El pánico nuclear de Biden obliga a Francia y UK a prohibir a Ucrania usar misiles en territorio ruso
El ala más conservadora de la Casa Blanca teme una “escalada” por parte de Rusia tras las continuas amenazas nucleares del Kremlin.
30 agosto, 2024 02:26Según apunta el diario estadounidense Financial Times, la administración Biden habría pedido a Francia y Reino Unido que limiten a Ucrania el uso de sus misiles Storm Shadow. Aunque tanto Emmanuel Macron como Keir Starmer estaban dispuestos a permitir que las tropas de Zelenski utilizasen estos misiles sobre Rusia siempre que se ciñeran a objetivos militares, al final ambos han decidido seguir la doctrina norteamericana para no enturbiar sus relaciones con la superpotencia occidental.
Desde el principio de la incursión en Kursk, el Consejero de Seguridad Nacional, Jake Sullivan, dejó claro que Ucrania no podría utilizar los ATACMS desde el propio territorio ruso. Estados Unidos aprobó recientemente algunas excepciones a su doctrina de no atacar a Rusia dentro de sus fronteras, pero dichas excepciones se limitan a conglomerados militares específicos cerca de la frontera con Járkov, con el doble objetivo de impedir nuevas incursiones en la región y limitar los continuos bombardeos sobre civiles en la capital.
Por lo demás, se mantiene el bloqueo y, al parecer, se extiende a los aliados. Como siempre, detrás de la decisión está el “miedo a una escalada”. La administración Biden lleva temiendo una escalada nuclear por parte de Rusia casi desde el primer día de la invasión, comprando todas las amenazas que llegan del Kremlin.
Hay que recordar que Zelenski decidió no informar siquiera a su aliado de la entrada de sus hombres en Kursk porque sabía que bajo ningún concepto se lo iban a permitir.
Estas tiranteces no ayudan en nada a Ucrania, desde luego. Países Bajos, por ejemplo, ya ha declarado que ellos no van a poner limitación alguna al uso de sus F-16 siempre que se respeten las leyes de la guerra y no se utilicen en ataques contra civiles. El resto mira y no siempre puede ayudar. La Casa Blanca ha decidido quedarse en un peligroso punto medio en el que ni acaba de congraciarse con el Kremlin ni cumple los deseos militares de Ucrania. Algo muy parecido, por otro lado, a lo que está sucediendo en Oriente Próximo.
A 8 km de Pokrovsk
Desde la Casa Blanca se apunta precisamente a Sullivan como la mente maestra detrás de esta doctrina “antiescalada” que solo funciona en un sentido. El secretario de Estado, Antony Blinken, sí estaría dispuesto a permitir a Ucrania el uso completo de las armas que se han puesto a su disposición. Llevamos dos años y medio de guerra, se han sobrepasado todas las líneas rojas establecidas desde Moscú y no ha pasado nada. ¿Por qué no permitir a Ucrania utilizar el ataque como una medida de defensa, siempre que se controlen los objetivos?
Ante la negativa de sus socios occidentales, Ucrania está fabricando sus propios misiles de larga distancia, que complementarían a los Neptune y a los drones que atacan sistemáticamente Crimea, Rostov y distintas refinerías y centrales eléctricas por todo el oeste de Rusia.
Estamos hablando de proyectiles con capacidad para acertar blancos a cientos de kilómetros de distancia, pero que aún tomarán un tiempo en estar disponibles y en funcionamiento. Ucrania no puede esperar tanto.
Y no puede esperar porque a la euforia provocada por el éxito de su incursión en Kursk, en lo que pretendía ser un cambio de escenario en la guerra y una toma de iniciativa que derivara en el envío de tropas rusas desde el Donbás, le ha seguido un cierto pesimismo por la situación en el eje Pokrovsk-Kurajovo-Vuhledar, en el sur de Donetsk. Los rusos están ya a ocho kilómetros tan solo de Pokrovsk y en las últimas semanas sus avances se han acelerado dentro de lo que es un ritmo, todo sea dicho, bastante lento.
La doble amenaza táctica
Hay que recordar que Rusia tiende a estancarse o, más bien, que Ucrania es especialista en encontrar siempre una manera de defenderse. Los rusos están a las puertas de Chasiv Yar desde el mes de abril y aún no han encontrado la manera de cruzar el canal. De hecho, llegaron a Chasiv Yar un año después de culminar la conquista de Bakhmut, que está a poco más de diez kilómetros. Lo mismo se puede decir de Toretsk o de la propia Vuhledar, siempre bajo acecho, siempre a punto de derrumbarse, pero que siguen bajo control ucraniano.
Dicho esto, las noticias que llegan del frente no son precisamente optimistas. El frente oriental y el frente sur podrían unirse en cualquier momento y llevarse por delante Vuhledar. De hecho, los rusos podrían haber lanzado un ataque desde Shevchenko para terminar de rodear la localidad ucraniana.
En cuanto a Pokrovsk, Rusia presenta una doble amenaza: el ataque directo al centro de comunicaciones -el más importante para Ucrania en el Donbás después del conglomerado Sloviansk-Kramatorsk- a través de Hrodivka y Novogodrivka… o pasar de largo e intentar el avance por la carretera N15, lo que cortaría en dos las defensas ucranianas.
De elegir lo segundo, Rusia tendría la posibilidad de aislar todas las tropas defensivas que quedan entre la carretera y el frente sur, rumbo a Zaporiyia. Sería una decisión atrevida, desde luego, y los rusos no nos tienen acostumbrados a eso, pero muy peligrosa para los ucranianos, pues pondría una nueva región en peligro.
Rusia ya tiene el control sobre el sur de Zaporiyia prácticamente desde el inicio de la guerra y siempre ha buscado la manera de cruzar el Dniéper y hacerse con la capital de la provincia.
Las posibilidades de éxito son escasas porque hemos visto que todo va muy lento en esta guerra, pero bien haría Ucrania en contemplar la opción de tapar ese espacio y prepararse para una posible incursión. Si Gerasimov encuentra resistencia ahí, lo más probable es que vuelva a ceñirse a sus planes originales, los que le salen de forma más natural: todo recto hasta que se aparten. Así ha ganado Rusia sus últimas guerras y así pretende hacerlo en Ucrania. Sin tácticas ni estrategias. Fuerza bruta o nada.