La ciudadanía y los títulos honoríficos que el cruel dictador Adolf Hitler recibió durante su etapa como canciller y Führer alemán ha sido difíciles de abordar y tratar durante las últimas ocho décadas. Ahora, la localidad de Bad Honnef, en el estado de Renania del Norte-Westfalia, cerca de Bonn, ha añadido su nombre a la lista de lugares que se han distanciado de Hitler.
Hace unos meses, los alumnos de una clase de Historia del 10º curso del Instituto de Siete Montañas de Bad Honnef presentaron una moción renunciando oficialmente a que Adolf Hitler fuera uno de sus ciudadanos honorarios. Su petición fue firmada por más del 5% de los habitantes de la ciudad, alcanzando el número necesario para que el ayuntamiento votara la iniciativa. Según DW, la mayoría de las personas con las que los estudiantes hablaron no tenían ni idea de la ciudadanía honoraria de Hitler, y muchas firmaron la petición inmediatamente.
Nacido en Braunau, Austria, responsable de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) y del Holocausto, al que se atribuye la muerte de seis millones de judíos y otras minorías como los romaníes, los testigos de Jehová, los homosexuales, las prostitutas y los opositores políticos, Hitler renunció a su ciudadanía austriaca en 1925, el mismo año en que publicó su 'Mein Kampf' (Mi Lucha). Lo consiguió argumentando que llevaba viviendo en Alemania desde 1912 y que había servido en el ejército alemán durante la Primera Guerra Mundial. Por su parte, Austria no puso ningún inconveniente a la petición y permaneció apátrida durante siete años.
El camino del Führer para conseguir la nacionalidad fue complicado. No porque en sí fuera difícil, sino porque él era complejo. Sólo tenía que ir a hacer cola y rellenar los formularios, pero se negó a hacerlo y esperó, en lugar, a que se la concedieran.
Para avanzar en su carrera política, sin embargo, era necesario convertirse en ciudadano alemán, ya que en la República de Weimar era un requerimiento para ocupar cargos políticos. Así que en 1930, un miembro del Partido Nazi se encargó de que fuera nombrado jefe de policía de Hildburghausen, una ciudad de la región de Turingia, en el centro-oeste de Alemania. Spiegel International indica que esto lo habría convertido automáticamente en ciudadano alemán, pero como no le resultaba atractivo ser policía de pueblo, la idea fue abandonada al poco tiempo.
En cambio, se nacionalizó en 1932, cuando miembros del Partido Nazi de Braunschweig (un bastión del partido) le encontraron un trabajo en la oficina de topografía, al no haber conseguido anteriormente un puesto de profesor en la Universidad Técnica de la ciudad. Sin embargo, como estaba impaciente por presentarse como candidato a las elecciones presidenciales que pronto se celebrarían, dejó su puesto y el Ministerio de Estado lo contrató como ‘administrador de la delegación de Braunschweig en Berlín’, donde nunca llegó a ocupar el cargo. Spiegel International señala que cuando fue felicitado por los locales Hitler respondió “no es a mí, sino a Alemania a quien debéis felicitar”.
En Bad Honnef, los alumnos escribieron cada uno un correo electrónico dirigido al alcalde. Junto con su profesor de Historia, Thomas Rott, cinco alumnos, representando a su clase, se expresaron en contra de las ideas de la derecha que dieron origen a la propuesta. DW destaca que dijeron que al vivir en esta ciudad, “por supuesto que su historia también" les concernía. "Y entonces nos preguntamos si hoy podríamos utilizar nuestra influencia para cambiar algo de la historia y de la ciudadanía honoraria de Hitler”, afirmaron.
La historia del título honorífico en Bad Honnef es de las más viejas. Un mes después de la victoria del Partido Nazi en las elecciones al Reichstag, su ciudad, en 1933, se convirtió en una de las primeras en nombrar a Hitler ciudadano honorario del país. En 1934, alrededor de 4.000 ciudades, pueblos, municipios y comunidades alemanas otorgaron a Hitler la ciudadanía honoraria durante su mandato como Führer, así como varias ciudades y pueblos austriacos.
Hitler en el presente
¿Qué es la ‘ciudadanía honoraria’? A diferencia de la ‘ciudadanía ordinaria’, es un estatus otorgado por un país a una persona extranjera o nativa considerada excepcional y digna de distinción. Best-Citizens explica además que los que tienen 'ciudadanía honoraria' son inferiores a los ciudadanos ordinarios, en caso de ser extranjeros, ya que no les otorga todos los derechos de ciudadanía —siendo la forma más débil de ciudadanía—, y por tanto no tienen derecho a pasaporte. El estatus se les otorga únicamente basándose en decisiones políticas.
Con la finalización de la Segunda Guerra Mundial, Forward indica que el Consejo de Control Aliado en Alemania ordenó la retirada automática de la ciudadanía honoraria a todos los criminales de guerra legalmente condenados. En paralelo, durante 1945 y 1946, se produjo una oleada de renombramientos de calles y plazas, puesto que prácticamente no había municipio que no tuviera una calle o plaza que incluyera en el nombre ‘Adolf Hitler’. El impulso antinazi se extinguió entre 1948 y 1950, en la inmediata posguerra, explica a DW el historiador Tima Schlemmer, del Instituto de Historia Contemporánea de Múnich-Berlín. En 1946, Braunschweig y otras ciudades le quitaron su estatus de ciudadano honorario.
Las autoridades han argumentado en ocasiones anteriores que retirarle la distinción de ciudadano honorario es innecesario, dado que el ‘honor’ expiró técnicamente en el momento en que Hitler se suicidó, y hacerlo se ha considerado desde entonces como un acto simbólico, y valorado como tal. En esta línea de pensamiento, ABC News informa de que en 2007, Lanskroun, una ciudad antes alemana, ahora situada en la República Checa, decidió no revocar la ciudadanía honoraria de Hitler declarando que “simplemente refleja los tiempos de entonces”.
Muchas legislaturas alemanas buscan distanciarse aún más de su pasado nazi, por lo que la polémica sobre la ciudadanía del antiguo Führer se reavivó de nuevo en 2007, cuando los abogados dirigidos por Isolde Saalmann, diputada de la legislatura de Baja Sajonia, dudaron de que fuera posible quitarle la nacionalidad a un muerto. El derecho constitucional alemán prohíbe despojar a una persona de su ciudadanía si luego se convierte en apátrida, lo que dificulta la tarea de Berlín de retirarle totalmente su ciudadanía.
En los últimos años, desde que se debatió si Hitler debía o no seguir siendo alemán, varias ciudades han sido noticia por retirarle el título honorífico. En 2011, Amstetten —que le concedió la ciudadanía por primera vez en 1939— y su ciudad natal, Braunau Austria, le revocaron la ciudadanía honoraria. Goslar, Baja Sajonia le retiró la ciudadanía honoraria en 2013. En 2016, 83 años después de su muerte, la ciudad sureña de Tegernsee revocó el título concedido en 1933, cuando fue nombrado canciller por el presidente Paul von Hindenburg. En la misma petición se retiró también la de Von Hindenburg.