Una beluga o ballena blanca de la que se había sospechado que podía ser una “espía” de Rusia en Noruega apareció muerta el sábado pasado en Stavenger, la costa oeste de este país nórdico, informó Efe. El cetáceo será sometido este lunes a una autopsia para descubrir la causa de su muerte, anunció el Instituto Veterinario de Sandnes. OneWhale, organización cuya misión era proteger a la beluga y abogaba por su libertad para que en el futuro viviera con otras de su especie, no cree que haya muerto de causas naturales.
“Hvaldimir” -como fue bautizado en su día combinando la palabra hval (ballena) y el nombre del presidente ruso, Vladímir Putin- fue vista por primera vez en 2019 en varias localidades noruegas y llamó la atención por su docilidad.
Al encontrársele una correa que amarraba una cámara en su espalda con la etiqueta “equipo de San Petersburgo” surgieron especulaciones sobre si podía tratarse de una ballena “espía”, debido a su habilidad de chocar con barcos, interactuar con pescadores de salmón e incluso robar (y devolver) GoPros que se habían perdido en el océano. Otros expertos apuntaron a su posible uso en terapias para niños problemáticos.
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En Noruega, Hvaldimir se convirtió en toda una celebridad atrayendo hasta 300 turistas por día. OneWhale denunció entonces que el cetáceo desencadenó una industria turística no regulada, por lo que instructores de buceo y operadores turísticos vendían viajes en grupo para nadar y bucear con él.
El turismo le causó un estrés visible debido a que las personas le ofrecían objetos dañinos y a veces se los introducían en la boca. Debido a ello, el animal sufrió de lesiones potencialmente mortales en los dientes y en su boca. En diferentes ocasiones se encontró con hélices de barcos y objetos afilados, indica OneWhale.
En Facebook la organización escribió que estaba enojada, muy molesta y “con el corazón roto” porque después de años de estar luchando para “ayudarle a salir de peligro”, Hvaldimir por fin estaba “cerca de tener una mejor vida”. Sin embargo, “hay un grupo de humanos que querían mantenerlo atrapado e impidieron que este dulce animal recibiera ayuda antes. Ellos recibirán todo el crédito por su prematura muerte”. El promedio de vida de las belugas es entre 35 y 50 años. Hvaldimir tenía 15 años cuando murió.
De hecho, las belugas, aunque no están en peligro de extinción, son una especie protegida por la Ley de Protección de Mamíferos Marinos. El Fondo Internacional para el Bienestar Animal (IFAW) indica que algunas de las amenazas a las que se enfrentan incluyen: el cautiverio; la caza y la pesca; la contaminación; la contaminación acústica; y toda actividad relacionada con la actividad humana. Asimismo, durante los siglos XIX y XX fueron cazadas (al igual que a las focas) por su aceite, carne y pieles. Hoy en día siguen siendo cazados en el ártico.
Una beluga solitaria
Hvaldimir era un mamífero marino desplazado que frecuentaba zonas con presencia humana. No tenía un comportamiento feral, sino que se comportaba como un animal doméstico perdido o abandonado. Buscaba a la gente en vez de evitarla, indica OneWhale.
Según IFAW, las belugas son animales muy sociables, que normalmente no viven solos. Viven en manadas o grupos formados por familiares y amigos. El tamaño promedio de éstas es de 10, aunque pueden incluir hasta 25 individuos.
Hvaldimir, antes de morir, fue trasladado a un fiordo de la región del este de Finmark, donde las autoridades confiaban en que podría integrarse con otros ejemplares de su misma especie.
Animales entrenados desde la Guerra Fría
Durante la Segunda Guerra Mundial, el Reino Unido entrenó a leones marinos sin mucho éxito. Por ello, las especulaciones de espionaje de animales marinos se remontan a la Guerra Fría. Tanto Estados Unidos como la Unión Soviética entrenaron a belugas, delfines, leones marinos, focas peleteras, tiburones, rayas, tortugas y aves marinas, por sus capacidades sensoriales y físicas.
La estrategia soviética era que las belugas, los delfines, leones marinos y las focas peleteras buscaran minas submarinas y otros objetos bajo el mar. Después del colapso de la Unión Soviética, Time indica que los delfines fueron vendidos a Irán, ya que el programa de adiestramiento de mamíferos marinos fue suspendido.
Hoy en día los rusos tienen delfines militares entrenados para resolver diferentes tareas, desde analizar el fondo del océano hasta matando a buceadores extranjeros y colocando minas en los cascos de barcos extranjeros con el fin de proteger un tramo de agua. La instalación para los delfines está en Sebastopol, Crimea, y antes de 2014 estaba bajo control ucraniano.
En 2016, un nuevo programa bajo la supervisión del Ministerio de Defensa ruso comenzó a buscar nuevos reclutas para entrenar delfines de combate y focas para la marina rusa. De hecho, Time indica que ofreció hasta 24.000 dólares por cinco delfines mulares.
El Programa de mamíferos marinos en Estados Unidos, actualmente entrena a delfines mulares y leones marinos de California con el objetivo de detectar, localizar, marcar y recuperar objetos (y amenazas) en puertos, zonas costeras y en el mar abierto, explica el Centro de Guerra de Información Naval del Pacífico (NIWC Pacific). Las amenazas incluyen explosivos, minas, buzos (enemigos) y buques tripulados o no tripulados de superficie o subsuperficiales, especifica el Departamento de Estado estadounidense.
En el presente, los animales marinos no sólo son utilizados como espías por diferentes gobiernos y, por tanto, están sometidos a otros peligros. Los cetáceos, por ejemplo, son víctimas de experimentos militares. Éthique Animale denuncia que, en ocasiones, los ejércitos prueban los efectos de sus nuevas armas en objetivos en movimiento y, por tanto, atacan a los animales.
El objetivo es observar la resistencia del cuerpo de los animales ante ataques o situaciones extremas que puedan sufrir los mismos soldados durante los conflictos. Además, los animales también pueden ser sujetos de experimentación quirúrgica para que los médicos militares aprendan a tratar las heridas de armas y su capacidad de cicatrización.