Zelenski pide a sus aliados el mismo apoyo que a Israel hasta que se cumpla la promesa de entrada a la OTAN
El nuevo secretario general de la Alianza viajó a Kiev en su primer viaje oficial para asegurar que “Ucrania está más cerca de la OTAN que nunca”.
4 octubre, 2024 02:20El primer viaje oficial de Mark Rutte como secretario general de la OTAN, apenas dos días después de asumir el relevo de Jens Stoltenberg, está cargado de simbolismo: fue a Kiev, la capital de Ucrania, con el foco cada vez más lejos de Europa, con el apoyo cada vez más frágil de los principales socios de la organización. El ex primer ministro de Países Bajos se reunió con su amigo Volodímir Zelenski para transmitirle un mensaje de esperanza. “Para mí”, dijo ayer Rutte, “era importante venir a Ucrania al comienzo de mi mandato para dejarles muy claro, a ustedes, al pueblo ucraniano y a todos los que están escuchando, que la OTAN está con Ucrania”.
Zelenski pudo escucharle decir que “Ucrania está más cerca de la OTAN que nunca”, que “Ucrania seguirá por este camino hasta que se convierta en miembro de nuestra Alianza”. No son palabras ligeras para un ucraniano. Muchos propagandistas rusos, partiendo de Vladímir Putin, sostienen que esta invasión responde a la voluntad occidental de aceptar a Ucrania en la Unión Europea y, sobre todo, la OTAN. La declaración de intenciones, pues, está llena de significado. Pero hay una razón más importante para resaltar las promesas de Rutte.
La semana pasada, Zelenski viajó a Estados Unidos para reunirse con el presidente Joe Biden y persuadirle con su “plan para la victoria”.
La ruta trazada incluía, a corto plazo, recibir más armas y más rápido para contrarrestar los feroces ataques contra su población y contra sus infraestructuras. También el permiso para golpear, con misiles de largo alcance occidentales, las posiciones dentro de Rusia desde las que las tropas de Putin atacan las ciudades ucranianas, algo que llena de frustración a una resistencia que siente que lucha “con una mano atada a la espalda” contra una potencia nuclear. También una agenda clara que acelere la entrada de Ucrania en la OTAN, una idea que espanta a casi todos sus miembros, temerosos de una guerra directa con Rusia.
Lo cierto es que, en los días previos a la reunión en la Casa Blanca, Zelenski dio señales de pesimismo.
“Rusia entiende que Ucrania está en apuros, excluida de la Unión Europea y de la OTAN, con casi un tercio de su territorio ocupado”, lamentó en una extensa entrevista para la revista The New Yorker. “Rusia podría decidir que es suficiente y atacar, de todos modos, a Polonia, quizá en respuesta a alguna provocación de Bielorrusia. Así que dos años y medio de apoyo e inversión de Estados Unidos, de los que estamos muy agradecidos, pueden multiplicarse por cero. Tendría que invertir desde cero en una guerra de un calibre totalmente diferente. Los soldados estadounidenses lucharían en ella, y esto, debo decir, beneficiaría enormemente a Rusia”.
Zelenski, sin embargo, se fue de Estados Unidos sin un compromiso firme de su principal aliado con las líneas maestras de su plan, y con la perspectiva de que una victoria de Trump en las elecciones de noviembre empinaría más la cuesta. El candidato republicano, con quien se reunió en Nueva York, situó la amistad ucraniana al nivel de la rusa, y no sólo eso: Trump presionó a Kiev para negociar en unas condiciones favorables para el Kremlin. En este contexto, pues, Zelenski agradeció la visita de Rutte, pero pidió más al bloque occidental.
“Vemos cómo en Oriente Próximo es posible proteger la vida de las personas gracias a la unidad de los aliados”, dijo. “El derribo conjunto de misiles iraníes no es diferente del derribo de misiles rusos, y ambos regímenes van de la mano”. Pidió, en resumen, que mientras se dan los pasos hacia la OTAN, tengan medios para garantizar su supervivencia.
En el frente, entre tanto, escasean las noticias para el entusiasmo. Zelenski resalta, con frecuencia, la ventaja estratégica que les conceden las exitosas incursiones en territorio ruso, en el área de Kursk. Pero la rendición de Vuhledar, reducida a escombros por los invasores tras dos años de defensa numantina, es vista a ojos de algunos analistas como un indicio de desmoronamientos de la resistencia ucraniana, a la defensiva en el Donbás.
El mando militar del este de Ucrania aseguró el miércoles que ordenó la retirada de esa ciudad minera “para preservar el personal y el equipo militar”. “Las fuerzas rusas han ganado territorio en agosto y septiembre a un ritmo no visto desde 2022”, le dijo Pasi Paroinen, experto del Black Bird Group, a The Washington Post, para un reportaje con un titular contundente: El este de Ucrania se tambalea ante las tácticas mejoradas y la superior potencia de fuego de Rusia. En este contexto viajó Rutte a una Ucrania acuciada por las adversidades.