
Sexto día de protestas contra Erdogan por encarcelar al alcalde de Estambul, el opositor más popular de Turquía
Los socialdemócratas organizaron una votación simbólica que reunión 15 millones de apoyos para que Imamoglu sea su candidato en 2028.
Más información: La detención del principal rival de Erdogan sólo es la punta del iceberg de la escalada de represión en Turquía
Las protestas contra el Gobierno de Recep Tayyip Erdogan siguen sumando más y más manifestantes tras el encarcelamiento de Ekrem Imamoglu, alcalde de Estambul y principal rival del presidente islamista. La oposición acusa a las autoridades de instrumentalizar la Justicia para pasar por encima de su adversario más fuerte de cara a las elecciones de 2028.
Desde la detención del edil el pasado miércoles, cientos de miles de ciudadanos han tomado las calles, desafiando las restricciones impuestas por Erdogan. La tensión se agravó el domingo cuando Imamoglu fue enviado a prisión preventiva bajo acusaciones de corrupción, manipulación de licitaciones y presuntos vínculos con el terrorismo. El propio alcalde ha rechazado las imputaciones, considerándolas un intento de anular su candidatura presidencial.
Las manifestaciones se han convertido en las más multitudinarias en Turquía desde hace una década. En la jornada del domingo, la Policía recurrió a gases lacrimógenos y balas de goma para dispersar a los manifestantes, mientras que el Ministerio del Interior informó de la detención de más de 1.100 personas desde el inicio de las movilizaciones. Paralelamente, el socialdemócrata CHP organizó una votación simbólica en la que se emitieron alrededor de 15 millones de papeletas en apoyo a Imamoglu como candidato presidencial.
Erdogan ha calificado las protestas como una "ola de violencia" y ha acusado a la oposición de incitar disturbios. "El principal partido opositor es responsable de los policías heridos, los comercios atacados y los daños al patrimonio público. Responderán ante el Parlamento y la Justicia", aseguró tras una reunión de gabinete en Ankara. El ministro del Interior, Ali Yerlikaya, también ha endurecido el discurso, denunciando que algunos manifestantes están "amenazando la seguridad nacional".
La crisis política ha tenido un efecto inmediato en la economía turca, por otra parte. La Bolsa de Estambul sufrió una caída abrupta la semana pasada, con una depreciación de la lira turca que obligó al Banco Central a intervenir con la venta de divisas por un monto superior a los 20.000 millones de dólares. La inflación, que ya ronda el 40%, y el malestar económico han amplificado el descontento en sectores que tradicionalmente apoyaban al partido gobernante, el AKP de Erdogan, como los pequeños comerciantes.
Las reacciones internacionales han sido discretas. Mientras que algunos líderes europeos como el canciller alemán Olaf Scholz han manifestado su "preocupación", otros gobiernos han optado por el silencio, conscientes del papel estratégico de Turquía en la OTAN y en conflictos internacionales como el de Ucrania y Oriente Medio. Estados Unidos ha tratado el asunto como una "cuestión interna", evitando confrontaciones con Erdogan.
¿Símbolo de la resistencia?
Imamoglu, de 53 años, se alzó con la alcaldía de Estambul en 2019, arrebatándole a Erdogan el control de la ciudad más grande y pujante del país. Su reelección en 2024 consolidó su popularidad, proyectándolo como la figura más sólida para disputar la presidencia al actual mandatario.
El gobierno ha justificado su detención alegando que mantuvo acuerdos políticos con el partido DEM, de orientación prokurda, insinuando un vínculo indirecto con el grupo armado Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK). La falta de pruebas sólidas y la utilización de testigos cuya identidad no ha sido revelada han alimentado las sospechas de que la detención responde a una estrategia para apartarlo de la contienda electoral.
El encarcelamiento de Imamoglu, pues, marca un punto de inflexión en la política turca. Lejos de debilitarlo, la percepción de que es víctima de una persecución podría consolidarlo como el símbolo de resistencia ante el gobierno de Erdogan. Dentro del AKP también se han evidenciado fisuras, con algunos sectores preocupados por el coste político de una estrategia que podría galvanizar a la oposición.