E. Lavilla
Agencias
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El tribunal penal de Aviñón ha condenado a 20 años de cárcel a Dominique Pelicot, marido de Gisèle, culpable de drogar y violar repetidamente a su esposa durante casi una década, y de invitar a docenas de desconocidos a violar su cuerpo inconsciente en su casa. Se trata de la pena máxima en Francia por violación agravada.

La Corte ha declarado culpables a los 51 acusados de las violaciones y agresiones a Gisèle Pelicot. El Tribunal de Aviñón dictaminó que todos son culpables de distintos delitos, aunque en algunos casos rebajó el nivel de penas respecto a los cargos solicitados por la Fiscalía.

Las penas emitidas contra los 51 acusados de las violaciones y agresiones bajo sumisión química a Gisèle Pelicot oscilaron entre los 3 y los 20 años de prisión, con el exmarido de la víctima, Dominique, sentenciado a la pena mayor, aunque cuando complete dos tercios de la condena podría optar a la libertad condicional.

Pelicot condenado a 20 años, la pena máxima por drogar, violar y grabar a su mujer de forma continuada.

Varios de los acusados con las penas menos severas tampoco deberán ingresar en prisión y, en general, aunque todos fueron declarados culpables de distintos delitos, las condenas dictadas fueron inferiores a lo solicitado por la Fiscalía, según informa Efe.

Dominique Pelicot, de 72 años, era el cerebro de las múltiples violaciones que sufrió la víctima, su exmujer y con quien estuvo casada durante 50 años. Él abusó de ella y la puso en peligro de muerte de 2011 a 2020, drogándola con altas dosis de ansiolíticos e invitando a otros hombres a que la violaran, tras haberlos contactado en internet.

La menor pena solicitada por la Fiscalía, de 4 años, es para otro hombre que está acusado de agresión sexual, sin cargos de violación. El resto se enfrentan a solicitudes de condenas que van de los 10 a los 18 años de cárcel por violación agravada.

La reacción de Gisèle

En su primera declaración tras el fallo, Gisèle Pelicot aseguró que respeta las sentencias pronunciadas contra sus agresores, al tiempo que dijo que su proceso sirve también para "las víctimas no reconocidas".

"En estos momentos pienso en las víctimas no reconocidas cuyas historias quedan en la sombra, quiero que sepan que compartimos la misma lucha", aseguró en el tribunal de Aviñón poco después de que se dictaran las sentencias contra los 51 condenados.

La víctima leyó una breve declaración ante los medios y solo al final, a preguntas de una periodista, señaló: "Respeto a la corte y la decisión".

Lo dijo después de que muchas de las personas que habían acudido a la puerta del tribunal para darle su apoyo mostraran su decepción por las penas dictadas, en la mayoría de los casos muy inferiores a las que había pedido la Fiscalía.

Sin embargo, Gisèle Pelicot evitó entrar en valoraciones en su primera declaración y prefirió enviar un mensaje conciliador.

"He querido, al abrir las puertas de este proceso, que la sociedad hiciera suyos sus debates. No lo he lamentado en ningún momento", dijo la víctima, que peleó para que las audiencias en el tribunal fueran públicas incluso cuando se proyectaban algunos de vídeos de las violaciones grabados por su marido.

"Tengo confianza ahora en nuestra capacidad de afrontar colectivamente un futuro en el que todos, hombres y mujeres, puedan vivir en armonía con respeto y comprensión mutua", agregó.

Pelicot agradeció todas las muestras de apoyo que ha recibido a lo largo del proceso y dijo que le dieron "fuerza para acudir cada día a la audiencia".

También tuvo palabras de agradecimiento para sus abogados, los periodistas, las asociaciones de ayuda a las víctimas pero, sobre todo, para su familia, sus tres hijos y sus cuatro nietos: "Ellos son el futuro y por ellos he querido llevar adelante este combate".

Gisèle Pelicot, de 72 años, es ya un símbolo feminista a nivel global, al decidir que el juicio fuera público "para que la vergüenza cambie de bando". De hecho, se ha convertido en una de las mujeres más influyentes del año y miles de personas en todo el mundo se han manifestado por ella y por las víctimas de violación.

En la pequeña ciudad de Aviñón, de hecho, es parada constantemente por ciudadanos, especialmente mujeres, que la animan a seguir su lucha, que pasa también por un cambio legislativo para que el consentimiento sea el elemento central de toda relación sexual entre dos personas, como ya ocurre en países como España.