Georgia se está hundiendo en una crisis política que podría alejar al país del sueño europeo. Esta tarde del lunes, miles de georgianos se congregaron frente a la sede del Parlamento en Tiflis (la capital), para protestar contra la victoria del partido gobernante, el prorruso Sueño Georgiano, en las elecciones del sábado. Unos resultados que han sido puestos en duda por la oposición, pero no sólo: también por la OTAN y la Unión Europea.
El domingo, la presidenta georgiana, Salomé Zourabichvili, rechazó los resultados ofrecidos por la Comisión Electoral Central que daban la victoria, con un 54% de los votos, a la formación que lleva al frente del país desde hace 12 años. "Hemos sido testigos y víctimas de una operación especial de Rusia", dijo la jefa de Estado, cuyas funciones son prácticamente ceremoniales. La acusación fue compartida por los líderes de la oposición -cuatro partidos políticos unidos en la causa de acercar a Georgia a Occidente, pero divididos en la fórmula-, que repitieron la idea de que había habido "fraude total", "robo de votos" y un "golpe institucional".
El descontento y la indignación se trasladaron a las calles después de que Zourabichvili -enfrentada desde hace meses con el Ejecutivo por su deriva autocrática y antioccidental- invitase a los ciudadanos a alzarse contra "unos resultados ilegítimos" en su primer discurso. Durante las protestas, a las que se calcula que asistieron 15.000 personas, la jefa de Estado declaró entre los gritos de apoyo que "nos han robado el futuro". No obstante, juró que estará junto a los georgianos "por el camino europeo hasta el final".
Asimismo, la presidenta anunció que había hablado con seis presidentes de otros países sobre la situación y que "ninguno reconoció las elecciones" en las que ganó la formación oficialista.
Lo cierto es que durante la jornada electoral, varias organizaciones de monitoreo locales e internacionales -entre ellas la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE)- denunciaron una serie de infracciones que podrían haber afectado al resultado, como la manipulación de papeletas o la intimidación de los votantes. Hubo, de hecho, episodios violentos en varios centros de votación.
Ninguno de los observadores ha apuntado directamente al fraude electoral, pero sí al "retroceso democrático" del país. La OTAN, por su parte, se ha hecho eco de las dudas que pesan sobre las elecciones parlamentarias y ha subrayado la "falta de confianza pública" en el resultado. La Unión Europea, en cambio, sí se ha mostrado más contundente y ha denunciado una campaña de desinformación rusa y de retórica antieuropea "sin precedentes". Así, tanto la Alianza Atlántica como Bruselas han pedido que se investiguen las posibles irregularidades.
A pesar de ser una opinión generalizada, el primer ministro húngaro, Viktor Orbán, se ha desmarcado totalmente del bloque. Al poco de conocerse los resultados, el mandatario reconoció la victoria de Sueño Georgiano. No contento con eso, el lunes escenificó su apoyo a la formación afín al Kremlin con una visita a Tiflis, aprovechando que su país ostenta la presidencia de turno del Consejo de la UE.
Por su parte, el Kremlin acusó a fuerzas externas -en alusión a Estados Unidos y la UE- de intentar desestabilizar la situación en la nación caucásica al poner en cuestión la limpieza de los comicios, recoge Efe.
La adhesión, congelada
Las encuestas señalan que el 80% de la población de Georgia está a favor de entrar en la Unión Europea. Sin embargo, Sueño Georgiano, que llegó al poder en 2012, se ha ido volviendo cada vez más autoritario y ha hecho todo lo posible por frenar el avance europeo con políticas cada vez más conservadoras y alineadas con las del Kremlin. El caso más claro es, quizá, la adopción de una ley de agentes extranjeros similar a la que hay en Rusia, pero también la normativa contra la "propaganda LGTB".
Precisamente por estas políticas, que se alejan de los valores del bloque, Bruselas congeló en verano el proceso de adhesión de Georgia, que había recibido el estado de país candidato en diciembre del año pasado.