El ultraderechista Herbert Kickl, líder del Partido de la Libertad de Austria (FPÖ), fundado por el nazi Anton Reinthaller, ha logrado este domingo una histórica victoria para su formación al ganar por primera vez unas elecciones a nivel nacional desde la Segunda Guerra Mundial. 

Con proclamas racistas, xenófobas, homófobas y ultranacionalistas, admirador de Vladímir Putin y del húngaro Viktor Orbán y especialista en difundir bulos, Herbert Kickl ha ganado los comicios con el 29% de los votos, aunque no tiene socio con el que gobernar. Está por ver si la derecha austríaca, como prometió, hará un cordón sanitario a la ultraderecha.

Kickl es el político que más rechazo genera en el país, ya que el 60% de los austríacos no quiere que sea canciller federal. Aún así, su victoria es histórica porque, por primera vez, la ultraderecha se impone en Austria desde 1945. Y lo ha hecho con un partido fundado por un miembro de las SS. 

Canciller del pueblo

Su campaña se ha centrado en presentarse como Volkskanzler, canciller del pueblo, como se definía a Adolf Hitler antes de convertirse en Führer del nazismo y Alemania. También llama a los otros partidos políticos Volksverräter, traidores al pueblo, términos, ambos, con clarísimos ecos nazis. 

Bajo el lema Austria primero, emulando al American First de Donald Trump, defiende la remigración, que consiste en que los ciudadanos que no son europeos sean expulsados para asegurar la homogeneidad cultural y racial. También se ha mostrado partidario de cerrar las fronteras, negar todas las solicitudes de asilo que reciba el país y de deportar a los extranjeros condenados por un delito. Su objetivo, convertir Austria en una "fortaleza" con un programa radical contra la inmigración.

La inexistencia del cambio climático, el rechazo a las políticas y al colectivo LGTBIQ+ y su oposición a la ayuda a Ucrania son los pilares de una política con la que, dice, quiere cambiar "el sistema". También rechaza la Convención Europea de Derechos Humanos y asegura que el aborto es una "arbitrariedad personal".

Corredor de triatlón y maratones, Herbert Kick representa la línea dura del FPÖ y siempre se ha sentido cómodo alejado de los focos. De hecho, no concede entrevistas y poco se sabe de su vida pero utiliza como pocos las redes sociales y la televisión de su partido, algo que ya le funcionó en el pasado. 

Populista radical, se le conoce en Austria por difundir decenas de bulos como que hay un plan de las "élites" para sustituir a la población europea blanca por inmigrantes, niega el cambio climático y llegó a decir que la Covid salió de un laboratorio y la calificó como "plandemia".

De hecho, no sólo no usó nunca mascarilla, tampoco se vacunó y recomendó tomar un medicamento para desparasitar caballos como alternativa al tratamiento convencional contra el coronavirus. 

Trayectoria

El líder del FPÖ creció en una pequeña localidad de Carintia y fue el primero de su familia en llegar a la universidad, donde estudió dos carreras, una de ellas Filosofía, pero que nunca terminó. Tampoco finalizó una formación militar posterior en un comando de montaña.

Su acercamiento a la ultraderecha austríaca llegó en su época universitaria. El ambiente izquierdista de la facultad le generó una fuerte aversión que lo llevó a admirar a Jörg Haider, histórico líder del FPÖ, a partir de 1995. 

Herbert Kickl celebra su victoria este domingo. Reuters

Durante años escribió los discursos de Haider y después fue la mano derecha del porterior líder Heinz-Christian Strache, el exvicecanciller que dimitió en 2019 por un gran escándalo de corrupción.

Si bien Herbert Kickl no destaca por su carisma personal, sí lo ha hecho como estratega y orador parlamentario, lo que le llevó a ascentro muy rápido dentro de un partido fundado por Anton Reinthaller, integrante de las SS con el número de miembro 292.775 y prisionero de guerra en Rusia durante dos años en la Primera Guerra Mundial. 

Cuando Haider fracturó el partido en 2005, Kickl se mantuvo leal al FPÖ y se unió al nuevo líder, Heinz-Christian Strache, a quien convirtió en una figura popular y condujo hasta el poder en 2017 cuando el partido formó una coalición con el partido popular ÖVP.

Tras los buenos resultados en 2017, el FPÖ cerró una coalición con el ÖVP de Sebastian Kurz y Kickl aceptó por primera vez un cargo público, el de ministro del Interior.

Aunque sólo duró dos años en este puesto, su trabajo aún tiene repercusiones para Austria debido a los polémicos cambios que realizó en el BVT, el servicio de Inteligencia interior del país, que llevaron a que otras agencias extranjeras dejaran de compartir informaciones con él. 

Varios responsables, incluidos aquellos que investigaban los vínculos del FPÖ con Rusia o con formaciones extremistas de derechas de Europa, fueron apartados del servicio e investigados.

La coalición saliente de conservadores y ecologistas tuvo que refundar el BVT y cambiarle el nombre (DSN) para recuperar la credibilidad ante sus socios internacionales y volver a establecer conexiones de Inteligencia. 



Tras el escándalo de corrupción de 2019 que hizo dimitir a Heinz-Christian Strache, el FPÖ se hundió en las encuestas, pero Kickl supo de nuevo leer la situación para sacar provecho político.

Frente a las medidas contra la pandemia de la Covid, como la vacunación obligatoria y numerosos confinamientos y el uso de mascarilla, Kickl se convirtió en el abanderado contra las restricciones y organizó manifestaciones multitudinarias contra el Gobierno austriaco.

De hecho, se negó entonces a utilizar mascarillas en el Parlamento, rechazó  las vacunas y recomendó utilizar en su lugar un desparasitador de caballos.

En 2021 fue elegido como nuevo líder del FPÖ y radicalizó aún más el discurso de su partido, defendiendo teorías de la conspiración y redoblando las críticas a la Unión Europea, al tiempo que calificó las sanciones occidentales contra Rusia tras la invasión de Ucrania como "una locura".