El juez de instrucción del Tribunal Federal alemán ordenó este domingo el ingreso en prisión del presunto autor del ataque con cuchillo que dejó tres muertos el viernes pasado en Solingen (oeste de Alemania) y que fue reivindicado posteriormente por el grupo yihadista Estado Islámico (EI).

Según informó un comunicado de la fiscalía general del Estado, el detenido, de nacionalidad siria, está acusado de asesinato en tres casos y de intento de asesinato en otros ocho, así como de pertenencia a una organización terrorista extranjera.

De acuerdo con la nota, los investigadores parten de que Issa Al H., el sospechoso, comparte la ideología islamista radical del EI y que por este motivo tomó la decisión de "matar al mayor número posible de personas desde su punto de vista infieles".

Por ello, en la fiesta municipal de Solingen "apuñaló con un cuchillo por la espalda, de forma repetida y apuntando al cuello y al torso, a visitantes del festival", aseguró la fiscalía.

Búsqueda a contrarreloj

Tras matar a tres personas y dejar en estado crítico a otras cuatro, el sospechoso -que no había destacado hasta entonces por tendencias islamistas- se dio a la fuga en medio de la confusión.

Comenzó con ello una búsqueda a contrarreloj por parte de la policía que había de durar unas 24 horas, hasta que Al H. dio el alto a un coche patrulla de la policía y dijo a los agentes, con la ropa aún manchada de sangre, "yo soy el que buscáis", según han relatado los medios.

Se cree que tras deshacerse del arma del crimen, un cuchillo de cocina del centro de refugiados en el que residía, el presunto atacante había permanecido escondido en un patio interior cercano al lugar del atentado, en el centro de Solingen.

Durante el sábado, la policía había detenido a dos individuos -uno de ellos, un adolescente de 15 años- pero ninguno de ellos resultó ser el sospechoso.

El EI reivindica el ataque

Según los medios, Al H. es originario de la ciudad siria de Deir ez-Zor, situada en el este del país y que permaneció durante tres años bajo control del EI, del que fue liberada en 2017.

En 2022 el sospechoso llegó a Alemania, pero se decidió deportarle a Bulgaria, a la que le correspondía tramitar su solicitud de asilo por ser el país de ingreso en la UE, según fuentes citadas por medios alemanes.

No obstante, Al H. logró sustraerse a las autoridades hasta que expiró la orden de deportación y después obtuvo un permiso de residencia temporal al serle reconocido el derecho a protección subsidiaria como ciudadano sirio.

El EI reivindicó el sábado el ataque de Solingen y afirmó que éste había sido ejecutado por "uno de sus soldados" en venganza "por los musulmanes en Palestina y en todas partes".

Según los expertos en terrorismo, se trata del primer ataque reivindicado por el EI en suelo germano desde 2016, cuando 13 personas murieron tras embestir un camión contra un mercadillo de Navidad, aunque las autoridades todavía están analizando en este caso la veracidad del manifiesto.

Más deportaciones y prohibir los cuchillos

El atentado ha reavivado el debate sobre las medidas de seguridad en Alemania, a una semana de las elecciones regionales en varios estados federados del este del país, en las que la ultraderecha parte como favorita.

La ministra del Interior, la socialdemócrata Nancy Faeser, aboga desde hace tiempo por prohibir los cuchillos en la vía pública, una propuesta a la que se han sumado a raíz del atentado los socios de coalición liberales.

"Hay que endurecer la ley de armas", declaró también este domingo el vicecanciller y ministro de Economía, el verde Robert Habeck, que señaló que el terrorismo islamista "pone en riesgo nuestra forma de vida".

"Los cuchillos no son el problema, sino las personas que andan por ahí con ellos", denunció por su parte el jefe de la oposición democristiana, Friedrich Merz, que pidió detener por completo la acogida de refugiados de Siria y de Afganistán

Por otro lado, la co-líder del Partido Socialdemócrata (SPD) del canciller Olaf Scholz, Saskia Esken, se manifestó este domingo a favor de comenzar a deportar a criminales convictos y extremistas islamistas a Siria y a Afganistán, una medida difícil de implementar legalmente y que reclama desde hace tiempo la oposición conservadora.