Artilleros de la Guardia Nacional ucraniana cerca de la ciudad de Pokrovsk, en el Donbás.

Artilleros de la Guardia Nacional ucraniana cerca de la ciudad de Pokrovsk, en el Donbás. Serhii Nuzhnenko Reuters

Europa UCRANIA

En Ucrania ya avisan de cómo el "consentimiento silencioso" de Europa y EEUU a Rusia se les puede volver en contra

10 octubre, 2024 01:54
Kiev (Ucrania)

“Una parte de la sociedad ucraniana está empezando a perder la paciencia con Occidente”. La frase no la pronuncia un miembro del Gobierno de Volodímir Zelenski. Tampoco un alto cargo militar. Ellos quizás la piensen, pero es un asunto delicado. No procede. Quien la dice –porque él sí la puede decir– es Serhiy Prytula, presidente de una de las principales fundaciones puestas en marcha por la sociedad civil ucraniana para combatir al ejército ruso y una de las personas que ejerce de nexo entre el frente y los habitantes de ciudades como Kiev, Leópolis u Odesa.

Basta ver los números para comprender la importancia que ha alcanzado la Serhiy Prytula Charity Foundation. Hasta la fecha ha recaudado 200 millones de dólares y enviado alrededor de 30.000 drones –de toda índole– a las unidades que combaten en el este, 400 vehículos de combate y 150 lanchas para las operaciones acuáticas que se llevan a cabo en el delta del Dnieper. Y la guinda del pastel: un satélite puesto en órbita en 2022 para facilitar las labores de los servicios de inteligencia ucranianos.

Dicho de otro modo: la Serhiy Prytula Charity Foundation está muy bien relacionada.

“Los ucranianos no somos estúpidos”, dice Prytula, visiblemente contrariado, durante una charla mantenida con representantes de varios periódicos europeos, entre ellos EL ESPAÑOL, en su despacho. Un espacio situado en la última planta de un céntrico edificio de Kiev cubierto de sacos terreros y por el que no paran de moverse voluntarios trasladando cajas en las que se pueden leer los nombres de diferentes zonas del frente: Pokrovsk, Kupiansk, Lyman, Velyka Novosilka. “Miramos a nuestro alrededor y vemos lo rápido que envían armas países como Irán o Corea del Norte, que honran su alianza con Rusia, mientras nosotros tenemos que esperar un maldito año para recibir un puñado de tanques y más de dos para conseguir unos pocos F-16”.

“Los ciudadanos del resto de Europa tienen que entender –añade– que cada hora de retraso, cada día de retraso, cada semana de retraso le cuesta la vida a nuestros padres, a nuestros hermanos, a nuestros hijos”, explica. Una frase que remite a una encuesta reciente según la cual el 77% de los ucranianos ha perdido amigos o conocidos en la guerra, y el 22% a un familiar directo.

Tras el desahogo, Prytula aclara que los ucranianos están “muy agradecidos” a Occidente por toda la ayuda recibida y, sobre todo, contentos de no estar solos en su batalla contra Rusia. Pero advierte que cada vez son más quienes se preguntan –viendo la eterna negociación en torno a los envíos de armamento y los vaivenes del bloque comunitario al respecto– si todas esas declaraciones de intenciones relacionadas con la entrada en la OTAN no serán promesas vacías de contenido.

“Y creedme: si el descontento hacia Occidente sigue creciendo, Europa se enfrentará a un escenario muy complicado”, sentencia.

La última frase de Prytula, cuya charla con el grupo de periodistas europeos tiene lugar un día después de la retirada de las tropas ucranianas de Vuhledar, encuentra su eco en las impresiones recogidas por el corresponsal de la revista The Economist.

“Efectivamente, una Ucrania disfuncional podría convertirse en un vecino peligroso”, afirma el periodista anglosajón en un artículo publicado a principios de octubre. “Si los ucranianos se sienten traicionados, Vladímir Putin podría radicalizar a toda una serie de milicias experimentadas en el campo de batalla y lanzarlas contra Occidente y la OTAN”.

Todavía más contundente que Prytula se muestra el jefe de una unidad de drones llamado Yuriy Fedorenko. Al ser preguntado por el corresponsal de la revista británica, afirmó que “Occidente, y Estados Unidos en particular, tienen una responsabilidad inequívoca en la muerte de ucranianos”.

Su reflexión arroja sombras sobre los números ofrecidos recientemente por el general Volodímir Horbatiuk, quien ha declarado que actualmente mueren seis rusos por cada combatiente ucraniano. Una ecuación aliñada con las cifras transmitidas desde Washington, donde aseguran que la guerra se ha cobrado la vida de 100.000 rusos y ha dejado a otros 430.000 heridos.

Con todo, según las últimas estimaciones las tropas de Moscú superan en 90.000 hombres a las de Kiev –450.000 versus 540.000– y no son pocos los rusos que han acudido a luchar voluntariamente. “Nos matan abiertamente mientras Occidente da su consentimiento silencioso con una respuesta tan impotente como ineficaz”, sentencia Fedorenko.

Preguntado por el futuro de la guerra, Serhiy Prytula, que conoce personalmente a muchos de los comandantes que se encuentran dirigiendo operaciones en el este del país, dice que dependerá en buena medida de si Estados Unidos querrá seguir manteniendo su apoyo tras las elecciones del próximo mes de noviembre. “Si no lo hace, la situación se complicará mucho”. En cualquier caso, asegura, “seguiremos luchando”.