A escasas horas del inicio de campaña para elecciones europeas del 9 de junio, las fuerzas de derecha radical y de ultraderecha -que cotizan al alza en todas las encuestas- se afanan por reconfigurar sus alianzas en la Unión Europea con el fin de traducir su subida en votos en un mayor peso político. Una influencia muy menguada en la pasada legislatura precisamente por sus divisiones internas.
En la actualidad, las fuerzas de derecha radical militan en tres grupos políticos distintos en la Eurocámara. Por un lado están los Conservadores y Reformistas Europeos, líderados por los Hermanos de Italia de Giorgia Meloni, los polacos de Ley y Justicia y también Vox.
El otro gran grupo ultra en el Parlamento Europeo es Identidad y Democracia, la casa de la Reagrupación Nacional de Marine Le Pen; la Liga de Matteo Salvini; el PVV de Geert Wilders y Alternativa por Alemania (AfD). En tercer lugar, el Fidesz de Viktor Orbán figura en el grupo de los No Inscritos desde su traumática salida del Partido Popular Europeo.
La primera señal de esta reestructuración en el seno de la derecha radical europea fue la presencia de Le Pen en la reunión organizada por Santiago Abascal en Madrid el pasado domingo. Una intervención que causó sorpresa por tratarse de la líder de un grupo rival de Vox en la Eurocámara. Menos extrañeza provocó el mensaje en vídeo que mandó Orbán, que aspira a entrar en los Conservadores y Reformistas Europeos tras las elecciones. Meloni dio su discurso por videoconferencia.
Pero el auténtico terremoto político se ha producido al anunciar Le Pen que no piensa seguir compartiendo grupo político en la Eurocámara con Alternativa por Alemania, pese a que este partido ultra figura en segunda posición (por detrás de los democristianos) en todas las encuestas y aportará un gran número de diputados.
"La AfD va de provocación en provocación. Hemos contemporizado, yo he tenido ocasión de marcar distancias y ahora ya no es el momento de marcar distancias: es tiempo de constatar la ruptura con este movimiento, en el que nadie está al mando y que manifiestamente sufre la influencia de grupúsculos radicales en su seno", ha dicho este miércoles la líder de Reagrupación Nacional en una entrevista en la radio Europe 1.
Desde la Liga aseguran que Salvini y Le Pen están perfectamente alineados y coinciden en la decisión de dejar de compartir grupo político en la Eurocámara con Alternativa por Alemania. Un movimiento que se produce después de que el cabeza de lista de este partido a las europeas, Maximilian Krah, afirmara en una entrevista: "Nunca diría que alguien que vistió un uniforme de las SS (en la Alemania nazi) era automáticamente un criminal".
Tras la polvareda desencadenada por sus palabras, el candidato ha anunciado este miércoles que deja la dirección de la AfD y que no participará en la campaña. Antes de sus declaraciones sobre las SS, Krah ya fue protagonista de las noticias por la detención de uno de sus asistentes, acusado de espiar para China. El número dos de la AfD para las europeas, Petr Bystron, está siendo investigado por su supuesta implicación en una red de influencia financiada por Rusia.
Con todos estos problemas, Alternativa por Alemania se ha convertido en un partido tóxico incluso para las fuerzas de derecha radical. Sobre todo en un momento en el que la estrategia de estas formaciones pasa por ofrecer una imagen de moderación con el fin de ampliar su base política, siguiendo el ejemplo de Meloni en Italia.
En su entrevista en Europe 1, Le Pen niega estar enfrentada a Meloni y apunta a esta posible reconfiguración de alianzas en la UE tras las elecciones del 9 de junio. "No hay una guerra de grupos, estamos llevando a cabo una reflexión sobre cómo podemos hacer cambiar la mayoría en el seno del Parlamento Europeo".
"Aunque tenemos diferencias -hay que recordar que el lema de la UE es unidos en la diversidad-, podemos estar unidos sobre algunos temas: unidos en el control de las fronteras, unidos en la voluntad de seguir siendo soberanos, unidos en la defensa del derecho de veto de las naciones", alega la presidenta de Reagrupación Nacional.
El gran sueño de las fuerzas ultras desde hace varias legislaturas es formar un único gran grupo en la Eurocámara que sea decisivo en la política europea. Pero siempre han fracasado por sus profundas diferencias internas en cuestiones como la posición hacia Rusia o la política económica y también por rencillas personales.
Otro factor que complica la reunificación es la presencia en los diferentes grupos de partidos rivales a nivel nacional: mientras que Le Pen, Salvini y el flamenco Vlaams Belang están en Identidad y Democracia; Renacimiento de Éric Zemmour, Meloni y la Nueva Alianza Flamenca pertenecen a los Conservadores y Reformistas Europeos.
"Si bien una subida electoral de la extrema derecha parece segura en junio, políticamente podría convertirse en una victoria pírrica si los partidos siguen tan divididos", escribe Cas Mudde, profesor de Políticas y uno de los mayores expertos en populismo y derecha radical.