El desalojo de siete famílias de un barrio del este de Jerusalén ha sido el detonante de la nueva escalada de violencia entre Israel y Palestina. Lo que empezó como una serie de disturbios contra los planes de desalojo en Sheikh Jarrah ha terminado en un nuevo episodio de guerra, con el lanzamiento de cohetes desde la Franja de Gaza hacia Israel, y la respuesta por parte de las fuerzas israelíes con ataques aéreos y terrestres sobre Gaza.
La cifra de muertos en Gaza asciende ya a 119, entre ellos 31 niños, tras la masiva ofensiva israelí desde tierra y aire de esta madrugada, informó el Ministerio de Sanidad del enclave. Además, el número de heridos palestinos asciende ya a 830, mientras que entre los fallecidos hay 19 mujeres, concretó el portavoz de Sanidad, Ashraf Al Qedra. Del lado israelí, han muerto 9 personas, entre ellas una niña.
Sheikh Jarrah es un barrio arbolado de casas de piedra arenisca, consulados extranjeros y hoteles de lujo, que se encuentra a unos 500 metros de la Puerta de Damasco de la Ciudad Vieja. Lleva el nombre de un médico personal de Saladino, el conquistador musulmán que arrebató Jerusalén a los cruzados en 1187.
Para entender el papel primordial del barrio de Seikh Jarrah en esta nueva ola de conflictos hay que recular a 1948, cuando, tras la primera guerra árabe-israelí, Jerusalén se dividió en dos: Jerusalén este, controlada por los árabes, y Jerusalén oeste, por los israelíes. La parte oriental se quedó en manos de Jordania hasta 1967, cuando, durante la Guerra de los Seis Días, Israel tomó el control efectivo de toda la ciudad.
Israel se apoderó entonces de la Ciudad Vieja y desde ese momento, Israel considera a toda Jerusalén como su capital, incluida Sheikh Jarrah, en el que está la tumba de un antiguo sumo sacerdote, venerado por los judíos.
Los palestinos viven en la mayoría de las casas de Sheikh Jarrah, pero los colonos israelíes se han mudado a algunas de esas propiedades a lo largo de los últimos años, alegando que eran propiedad de judíos antes de la guerra árabe-israelí de 1948.
Ese año, la división de Jerusalén obligó a los palestinos que vivían en el oeste y a los judíos que vivían en el este a abandonar sus casas. Sin embargo, a lo largo de los años, numerosas familias palestinas se han visto desalojadas de sus casas con el amparo de dos controvertidas leyes israelíes.
Según la Ley de Propiedad de Ausentes, Israel puede adueñarse de la propiedad de los palestinos que hayan abandonado sus casas durante el conflicto. Además, la Ley de Asuntos Legales y Administrativos permite a los judíos reclamar una casa siempre que puedan demostrar su propiedad anterior a 1948. Sin embargo, lo contrario no ocurre: los palestinos no pueden reclamar sus propiedades en el oeste de la ciudad.
Esto fue lo que desencadenó las protestas en Sheik Jarrah, con siete familias amenazas con un desahucio después de que colonos judíos reclamaran las tierras, con una demanda en los tribunales. Tras un primer fallo a favor de los colonos, las protestas se desataron en la ciudad. El Tribunal Supremo tenía que tomar una decisión en firme unos días después, pero el estallido de violencia hizo que aplazar la vista.
"Israel no estará satisfecho hasta que me eche de la casa en la que he vivido casi toda mi vida", ha dicho Nabil al-Kurd, de 77 años, a la agencia Reuters. él es uno de los muchos palestinos que enfrentan el desalojo de la calle Othman Ibn Affan del vecindario después de una larga batalla legal.
La mitad de su casa está ocupada por colonos israelíes después de una batalla legal en 2009. Un muro lo separa a él ya su familia de los colonos, y sus esperanzas de quedarse están puestas en la Corte Suprema de Israel. "Nuestras familias vinieron aquí como refugiados. Todo está ocurriendo de nuevo", señala Khaled Hamad, de 30 años.
La disputa va más allá de la propiedad de las casas, se trata de la lucha por uno de los puntos centrales de todo el conflicto árabe-israelí y se resume en el destino de Jerusalén. Israel siempre ha considerado toda la ciudad como la capital del estado aunque la comunidad internacional no lo reconoce en su totalidad. Por parte de los palestinos se reclama Jerusalén Este como la futura capital de un país independiente.
"No quieren árabes aquí, ni en Jerusalén Este", señaló al The New York Times Abdelfatah Skafi, de 71 años, uno de los palestinos que enfrenta el desalojo, durante una protesta esta semana. "Quieren expulsar a los árabes, y así podrán rodear la Ciudad Vieja".
Perder su peso en Seikh Jarrah, significaría para los palestinos una pesada derrota en la pugna por Jerusalén, por ello, lo han convertido en su última trinchera de resistencia.