Durante la campaña electoral Donald Trump acusó a su rival Hillary Clinton de tener el “gatillo fácil”, en referencia a su legado de “sufrimiento y destrucción” en Irak, Siria y Libia como secretaria de Estado. El entonces candidato republicano prometió que si llegaba a la Casa Blanca apostaría por una política exterior basada en la “diplomacia y no en la destrucción”.
La hemeroteca y el número de civiles muertos en la guerra contra el Estado Islámico en Siria e Irak han borrado cualquier rastro de la retórica antibelicista del presidente de EEUU. En los seis meses que Trump lleva en el Despacho Oval, los llamados ‘daños colaterales’ de los bombardeos de la coalición internacional se han disparado hasta cifras récord.
Las estadísticas recopiladas por Airwars, una organización sin ánimo de lucro que vigila la ofensiva contra los enclaves del yihadismo en Irak y Siria, muestran un pronunciado crecimiento en los primeros meses del año. Concretamente, marzo fue el mes más mortífero para la población civil de Irak con un total de 1.212 fallecidos Sólo 152 de las víctimas en ese periodo han sido confirmadas. En Siria fueron 453 los muertos en el mismo mes.
El Mando Central del Ejército de EEUU (Centcom) sólo ha admitido 484 civiles muertos hasta finales del mes de abril dentro de los bombardeos de la operación ‘Inherent Resolve’ porque calcula sólo los incidentes que ha sido capaz de investigar y confirmar.
Tres años de ofensiva
Las estimaciones apuntan que el 60% de las víctimas confirmadas corresponden únicamente a los tres primeros meses de la administración Trump. La operación, que busca neutralizar los santuarios y centros de operaciones del ISIS, empezó hace tres años.
La razón más evidente para el recrudecimiento de la ofensiva para recuperar Mosul, último bastión en Irak cerca de ser recuperado, y Raqa, la capital del autodenominado califato.
Un solo ataque el pasado 17 de marzo en la ciudad iraquí terminó con la vida de al menos 105 civiles. El Pentágono admitió que “la explosión secundaria de material explosivo del Estado Islámico en un edificio de la ciudad iraquí precipitó el derrumbe de la estructura” matando a la mayoría de las personas que estaban en el interior. El objetivo era eliminar a dos miembros del grupo terrorista.
Este mismo martes al menos otros 42 civiles se han unido a estas estadísticas tras el bombardeo de un centro de detención de los yihadistas en la ciudad de Al Mayadin, según ha denunciado el Observatorio Sirio de Derechos Humanos.
No se trata sólo de derrotar al Estado Islámico, también hay que proteger y asistir a los civiles que han sufrido el califato durante más de tres años
Los organismos en defensa de los derechos humanos se preguntan si el aumento de las muertes está relacionado con los cambios en los procedimientos para elegir los lugares que se bombardean. Una modificación en las reglas de combate autorizada en diciembre de 2016, todavía con Obama en el poder, permitía que algunos ataques aéreos fueron autorizados directamente desde el terreno, sin necesidad de la aprobación previa del mando de operaciones.
El presidente Trump ha seguido esta línea otorgando más poder al Pentágono en la toma de decisiones militares. “Hacer más fácil decidir bombardeos dejará más desprotegidos a los civiles y aumentando las posibilidades de que resulten heridos o muertos”, defendía Lama Fakih, en un informe de Human Rights Watch.
La subdirectora para Oriente Próximo de esta ONG también expresaba su “preocupación” sobre cómo se está librando la batalla: “No se trata sólo de derrotar al Estado Islámico, también hay que proteger y asistir a los civiles que han sufrido el califato durante más de tres años”.
Armas letales y prohibidas
Al margen de los bombardeos aéreos, las fuerzas de la coalición también estarían usando fósforo blanco, un arma prohibida internacionalmente, según ha denunciado Human Rights Watch. “No importa cómo se use, supone un gran riesgo de daños horribles y de larga duración en ciudades muy pobladas”, explica a EL ESPAÑOL la especialista en armas de HRW Mary Wareham.
Este tipo de munición se usa en las guerras para crear una pantalla de humo e impedir la visibilidad al enemigo pero su componente químico puede ser letal para la población y la exposición a esta bomba incendiaria provoca quemaduras graves. La inhalación del humo que genera el fósforo blanco también puede ser mortal.
EEUU no ha detallado de forma oficial si usa fósforo blanco en sus operaciones militares en Siria e Irak pero el Washington Post ha publicado imágenes de una unidad de los marines equipada con proyectiles de este tipo y varios vídeos en redes sociales apuntalan esta teoría. “No hay constancia de que el Estado Islámico o las fuerzas sirias tengan acceso a esta arma de fabricación estadounidense”, añade Wareham.