiadado y necesitamos compasión".
En su oración final, el papa pide que este momento sirva para abrazar "a los hermanos y hermanas de tantas partes del mundo que sufren persecución a causa de tu nombre; a los que padecen la tragedia de la guerra y a los que, sacando fuerzas de ti, cargan con pesadas cruces".
"Jesús, juez santo que me llamarás por mi nombre, líbrame de juicios temerarios, chismes y palabras violentas y ofensivas", ruega para finalizar.