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Inmigración, economía y servicios públicos: el plan de Keir Starmer para un Reino Unido laborista

En su primer discurso como ganador de las elecciones, el laborista ha advertido que los cambios llevan tiempo, y ha prometido liderar “no tanto un nuevo amanecer, sino una breve pausa en la lluvia”.

5 julio, 2024 02:29
Londres

Keir Starmer ha conseguido una victoria histórica, convirtiéndose en el primer laborista en ganar unas elecciones generales desde 2005. La promesa de un mandato diferente al de sus predecesores (marcados por el caos del Brexit, dificultades económicas y escándalos como el partygate), le han proporcionado una aplastante mayoría en el Parlamento, abriendo de par en par las puertas del número 10 de Downing Street. El mensaje de su campaña ha sido claro: “Si quieres un cambio, tienes que votar por él”. Pero ¿qué cambio promete exactamente?

Starmer es un líder cauteloso. A pesar de las promesas de “renovación nacional” y de mejora de la economía y servicios públicos, se ha cuidado de no autoimponerse demasiados objetivos específicos. Así, las promesas de “reavivar el fuego del optimismo” a través de una “restauración política”, hechas durante la campaña, se han visto atenuadas en su primer discurso como vencedor en las urnas. Durante la intervención, ha advertido que los cambios llevan tiempo, prometiendo liderar “no tanto un nuevo amanecer, sino una breve pausa en la lluvia”.

Retos a combatir

El país que fue en su día la mayor potencia global se está enfrentando a un cambio en el paradigma económico. Reino Unido entró oficialmente en recesión a finales del año pasado tras registrar un déficit estimado del 6% del PIB en 2023. El país ha sido uno de los integrantes del G7 que más ha tardado en recuperarse del impacto de la pandemia, sólo por delante de Alemania.

La inflación (que llegó a alcanzar un 11%), los problemas de desabastecimiento, el aumento del coste de la vida y la falta de oportunidades e inversiones extranjeras han contribuido al ralentizamiento del crecimiento económico. A finales del año pasado, la economía británica sólo había aumentado un 1% sobre las cifras de 2019.

La economía es la principal preocupación de la mayoría de votantes británicos, pero está lejos de ser la única. El país arrastra una gran escasez de fondos para los servicios públicos que han culminado en listas de espera de los servicios de salud alcanzando números récord (casi ocho millones en 2023), huelgas extendidas de trabajadores del sector de transportes y cierres de cientos de colegios a causa de hormigón defectuoso.

Por otra parte, Reino Unido ha alcanzado cifras récord de inmigración a pesar de que reducirlas fuera una pieza clave de la decisión de abandonar la Unión Europea.

El plan de Starmer

El manifiesto del Partido Laborista ha dejado las claves de lo que se puede esperar del gobierno de Starmer en los próximos cinco años: el autodenominado starmerismo. Su plan se centra en seis promesas: proporcionar estabilidad económica, reducir las listas de espera de los servicios sanitarios, tomar medidas en contra del comportamiento antisocial, contratar a 6.500 profesores, fortificar las fronteras y crear una empresa pública de energía. El partido también ha propuesto reformas políticas como reducir la edad de voto a los 16 años o eliminar la Cámara de los Lores por un organismo de representación territorial. El objetivo es claro, pero no simple: “reconstruir Gran Bretaña”.

Para crear una “nueva era de esperanza y oportunidad”, Starmer ha prometido devolver al Reino Unido a los mayores índices de crecimiento del G7. Absteniéndose de la “austeridad económica” tory, el laborista ha dicho que fomentará las inversiones extranjeras, así como las colaboraciones entre las entidades públicas y privadas. Con este objetivo, ha anunciado su intención de establecer un fondo nacional de más de siete mil millones de libras.

El fondo atraería tres libras de capital extranjero por cada libra de dinero público destinado al mismo, según Starmer. El partido también ha prometido no subir el IVA, la contribución a la Seguridad Social ni los impuestos sobre la renta, pero sí planea cambiar el régimen fiscal de los no domiciliados así como las empresas energéticas y los colegios privados.

En cuestión de defensa e inmigración, dos de las claves de la campaña, Starmer ha apoyado el objetivo de “parar los botes”, que pretende reducir el número de solicitantes de asilo que cruzan el canal de la Mancha desde Francia. Sin embargo, el líder laborista se ha desvinculado del polémico “plan Ruanda” promovido por Johnson y Sunak y plantea usar el presupuesto destinado a mandar a inmigrantes al país africano para establecer en su lugar un Comando de Seguridad de Fronteras.

En cuestiones de inmigración legal, Starmer ha prometido reformar el actual sistema de puntos para la solicitud de visados de trabajo y centrarse en educar a trabajadores domésticos en los sectores donde hay déficit de mano de obra.

Otra de las claves del laborismo será el apoyo a los servicios públicos, aunque las promesas en los ámbitos de sanidad, policía y educación sólo afectarán a Inglaterra. Starmer planea proporcionar 40.000 citas médicas adicionales cada semana, y garantizar atención en persona para todos los que las soliciten. El partido también ha prometido construir un millón y medio de casas en los próximos cinco años (el año pasado, se comenzó la construcción de tan sólo 150.000).

Además, Starmer está impulsando una clara agenda verde, prometiendo prohibir los coches de gasolina a partir de 2030, establecer una empresa nacional de energía y lograr llegar a las emisiones neutras antes del fin de la década. Para ello, Reino Unido debería duplicar la energía eólica en tierra, triplicar la solar y cuadruplicar la eólica sobre el mar.

Los planes de Starmer son ambiciosos y muchos se plantean si cinco años de gobierno serían suficientes para llevarlos a cabo, entre ellos, el propio primer ministro. “Va a hacer falta una década de renovación nacional” para “recuperar el futuro de Gran Bretaña,” decía en un entrevista. Pero, si algo ha demostrado la política británica de los últimos años es que los ascensos pueden ser tan súbitos y abrumadores como las caídas. Starmer ha prometido un gran cambio. ¿Podrá llevarlo a cabo?