El Gobierno de Corea del Sur está meditando seriamente el envío de una delegación de su inteligencia militar a Ucrania para seguir de cerca a los norcoreanos que, de acuerdo con las autoridades del país ocupado, están operando al servicio de Putin.
El propósito de los surcoreanos, explican fuentes institucionales a la agencia de noticias nacional, sería “supervisar las tácticas y la capacitación de combate de las fuerzas especiales norcoreanas enviadas para apoyar a Rusia”. Si Seúl da este paso adelante, con el visto bueno de Kiev, sus hombres no sólo podrían analizar el comportamiento de sus hostiles vecinos sobre el terreno, sino interrogar a los soldados capturados.
La intensificación de los apoyos surcoreanos a la resistencia no quedaría aquí. Las fuentes consultadas en esta información barajan, incluso, el envío de armamento letal a través de terceros, así como armas defensivas de manera directa. Esto encajaría con los planes conocidos del presidente Yook Suk-yeol, bautizados como “medidas por fases”, y planteados al secretario general de la OTAN, Mark Rutte, durante su conversación telefónica del pasado lunes.
“La invasión rusa de Ucrania y el alineamiento temerario entre Rusia y Corea del Norte han vuelto a confirmar que la seguridad de las regiones del Indo Pacífico y del Atlántico están indisolublemente conectadas”, esgrimió Yoon a Rutte, de acuerdo con el comunicado posteriormente publicado por su gabinete. “Esto socava el orden internacional basado en las normas, amenaza a la paz en la península de Corea y a nivel global, y nuestro Gobierno nunca dejará que suceda sin hacer nada al respecto”.
El lunes sucedieron dos eventos relevantes. Por un lado, la Cancillería surcoreana convocó al embajador ruso en el país asiático para expresar su descontento sobre el traslado de tropas norcoreanas a territorio ruso con el aparente objetivo de que sean transferidos al frente en Ucrania para apoyar a Moscú en la invasión. Por otro, Yoon se reunió en Seúl con el ministro de Exteriores británico, David Lammy, a quien transmitió la información que posee sobre el envío de tropas norcoreanas. Algunas fuentes apuntan que llegan hasta los 12.000 soldados en el frente, y unos 1.500 a la espera de nuevos movimientos.
Corea del Sur, en esta reunión, ya expresó su deseo de seguir reforzando lazos en materia de seguridad en el actual contexto global. Esto atendería las peticiones del presidente Volodímir Zelenski, desgastado por el goteo insuficiente de suministros occidentales para la guerra contra Rusia.
Ayer, el líder de la resistencia pidió a sus aliados "no esconderse" y responder a la altura del “desafío”. Su “plan para la victoria” recibió una fría acogida en Estados Unidos, con la clase política centrada en las elecciones de dentro de dos semanas, y en Reino Unidos, Francia y Alemania. La situación es cada vez más difícil en el frente, mientras tanto, y el invierno promete empeorarla.
El Parlamento Europeo, en cualquier caso, aprobó ayer un crédito de hasta 35.000 millones de euros para Ucrania que el deudor pagará con los beneficios de activos rusos inmovilizados por las sanciones. Esta ayuda macrofinanciera forma parte de una iniciativa del G7 acordada en junio para proporcionar hasta 45.000 millones de euros a Ucrania para que financie sus necesidades militares y mantenga a flote sus cuentas. Aproximadamente 210.000 millones de euros del Banco Central de Rusia están dentro la Unión Europea y siguen paralizados como parte de las sanciones impuestas por la invasión de Ucrania en febrero de 2022.
El problema que Kiev enfrenta es que el apoyo llega a paso lento contra una Rusia en economía de guerra, con más de 100.000 millones de euros destinados a los esfuerzos militares, y con abundantes y continuos suministros de sus aliados, especialmente Irán y Corea del Norte.