El ministro de Exteriores saudí visita España para vender la modernización del país y niega una purga política por parte del príncipe heredero.
La noche del 3 de noviembre Saad Hariri aterrizó con su jet privado en Riad como primer ministro del Líbano. Los primeros en saludarle a pie de escalerilla fueron unos policías saudíes que le confiscaron el teléfono móvil y le trasladaron a una localización indeterminada de la capital.
Este sábado, Hariri llegará a París a invitación de Emmanuel Macron tras haber anunciado su dimisión por televisión desde Arabia Saudí, a donde había viajado tras una llamada urgente del rey Salman. Aunque muchos ven la mano del príncipe heredero MbS (Mohamed Bin Salman) tras la rocambolesca y oscura historia de su presunta detención y dimisión a distancia, la poderosa monarquía tira del ‘no sabe no contesta’.
“Hariri nació en nuestro país. Ha sido es y será un aliado. Le hemos apoyado siempre como primer ministro y la decisión de ir donde quiera es completamente suya. Es libre”. El ministro de Exteriores saudí, Adel Al Jubeir, zanjaba así el ‘affaire Hariri’ en un encuentro con este diario. El canciller, que se ha reunido este viernes en Madrid con Alfonso Dastis, sostiene que “no quiere ni deja de querer” ver a otra persona al mando del Líbano pero achaca la dimisión de Hariri a la intromisión de Hezbolá, que forma parte de la coalición de Gobierno del Líbano: “Esta organización terrorista ha secuestrado el sistema político y amenaza la estabilidad del país y de la región”.
Adel Al Jubeir ha rechazado de plano la versión ofrecida por Hassan Nassrallah. El líder de Hezbolá aseguró que no hay ninguna razón interna para la dimisión del primer ministro libanés y que la forma en la que se produjo la renuncia de Hariri, en un mensaje grabado por la televisión saudí Al Arabiya, demuestra que la interferencia de Riad en este movimiento táctico es evidente. “Nassralah miente cuando dice que Hariri es rehén de nuestro país, confunde la realidad con la ficción, miente y, además, trabaja con los iraníes”, argumenta el canciller saudí.
En paralelo a esta dimisión presuntamente teledirigida por la monarquía saudí, el príncipe MbS llevó a cabo hace unas semanas una ‘noche de cuchillos largos’ en la que ha puesto a disposición judicial a una decena de altos funcionarios y miembros de la corte acusados de corrupción y malversación de caudales públicos.
“No se trata en absoluto de una purga ni nadie se está deshaciendo de sus adversarios políticos”, defiende Al Jubeir. “Se ha actuado cuando la Justicia ha documentado las evidencias suficientes de que se han apropiado de millones de dólares de dinero de del pueblo saudí. El rey Salman ya advirtió que aplicaría la mano dura contra la corrupción”. La lucha contra esta lacra es uno de los puntos clave de ‘Vision 2030’, la hoja de ruta ideada por MbS para lavar la cara de esta petromonarquía.
El responsable de Exteriores saudí, que fue embajador en Washington entre 2007 y 2015, defiende que hay que “perseguir a los corruptos caiga quien caiga” y rechaza cualquier injerencia del Estado en la Justicia: "Es irónico pero si no hubiéramos hecho nada nos acusarían de ser un nido de corruptos, si actuamos dicen que somos una dictadura".
Apertura económica
La visita de Al Jubeir a nuestro país forma parte de la estrategia aperturista que el todopoderoso MbS quiere vender en el mundo para atraer la inversión extranjera y superar la dependencia del petróleo: “No podemos avanzar si no adoptamos un islam moderado que sea inclusivo y tolerante. No habrá progreso en nuestro país si dejamos atrás a la mitad de la población”.
Para colocar este mensaje y conseguir que Occidente se lo crea, Arabia Saudí ha permitido que las mujeres puedan conducir. Aunque se trata de una conquista histórica para esa "mitad de la población", la medida está lejos de conseguir que las mujeres saudíes sean ciudadanas de pleno derecho. Sigue vigente un sistema de tutela masculina por el que cada mujer depende de un ‘hombre guardián’ para tomar decisiones como tramitar un pasaporte o acceder a una beca.
Aunque las organizaciones de derechos humanos mantienen que en Arabia Saudí persise un “apartheid de género”, el ministro de asuntos Exteriores proclama que “con el carné de conducir para las mujeres llegará la libertad y es un síntoma de la igualdad de género”. A preguntas de EL ESPAÑOL, Al Jubeir admite que el avance no sólo es una cuestión de derechos civiles: "Ya no tendrán que recurrir a chóferes y además de ahorrar, habrá menos coches en la carretera y por lo tanto menos contaminación”.