Clasificarse para la Eurocopa 2024 ha sido un hito para muchas de las selecciones que han jugado este verano en Alemania. Para la mayoría de aficionados, es un motivo de orgullo nacional. El problema llega cuando este orgullo nacional colisiona con el de tu país vecino. Y, cuando tanto tú como tu vecino os clasificáis, el resultado es exactamente el zafarrancho que han montado las selecciones de algunos países balcánicos en la edición de este año.
Ahora que todas las selecciones de este rincón de Europa están eliminadas —todas menos la de Eslovenia, cuya afición no ha demostrado ser muy combativa en lo político—, es menester hacer un balance del espectáculo interbalcánico de este año. ¿Por qué en 2024, casi tres décadas después de la desintegración de Yugoslavia, han estallado las rencillas entre sus exrepúblicas? La respuesta es bien simple: esta ha sido la primera ocasión en la que Serbia, Albania y Croacia participan a la vez en la final de la competición.
Aunque ni Grecia, ni Macedonia del Norte ni Kosovo se han clasificado este año, esta última, una república de mayoría albanesa que se independizó de Serbia en 2008, ha levantado verdaderas pasiones. En el Serbia-Inglaterra del 16 de junio, que quedó en victoria inglesa, el periodista kosovar Arlind Sadiku hizo el gesto del águila bicéfala —símbolo nacional de Albania y reivindicado por los albanokosovares— a los aficionados serbios durante una retransmisión en directo. La UEFA prohibió a Sadiku seguir cubriendo la Eurocopa, y le retiró la acreditación.
La gran batalla se dio en el Croacia-Albania del 19 de junio, que acabó con un empate a dos en fases de grupo. Lo irónico es que los enfrentamientos no se dieron entre las aficiones de las selecciones que jugaban: los hinchas croatas y albaneses se unieron en el estadio de Hamburgo para corear al unísono un rotundo "Matad a los serbios", un grito popular en distintas sociedades balcánicas durante los horrores de las guerras de los años noventa.
Aunque la afición de Belgrado aportó su leña al fuego, con mapas que incluían a Kosovo en su territorio nacional y lemas irredentistas como "Kosovo es el corazón de Serbia", los cánticos del Croacia-Albania bastaron para que la selección serbia amenazara con abandonar el torneo. La UEFA multó entonces a la federación albanesa de fútbol, que rogó encarecidamente a los aficionados que se comportaran y no mancillaran la segunda participación de su equipo.
Pero los hinchas del país del águila negra no sólo dirigieron sus rimas a los serbios. Al final del partido contra Croacia, el delantero albanés Mirlind Daku se dejó llevar y utilizó un micrófono para gritar: "¡Puta Macedonia [del Norte]!". El rugido le costó a Daku una sanción de inhabilitación para los dos partidos siguientes, siendo uno de ellos el Albania-España que acabó con la eliminación de Tirana el lunes pasado. El equipo ruso FC Rubin Kazán, en el que juega, anunció en un comunicado oficial que se aplicarán "sanciones disciplinarias y financieras" a Daku.
Albania se ha convertido en el país más multado de la Eurocopa 2024, con 171.375 euros en sanciones por incidentes en solo tres partidos. Antes del partido contra Italia del 15 de julio, en el que los azules ganaron con dos goles contra uno, un grupo de hinchas albaneses rompió irónicamente kilos de espaguetis delante de aficionados italianos en las calles de Dortmund. Sólo por el partido contra España, la UEFA multó a Tirana con 86.500 euros por las acciones de sus aficionados: 25.000 por emitir mensajes inapropiados para un evento deportivo, 45.000 por lanzar objetos, 8.500 por encender fuegos artificiales y 8.000 por la aparición de espontáneos en el campo.
A Albania le sigue Croacia. Nikola Kovacic, un aficionado croata de 47 años que siguió a su selección desde Alemania con sus hijos, declara: "Esto es una vergüenza para nosotros en el año 2024, cuando queremos mostrar nuestra mejor cara al mundo, que somos sociedades modernas que forman parte de la familia internacional. Muchos de nuestros jugadores ni siquiera habían nacido durante todos estos problemas. Me avergüenzo cuando oigo algunas de las canciones que cantan. Les tapo los oídos a mis hijos. Somos mejores que esto", contaba a Reuters.
Las rencillas interétnicas en los Balcanes llevan mucho tiempo impregnando el fútbol, desde que en 1990 unos sonados disturbios entre seguidores del Dinamo de Zagreb y el Estrella Roja de Belgrado hirieran a decenas de personas y, según algunos testimonios, fueran uno de los detonantes de la guerra. Entre otros innumerables incidentes, un partido de clasificación para la Eurocopa 2016 entre Serbia y Albania se suspendió después de que un dron sobrevolara con una bandera que mostraba una Gran Albania irredentista, lo que desencadenó una reyerta entre jugadores.
En el Mundial de 2018, los suizos Granit Xhaka y Xherdan Shaqiri, ambos con raíces albanesas y kosovares, fueron multados por celebrar sus goles imitando a águilas. Y en la Eurocopa 2020, el delantero austriaco Marko Arnautovic, de raíces serbias, fue sancionado con un partido tras una provocadora celebración de un gol contra Macedonia del Norte.