Henrique Cymerman (Oporto, 1959) ha escrito un libro, el quinto de su carrera. Se llama Conversando con el enemigo (Nagrela Editores). Y sería imposible saber quién es ese enemigo si no fuera porque él es un famoso periodista judío y, también, israelí. Incluso así es imposible asignarle a él mismo un enemigo, conocido de su carácter personal y, sobre todo, su capacidad de separar el ámbito personal del profesional.
Hace ya más de 45 años que hizo aliá y dejó la casa de sus padres para establecerse en Israel. Ya había decidido que emigraría al estado judío, pero no tan pronto. Su estancia estaba prevista para unos meses, cuando la inestabilidad que siguió a la Revolución de los claveles portuguesa provocó la salida de sus padres hacia España... y a él, a sus apenas 16 años, ya no le quedaba hogar al que regresar.
Casualidades como ésa, ejemplos familiares, históricos y geográficos de que el mundo es un pañuelo y tragedias que otros sólo hemos estudiado o visto por televisión, han llenado su baúl de recuerdos, el diario que lleva escribiendo desde la adolescencia y las crónicas o entrevistas para las decenas de periódicos, radios y televisiones para las que ha trabajado. Ahora, también, este libro que a la vista de lo que cuenta en esta entrevista, se publica a la mitad del camino...
"¡Yo no quería escribir este libro! Pero me perseguía un editor, que me conoce hace muchos años. Y yo le decía 'perdona, pero aún estoy a mitad de la película, aún me falta mucho para resumirlo todo'... ¡Pero ahora te conocen! Me contestaba él".
...y es como una 'road movie' de la historia de Israel. O más una serie-saga, ¿no? Porque se remonta a sus abuelos polacos, nacidos en el siglo XIX, que emigraron a Portugal huyendo del antisemitismo.
En Portugal... o en Brasil, ya no me acuerdo, han dicho que es "como un Kundera a lo israelí". De hecho, escribir este libro ha sido como una explosión. No ha pasado mucho por mi cabeza, salió del corazón directamente...
Y al final, se decidió a hacerlo.
Bueno, vino el primer encierro del coronavirus y empecé a contarme las historias de mi familia. ¡No hay nadie en el mundo que esté vivo, hoy en día, que sepa todo esto, aparte de mí! Lo acumulé durante años, y lo tenía en mi mente. Aunque también tengo un diario que escribo desde los 14 años, y alguna cosa estaba allí. Y me dije: "¡Tengo que escribirlo! Se lo debo a mis hijos, a mis nietos, a mis bisnietos... no puedo dejarlo perder".
Y entonces me dije que escribiría sólo sobre mi familia. Y se escribió solo, por sí mismo, tanto que había un capítulo en portugués -el de mi familia paterna-, otro en castellano -el de mi familia materna, que son sefardíes-... y cuando terminé, llegó el segundo encierro. Así que me puse a escribir sobre mi infancia.
Que duró poco. Porque todavía adolescente, ya dejó usted Portugal por Israel y se puso a trabajar.
Yo, hasta el último momento, no sabía que esto era un libro. Yo iba escribiendo artículos sobre mi vida, y me decía "bueno, ya veremos"... y de repente empiezo a ver que aterrizo en mi carrera. ¡Y empiezo a contar cosas que yo no me había atrevido a contar en mi vida! Por pudor, por secreto de Estado incluso.
¿Lo contó todo, entonces?
No. No todo. Pero sí mucho, incluidos pasajes de cómo contribuí en el Golfo o a los acuerdos de paz firmados por Israel y cuatro países árabes hace décadas. O mi participación en los Acuerdos de Abraham, en los que sigo trabajando.
¿Sí, se están negociando algo más?
De hecho, va a haber mucho más por delante, yo espero.
Y lo cuenta usted en el libro...
Todo esto lo desvelo sin haber pensado, lo cuento sin haberlo madurado demasiado. Ha sido un striptease intelectual, mezclado con cosas personales que nadie sabía. Como que yo superé un cáncer hace trece años, u otras cosas de mi vida personal, como que el amor de mi vida y yo nos separamos durante la pandemia... De alguna, forma, toda mi trayectoria se mezcló ahí.
Todo periodistas se ve envuelto en acontecimientos que influyen en la política. Pero en su caso, es en la historia. Seguro que alguien ha querido aprovechar los contactos de Cymerman, o utilizar sus crónicas para algo... Haber estado tan desde dentro de situaciones, ¿le ha tentado para participar, para ejercer de intermediario entre dos partes tan enfrentadas como Israel y los palestinos?
La verdad es que cuando lo haces, no te das cuenta hasta después. Debo decir, para ser totalmente honesto, que cuando yo estaba ayudando al Papa... ¡Imagínate! El hombre quizás más influyente del planeta, el jefe de 2.000 millones de personas, pidiéndome todo tipo de cosas. ¡A mí! No lo piensas en ese momento, lo empiezas a captar después.
Y obviamente sí que me han intentado utilizar, y doy por hecho que lo han logrado en algún momento. Yo siempre intenté marcar una frontera entre mi trabajo, por un lado, y mi contribución a poner en práctica mis valores, por el otro.
Pero, ¿dónde está la frontera? ¿Cuáles son esos valores?
Para mí, el acercamiento entre los seres humanos es lo más importante que existe en el mundo. Quizás por mi propia trayectoria personal y familiar -las migraciones de mis antepasados, el Holocausto, los atentados en que decenas de personas morían el mismo día...-.
Todo esto me hace pensar en las próximas generaciones y decirme que tengo que hacer algo para evitar que este baño de sangre continúe. ¡Aunque sea una cosa muy pequeña! Mi obligación moral está antes de todo. Pero siempre mantuve una frontera como periodista, aunque nunca lo escondí. Siempre ha sido importante para mí que mi lector o mi espectador supiese que yo también tenía algo que ver con lo que estaba haciendo.
¿En qué sentido?
Si yo me veo obligado a comparar una cosa y otra, si puedo evitar una muerte de una sola persona, todo lo demás queda en un segundo lugar.
A mitad de libro, más o menos, se habla de la segunda Intifada. Y ahí hay tres pasajes seguidos que hablan sobre esto: dos atentados suicidas en los que usted temió por la vida de su hija mayor y de su hijo mediano y una entrevista exclusiva, pocos días después, al instigador de ambos, el jeque Ahmed Yassin, de Hamás. ¿Eso cómo se gestiona en lo personal?
Tremendo... es tremendo. Es de lo más duro que hay. Porque todo ser humano tiene odios u otro tipo de sentimientos. Y pensar que una compañera de mi hijo, Hadar Hershkovitz, ¡de 15 años!, se va a comprar una shawarma y no vuelve por culpa de un suicida que ha sido enviado por un señor al que yo voy a entrevistar horas después... es muy fuerte.
Debo decirte que me dolió el estómago profundamente en el momento en el que iba hacia su casa en Gaza, y también cuando volví. Mientras estaba allí, conseguí transformarme en una especie de médico que trata a un terrorista.
Explíqueme eso...
...como médico, tienes la obligación de tratar a un terrorista si lo tienes herido delante de ti. Pues lo mismo yo. En ese momento pensé "tú no eres nadie para juzgar... luego lo juzgas como padre, como ser humano, como lo que quieras; pero como periodista, tu obligación es escucharle, preguntarle y sacarle la información".
Eso fue lo que hice. Y es de lo más duro que he hecho.
"Una compañera de mi hijo, de 15 años, salió y no volvió por culpa de un suicida enviado por un señor al que yo entrevisté horas después... es de los más duro que he hecho"
En el libro queda reflejado, pero pasa como un episodio más. Hay tanta convulsión...
Debo decirte algo que no está en el libro y que forma parte de nuestro drama personal en mi país adoptivo. Yo tengo tres hijos, y los dos grandes habían pasado esas experiencias tremendas, pero la pequeña no. Noa es la cineasta de la familia, estudia en Jerusalén en una escuela muy buena. Y estaba en mi casa este verano, pero cuando se fue de vuelta, de repente me llama, al día siguiente de ir a votar en estas elecciones, y me dice: "Papá, todo bien, lo primero... todo bien. Pero acabo de estar en un atentado".
¿Qué había ocurrido?
Paró en una gasolinera y, de repente, ve a un palestino mayor, de 54 años, que se lanza con su coche sobre un oficial del Ejército que estaba allí, y lo atropella. Noa lo vio todo, a unos 20 metros... y de repente, el palestino salió del coche con un hacha en la mano para intentar cortarle la cabeza al oficial, a lo Estado Islámico. Y el militar, herido y desde el suelo, consiguió sacar una pistola y abatir al atacante.
Sólo 30 segundos después, mi hija ya no estaba allí, y fue cuando me llamó. Pero yo pensé "¡guau! Era la única de mis tres hijos que era virgen en esto... y ahora también ella". Y no sabes los diálogos que eso provocó en mi casa. Este mismo jueves por la noche. Con mis otros hijos, que vinieron aquí a tranquilizar a Noa. Fue muy duro.
Leí el pasaje del asesinato de Isaac Rabin el viernes, justo cuando se cumplían 27 años de aquel 4 de noviembre. Yo estudiaba periodismo en 1995... y me acuerdo perfectamente de dónde estaba, de copas aquel sábado, cuando me enteré... Usted estaba en la plaza donde ocurrió. ¿De verdad aquel día se fue todo al garete? ¿Nos podríamos haber ahorrado 27 años más de guerras, intifadas y atentados sin aquel magnicidio?
Es difícil especular. Y no sería serio decir eso. Pero sí reconozco que lo pienso muchas veces. ¡Muchas veces! Yo creo -por mis largas conversaciones con Rabin, porque mi pareja de entonces, Yael, había trabajado en su equipo estratégico y eran muy próximos, porque soy muy amigo de su hijo Yuval...- yo estoy convencido de que no fue el único momento en el que ocurrió algo así.
¿Qué quiere decir?
Que esto es más conocido, porque fue muy dramático. Pero ha habido otras ocasiones en las que hemos estado así de cerca. Nadie sabe, o poca gente sabe, que Ariel Sharon, el gran halcón, estaba a punto de hacer una gran revolución en el proceso de paz con los palestinos. ¡Aún más grande que la retirada de Gaza! Pero el hombre pesaba 140 kilos y tuvo un infarto cerebral, así que se acabó.
Hay momentos dramáticos en la Historia, terribles de verdad, y que provocan cosas. Así que no puedes decir "si hubiese pasado esto, la cosa habría sido así". Pero no tengo la más mínima duda de que Rabin -que era un general, no hay que olvidar que no era un hippy pacifista- había llegado a la conclusión racional de que ése era el camino.
Es decir...
...llegar a un compromiso con el enemigo. Como él decía, "la paz se hace con los enemigos". ¡Y lo mismo con los sirios! Aquello estaba muy avanzado también. Otra cosa que no se sabe es que también Netanyahu lo tuvo muy avanzado con los sirios. Pero, ahora que vuelve al poder, no le va bien que se sepa.
La sensación es que con la vuelta de Netanyahu, vuelve a no ser posible la paz.
Ahora va de duro, y de Trump. Y no le va bien para su imagen, pero yo sé que él hizo todo tipo de avances con los árabes en general, con palestinos y sirios, que hubiesen podido avanzar hacia la paz.
¿Llevamos 27 años dando pasos atrás, entonces?
Lo que te quiero decir es que, de verdad, aquello fue trágico a nivel nacional y regional. Fue el único magnicidio de la historia judía, fue terrible. Pero ha habido más oportunidades.
El discurso de Netanyahu se ha ido radicalizando cada vez más hacia la intransigencia frente a la solución de los dos Estados. ¿Por qué al mundo ya no le importa? ¿Por qué el conflicto palestino ya no alimenta el movimiento panárabe?
Mira, yo conozco bien a Netanyahu desde la Conferencia de Paz de Madrid en 1991. Él sabe que no comparto en absoluto su ideología, pero nos respetamos mutuamente. Te diré que yo estoy convencido de que él no es lo que parece, ¡en absoluto! Vende una imagen mucho más intransigente de lo que es. Entre otras cosas, porque la coalición que le apoya es bastante halcón. Así que necesita enseñar una cara mucho más radical de la que tiene.
Pero las palabras generan realidad...
Pero no es el único. Hay otro partido religioso ultraortodoxo, que se llama Shas, cuyo líder, Aryeh Deri, es una paloma en secreto. ¡Una paloma dentro del armario! Y yo lo sé, pero tiene que enseñar otra imagen porque sus electores no lo son. Así que muestra una cara populista que le da muchos votos, y le va muy bien... ya sabemos que, hoy en día, los políticos terminan una campaña electoral y, al día siguiente, comienzan la próxima.
Eso no consuela nada, separar la política de la realidad...
El problema que yo veo ahora no es el retorno de Netanyahu en sí mismo porque, aunque nunca le voté, yo creo que probablemente es el líder más capaz que tuvo Israel. Es un fenómeno en lo intelectual y cultural. Tiene 73 años y le ves con esa fuerza física y mental... ¡Es un ave fénix! Fíjate que, enterrado por todos, después de quince años de primer ministro, pierde unas elecciones, hay otra coalición... y en un año es capaz de tirarla abajo y crear una alternativa.
No creo que haya a nivel mundial un líder como él, hoy en día. Sin embargo, a mí no me gustan nada en absoluto sus compañeros de cama. Los de extrema derecha a él tampoco le gustan, pero los abraza porque sin ellos no tiene gobierno. Es un problema grave este sistema electoral que es como un cristal roto que cada vez se rompe más. Es muy difícil formar coaliciones. ¡Así que te unes al diablo para gobernar! Y eso es lo que él está haciendo.
Podría elegir otra vía, él es el ganador...
Mira, acabo de tener un zoom con diplomáticos de todo el mundo y les he intentado explicar lo que ha ocurrido en estas elecciones. Algo que es muy difícil. Pero les he dicho: "Yo era un joven estudiante recién llegado a Israel en el 77, cuando el líder de la derecha, Menájem Beguín, gana las elecciones por primera vez, y caen los laboristas, que habían creado el país, perdiendo por primera vez desde 1948".
Cuando llegó Beguín al poder, todo el sector liberal lo veía como el fin de Israel, como el apocalipsis. De hecho, aquí en Google lo más buscado al día siguiente de las elecciones fue "relocation"... como irse del país, vamos. ¡Todo el sector liberal está asustado! No creo que vaya a ocurrir, pero ése es el estado de ánimo.
Pues más valdría que la gente supiera lo que usted cuenta aquí...
Yo sé que Netanyahu apuesta profundamente por seguir los Acuerdos de Abraham con el mundo árabe. Y yo sé que él está trabajando con mucha fuerza por lograr un acuerdo de paz con Arabia Saudí. Si lo logra en los próximos cuatro años que estará en el poder, probablemente, será un poco como el Egipto de Beguín.
Beguín ganó las elecciones, todo el mundo pensaba que era el fin del mundo, y a los seis meses hizo un acuerdo de paz con el país árabe más grande y más importante. No me sorprendería que Netanyahu, incluso con esta coalición, apueste por un acuerdo de paz con Arabia Saudí y diga a todos "me decíais que soy un radical y un loco, pues fijaos lo que he conseguido". Está trabajando en ello.
"Lo más buscado en Google al día siguiente de las elecciones fue 'relocation'... como irse del país, vamos. No creo que vaya a ocurrir, pero ése es el estado de ánimo"
¿La coalición se lo va a permitir? Todos esos partidos ultraortodoxos, de extrema derecha...
Ahí está lo paradójico. Que la extrema derecha no tiene ningún problema con los Acuerdos de Abraham. ¡Todo el mundo en Israel está en el consenso en torno a esto! Sí tienen problema con los palestinos, pero no con el resto del mundo árabe. Ellos estarán dispuestos a que haya acuerdos con todos. No sé si lo van a apoyar, pero por lo menos, no van a molestar.
¿Ésa es la vía, ir por la tangente?
Después de todo lo que he visto, después de todas las negociaciones frustradas, yo estoy convencido de que la única vía que tenemos para poder progresar con los palestinos es a través de la vía regional, de las potencias árabes. Ellas nos pueden ayudar a Israel y a los palestinos a alcanzar un compromiso salomónico. ¡Y Netanyahu lo sabe!
Pero él lo ve ahora en segundo plano, porque quiere cerrar el acuerdo con Arabia Saudí, porque eso le va a dar luz verde a un montón de países árabes y musulmanes, como Indonesia y Malasia, a arreglarse con Israel... y luego ya nos ocuparemos de los palestinos. Así lo ve él.
Israel tiene enemigos al norte, al este y al sur, y todos quieren echar a los israelíes al mar, que está al oeste. La seguridad inmediata parece la clave de no haber podido cerrar nunca un acuerdo, por la desconfianza de en la estabilidad del lado palestino: siempre hay una facción dispuesta a seguir con las bombas. Pero un acuerdo con Arabia Saudí, volvería a traer el foco mundial a Oriente Próximo, ¿no?
Yo creo que el desvío del foco del mundo fuera de aquí es temporal. Ésta es una zona que, por lo bueno o por lo malo, termina siempre por atraer. Debo decir que me sorprende la ignorancia de muchos países europeos. Incluso en EEUU, Latinoamérica y no digamos en extremo Oriente... no entendieron que aquí están dándose, en los últimos dos años, las mejores noticias de las últimas décadas.
¡Incluso en España! Yo creo que el Gobierno español sigue anclado en los años 90 del siglo pasado. Sigue actuando como si no hubiese pasado nada. Ni las primaveras árabes, ni los cambios internos, ni los países desintegrados como Siria, Irak, Yemen, Libia y Somalia, ni la revolución del hiyab en Irán... ni, desde luego, los Acuerdos de Abraham.
Nadie habla de eso en España.
Ayer mi pareja estuvo en Vitoria, para el partido del Baskonia contra el Maccabi y me llamó sorprendida: "¿Dónde vive esta gente? Haciendo manifestaciones del BDS en la puerta", como si un boicot pudiese traer un acercamiento en cualquier conflicto. ¡Es imposible! Un boicot lo único que hace es alejar cualquier solución.
¿En qué se traducen esos avances?
Mira, en dos años habrá una nave espacial de Emiratos que llegará a la luna con un astronauta y una astronauta. ¿Qué bandera crees que llevan? ¡La de Israel! Porque el país ha colaborado con ellos a nivel tecnológico. Yo he estado en ejercicios de la Fuerza Aérea israelí, con las de Emiratos, Egipto, Bahrein, Jordania y EEUU. ¡Todos juntos! Pilotos de países enemigos anteayer colaborando e intercambiando información.
¿Sabes cuántos vuelos hay entre Tel Aviv y Dubái cada mes? Son 400 y están todos llenos. Más de 600.000 israelíes visitaron Emiratos en dos años. ¡Fíjate los cambios y Europa sigue durmiendo! Entre la pandemia y la guerra de Ucrania, siguen hablando de los palestinos como hace veinte años o más.
Los Acuerdos de Abraham entre Israel y Emiratos siguieron con Sudán, Bahréin y, sobre todo, Marruecos... ¿Por qué no son noticia en España?
Muchos sectores en España están aún estancados. Y conviene abrir el foco, mirar lo que está ocurriendo en la región y entender la geopolítica.
Mira, hace poco me invitó el Senado francés a hablar sobre todo esto. Y les dije que sí, pero con una condición, que me dejaran llevar colegas del Golfo, para que ellos luego dijeran su opinión. Al acabar yo, ellos lo corroboraron todo. ¡Y tenías que ver las caras de los senadores franceses! Estupefactos, diciendo "¿cómo no nos enteramos de todo esto?".
Europa está centrada en Ucrania, la crisis energética...
Europa duerme. Está hibernando en verano, sigue pegada a los conceptos desactualizados. Hemos fracasado decenas de veces palestinos e israelíes. Y no por casualidad, la brecha es muy profunda. ¡Pero habrá que buscar otra forma!
Einstein decía que es una estupidez buscar resultados distintos repitiendo la misma estrategia. ¡Y esto es una gran estupidez! No hay que hacer lo que dicen los anglosajones, lo de "think out of the box"... no hay que pensar fuera de la caja, ¡hay que traer una nueva caja!
¿Olvidarse de los dos Estados?
Si lo de los dos Estados es tan difícil, pensemos en una confederación por ejemplo... en algo que mejore la situación de la población palestina y que, al mismo tiempo, no amenace el carácter democrático y judío del Estado de Israel.
Hay fórmulas creativas que buscar y los únicos que van a tener un interés real en hacerlo son los grandes países árabes, encabezados por Arabia Saudí, por su poder moral y económico, y por Egipto, que tiene a uno de cada cuatro árabes en su población.
Ocurre todo esto, precisamente, cuando el foco mundial está en otro sitio.
Pero hace falta que los europeos entiendan esto, y se involucren. Y que lo haga Estados Unidos. Pero hay que dejar actuar a los protagonistas de la región, y espero que en los próximos años tendremos buenas noticias.
A lo mejor es que cuando EEUU y la UE estaban muy implicados, cualquier solución era imposible. Quizá merece la pena que el foco siga lejos... y que Occidente llegue más tarde a apoyar el proceso, una vez que esté consolidado.
Todos tenemos que ser menos arrogantes. Ni EEUU puede resolverlo todo a 12.000 km de distancia, ni la UE puede hacerlo con su poder económico... el que le queda. Mira, un ejemplo: Europa lleva años financiando libros escolares. No en Gaza, con Hamás, sino en Cisjordania, con la ANP. Y yo, cada 1 de septiembre, los verifico...
Los pagas tú y tus lectores, con vuestros impuestos. Pero Israel sigue sin aparecer en los mapas de esos libros de geografía, cuando está a punto de celebrar 75 años desde su fundación, cuando tiene mayor renta per cápita que España, que Italia, que Francia, que Reino Unido, que Japón...
Israel es ya una potencia...
Sí. Y llegó el momento de unir fuerzas, de dejar de sancionar, boicotear y amenazar. Sino intentar acercar posiciones por la vía constructiva.
En su libro se ve que nunca llega la paz, aunque se acaben las guerras.
Es que nos equivocamos en Occidente mirándolo como un conflicto binario, dicotómico. No, olvidémonos de eso. Aquí será distinto que en Europa... aquí lo que tenemos que hacer es alejarnos lo más posible de la guerra y acercarnos lo que podamos a la paz. Pero no esperar que se acabe una y empiece la otra, porque entonces volveremos a la guerra.
Hay que educar para la paz, hacer negocios para la paz. Hay que tener un horizonte político para la paz. Pero va a ser gradual, paso a paso. Si entendemos eso, podemos tranquilizar la región para el futuro.
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