Un grupo de jóvenes en traje se saluda efusivamente a las puertas de la Torre Emperador, en el paseo de la Castellana. Son los primeros días de septiembre, el fin del verano, el inicio de la rutina, la reentré. La gran mayoría de los habitantes de Madrid regresan de vacaciones, tocan tierra de nuevo. Mientras, en lo alto del acristalado rascacielos, Hugh Elliott (Londres, 1965) se prepara para marcharse. "Menos mal que ya he enviado todas las cajas de casa; sólo me queda lo que quepa en el coche", dice risueño.
Desde verano de 2019, Elliott ha sido embajador de Reino Unido en España, país que conoce desde que era joven, cuando trabajó como profesor de inglés en la Universidad de Salamanca. Allí conoció a su esposa. En estos cinco años, se ha convertido en una estrella de las redes sociales, donde además de los mensajes oficiales, se ha dedicado a promocionar España, nuestra gastronomía y nuestros pueblos con toques de humor británico. "Me fascinan las croquetas", confiesa. "No conseguimos hacerlas tan buenas en mi país", añade.
En el plano diplomático su agenda ha sido menos afable. Durante el inicio de su misión se hizo efectivo el brexit. La salida de Reino Unido de la Unión Europea dejó en el aire el futuro de Gibraltar y su relación con el bloque. Tres años y medio y casi una veintena de rondas de negociaciones después, británicos y españoles no han conseguido aún un acuerdo. "Estamos en una fase muy importante", asegura Elliott, que ha sido actor clave en las conversaciones.
Luego llegó la pandemia, estalló la guerra en Ucrania, falleció la reina Isabel II y su hijo, el ahora rey Carlos III, heredó la corona. "Ha sido intenso", reconoce el diplomático. En paralelo, la política británica convulsionaba: cinco inquilinos de Downing Street en cinco años. Un ir y venir de primeros ministros que Elliott señala como una "consecuencia del brexit".
Ahora, el Partido Laborista -que el pasado 4 de julio ganó las elecciones por primera vez en 14 años- ha prometido devolver la estabilidad a una de las democracias más sólidas del continente. Sin embargo, el nuevo premier, Keir Starmer, ha enfrentado su primera crisis, cuando Reino Unido se vio sacudido por violentas protestas antiinmigración.
Elliott repasa su último lustro como embajador de España durante su entrevista con EL ESPAÑOL, la última antes de dejar paso a su sustituto, Alex Ellis, que pronto ocupará el despacho en el que nos encontramos.
Esta semana finaliza su etapa como embajador de Reino Unido en España, país que usted conoce desde hace décadas. ¿Le ha sorprendido algo en este tiempo de misión diplomática?
La verdad es que no ha habido grandes sorpresas porque llevo viniendo a España todos los años por motivos familiares. No es que conozca bien el país, porque España es tan grande y diversa que es difícil conocerla bien. Sí me ha llamado la atención la modernidad de las infraestructuras y lo bien que funciona el AVE, esa pequeña maravilla que conecta este país. Luego, también me ha sorprendido, y ha sido una parte muy bonita de mi trabajo, conocer a toda la comunidad británica que reside aquí.
Dicen que el humor es lo más difícil de entender de una cultura, pero usted parece no haber tenido problemas. ¿Tan diferentes somos españoles y británicos?
La mejor descripción que he escuchado sobre la relación entre españoles y británicos fue en una de las tertulias hispano-británicas que celebramos hace dos años en Bilbao. Alguien describió la relación como la atracción de las partes opuestas con una dosis de incomprensión mutua (dose of mutual incomprehension). Somos muy distintos en las costumbres sociales, los horarios, la comida, el tiempo, que es ligeramente diferente entre ambos países. ¿Muy distintos? Nah. No somos muy distintos, pero sí hay esas dosis de fascinación por las diferencias.
¿A usted qué le fascina?
La lista es larga: me fascina la variedad de los pueblos, de los paisajes, de las regiones, de la gente en España. Me fascinan las croquetas. No las tenemos tan buenas en el Reino Unido, ni mucho menos. Y me fascina el hecho de que entras en un bar en España y aunque haya dos personas, hay un ruido tremendo.
¿Tan escandalosos somos?
Ya lo creo. Parece que haya una norma sobre hablar alto porque si no el otro no te va a entender. A ver, eso a veces da alegría, pero otras...
La culminación del brexit, la pandemia, la muerte de la reina Isabel II, la coronación del rey Carlos III, cambios en el Gobierno, una guerra en Europa, otra en Oriente Medio…. Han sido unos años ajetreados. ¿Qué diría que ha sido lo más intenso, lo que ha exigido más de su tiempo como embajador?
La combinación del proceso del brexit, la gestión de la pandemia y las negociaciones sobre el futuro de Gibraltar. Me refiero a esas conversaciones que en el año 2020 llevamos a cabo de forma bastante remota en la mayoría de los casos. La coincidencia de esas tres cosas fue una experiencia muy intensa.
"Estamos plenamente comprometidos con culminar un acuerdo sobre Gibraltar"
Bajo su jefatura de misión en España se firmó el Acuerdo de Nochevieja, que trazó la hoja de ruta para buscar un encaje a Gibraltar dentro del espacio Schengen. Dos años y medio, y 18 rondas negociadoras después, usted se marcha sin que haya un acuerdo entre Reino Unido y España. ¿Hay motivos para seguir siendo optimistas?
Yo siempre soy optimista: es la mejor forma de afrontar la vida. Es cierto que hubo una pausa en las negociaciones el año pasado por las elecciones españolas y este año por las elecciones británicas. No obstante, mi nuevo Gobierno ha recogido las conversaciones con mucha energía. Ya ha habido una reunión entre mi ministro de Exteriores [David Lammy] y el ministro José Manuel Albares. Queremos llevar estas negociaciones a buen puerto lo antes posible. Quedan temas sensibles que arreglar, pero estamos plenamente comprometidos con culminar este acuerdo.
¿Estamos realmente más cerca de un acuerdo sobre la situación de Gibraltar? Llevamos meses escuchando que se alcanzaría "muy pronto" y no hay ni una fecha fijada…
Sí, nos hemos acercado muchísimo. En cada una de las rondas de negociación se han ido cerrando las diferencias. Por nuestra parte -y me refiero al Gobierno de Reino Unido trabajando codo con codo con el de Gibraltar-, estamos comprometidos con un acuerdo que facilite la fluidez de movimiento entre Gibraltar y España. Eso significa que los controles sobre bienes y personas cambian. Eso es lo que estamos negociando. Luego hay muchos detalles que tienen que ver con respetar las respectivas posiciones sobre soberanía: nosotros estamos comprometidos con la soberanía sobre Gibraltar, y España ya ha dejado claro que su posición sobre la soberanía no va a variar. Respetamos su punto de vista, pero hace que sea complejo negociar.
¿Y si esas posiciones forman parte de esa –permítame citarle– "dosis de incomprensión" que separa a españoles y británicos?
Creo que debería de ser inevitable que para países como Reino Unido y España, Gibraltar sea un punto de encuentro y no de desencuentro. Un lugar donde celebrar lo que hemos conseguido en beneficio de los gibraltareños y de las personas en el Campo de Gibraltar. Es la gran oportunidad que tenemos en esta negociación para una solución postbrexit para Gibraltar. Y es buena noticia que todas las partes estemos comprometidos con esa visión.
El control aduanero y la gestión del aeropuerto son desde el inicio los principales escollos. ¿Se pueden superar?
Sí, es posible superarlos. Faltan los detalles, y por eso estamos entrando en una fase de negociación muy importante, que será muy intensa. Pero el tiempo dirá. No soy profeta, desgraciadamente. Ojalá supiera cuál va a ser el resultado final…
Hablando de resultados: yo no entiendo mucho de fútbol, pero sé que usted siguió de cerca la final de la Eurocopa…
¿De verdad tenemos que hablar de la final de la Eurocopa? [Se ríe] Eso es tocar puntos dolorosos, aunque mis felicitaciones al equipo español.
Se lo comento porque en la celebración de la victoria de España frente a Reino Unido hubo algunos comentarios sobre que "Gibraltar es español". ¿Cree que es la percepción de la mayoría de españoles?
Creo que eran comentarios desafortunados. El deporte es el deporte y la negociación es la negociación. Por ejemplo, los comentarios que hago como embajador corresponden a mi puesto de trabajo y yo no voy a empezar a hacer comentarios sobre fútbol. Además, hay normas en la UEFA sobre estas cosas y creo que ha habido procedimientos internos. Y eran totalmente inapropiados, pero entiendo que hay cosas que se dicen en el calor del momento. No le doy más importancia.
Desde 2019 se han sucedido ya cinco primeros ministros en Downing Street. En retrospectiva, ¿a qué cree que responde esta convulsión o inestabilidad política en Reino Unido?
Responde al brexit. [Silencio] La respuesta es clara: al brexit. Porque fue el detonante de un debate sobre cuál debería de ser la naturaleza de la relación futura entre Reino Unido y la Unión Europea. Y ese debate tenía diferentes puntos de vista que se vieron representados en los sucesivos gobiernos que hemos tenido.
¿En qué punto está ese debate ahora? El Partido Laborista acaba de ganar las elecciones por primera vez en 14 años.
Ahora estamos con el Gobierno de Keir Starmer, que ha dejado muy claro que lo que quiere hacer ahora es reset, -reanudar, mejor: odio la palabra resetear- la relación con la UE. Bajo el Gobierno de Sunak ya se inició: el acuerdo del Protocolo de Windsor sobre Irlanda del Norte volvió a establecer cierta tranquilidad. Ahora mi primer ministro lo tiene muy claro, porque en Reino Unido somos un país europeo y compartimos retos sobre los que podemos hablar, así que hemos pasado página y ahora estamos en otra etapa.
"La convulsión política que ha habido en Reino Unido en los últimos años responde al brexit"
El aterrizaje del nuevo primer ministro laborista Keir Starmer fue turbulento: este verano se enfrentó a la primera crisis grave de su mandato con una violenta oleada de protestas racistas. ¿Dónde cree que está el germen de esa violencia?
Primero, los disturbios fueron resultado de la difusión de información falsa por parte de personas con interés en manipular, y ese es un problema que también hemos visto aquí en España. Segundo, los disturbios eran delincuencia pura y por eso la respuesta tan rápida y robusta de mi Gobierno de llevar a esos delincuentes ante la justicia.
Hay quien dirá que son fruto también del malestar social.
Está claro que hay retos importantes para el Gobierno, como asegurar la cohesión social y las oportunidades para todos. Por eso se plantea mejorar el tiempo de listas de espera del sistema de sanidad, mejorar las infraestructuras y las relaciones laborales o reformar el sistema de creación de vivienda para la población. Mi primer ministro ha reconocido algunas fuentes que subyacen en ese descontento, en esa falta de cohesión y por eso su programa está muy enfocado en promover el crecimiento económico. Pero repito: la delincuencia es la delincuencia y hay que actuar contra ella de forma muy contundente.
No me negará el sentimiento antiinmigración que había en las protestas. ¿Cómo hacerle frente? Reino Unido se enfrenta a una grave crisis migratoria.
La inmigración es un reto complejo y con muchas facetas que no se presta a análisis sencillos. Cualquier Gobierno tiene la obligación de poder controlar sus fronteras. Y hay una serie de medidas que ya estamos tomando para crear una nueva estructura para ello. También es muy importante actuar en los países emisores y apostar por una política de ayuda al desarrollo para mejorar las posibilidades en los países de origen. La gran mayoría de las personas no quieren salir de sus hogares; lo hacen para buscar una vida mejor. Ahora bien, creo que también debemos reconocer que necesitamos la inmigración, sobre todo en las sociedades donde tenemos un nivel de natalidad bajo. Además, culturalmente la inmigración ha formado nuestros países y sigue haciéndolo de forma evolutiva.
En 2025, según lo pactado, toca revistar el pacto comercial y de cooperación entre su país y la UE. Starmer ha anunciado que buscará una renegociación del acuerdo del brexit. ¿Cree que Bruselas estaría abierta a introducir cambios?
Sí. Pero como todo, hay que ponerse de acuerdo. No estamos buscando cambios enormes de todo el contenido, sino más bien acercamientos en temas sanitarios y fitosanitarios para facilitar el comercio. También queremos aproximarnos en términos de defensa. Ya hemos visto con la brutal invasión de Ucrania, que Reino Unido y la Unión Europea tenemos un reto común: ayudar al Gobierno de Ucrania y hacer frente a la agresión de Moscú. Esperamos que con buena voluntad y con interés mutuo podamos hacer avances.
Reino Unido es el segundo mayor donante de ayuda a Ucrania, pero además, el apoyo a Kiev se ha convertido en un frente común en la política británica. Parece que tienen más claro que algunos países europeos lo que una victoria rusa podría significar para los valores occidentales.
Si todos los primeros ministros han tenido la misma visión es porque lo tenemos muy claro: la agresión de Rusia no puede prosperar. Por eso hemos gastado ya más de 15.000 millones de euros en sostener económica y militarmente a Ucrania. Vamos a apoyar a Kiev hasta que se consiga el resultado que todos estamos esperando. ¿Por qué? Porque no podemos aceptar una agresión bélica que rompa las fronteras, lo más básico de la Carta de Naciones Unidas que establece el orden mundial. España también ha tenido una posición muy clara sobre la guerra y una política muy coherente. Las diferentes voces internas que hay en algunos países creo que derivan de motivos geopolíticos e históricos del gobierno de turno. En general, lo que hemos visto con esa invasión es que hay un consenso mucho más fuerte de lo que hubiéramos pensado.
Embajador, se marcha. ¿Cuáles son sus proyectos?
De momento tengo uno muy sencillo: irme de vacaciones. Es algo que no siempre me he permitido.
¿Y luego?
Pintar la casa.
¿Qué le desearía a su sucesor, Alex Ellis?
Es un diplomático muy experimentado. Ha sido embajador en Portugal, en Brasil y, recientemente, en la India. También ha estado destinado en España como diplomático, habla español, es amante de España y, además, es muy buen amigo mío, así que no necesita ningún consejo de mi parte.
Otras entrevistas de Hablando sobre el mundo:
Susana del Río: "Si la Unión Europea necesita un ejército para defender la paz, deberá tenerlo"
Leopoldo López: "No me extrañaría que Maduro ya esté tratando de negociar su inmunidad con EEUU"
Hanno Pevkur, ministro de defensa estonio: "¿Estáis listos para defender a Estonia? Nosotros a España, sí"