Una médica en el infierno de Hamás: "Sí, decapitaron bebés y violaron mujeres. Yo evacué sus cadáveres"
Dos sanitarios describen a EL ESPAÑOL las escenas dolorosas y macabras a las que se enfrentan desde el sábado en los kibutz cercanos a Gaza.
13 octubre, 2023 03:45"Yo nunca tendría que haber visto bebés decapitados". Noemí Galeano lamenta que los ojos vayan atados a la memoria. Le gustaría olvidar lo que ha tenido delante estos días como paramédica en los kibutz atacados por Hamás en el sur de Israel. Mientras lucha por encontrar palabras más fuertes que "barbaridad" y "animalada" para describir la crueldad de los terroristas, en España y en el mundo se alerta de que todo lo que la sanitaria vio es un bulo. Ha habido niños "asesinados", pero no consta que la crueldad de los atacantes llegara al degüello, se dice. A Noemí le gustaría poder compartir su retina: "Sí, decapitaron a bebés. Y violaron a mujeres, también. Yo lo vi todo", revela a EL ESPAÑOL.
El sábado a las 10:00, Noemí aún no sabía que aquel no sería un día de sabbat más. Es religiosa, y toda su familia prescinde de aparatos electrónicos durante el día de reposo. La primera noticia se la trajeron las sirenas a su casa de Beit Shemesh, cerca de Jerusalén, tres horas y media después de que despertaran a la mitad sur del país. Por preocupación se llevó el teléfono al búnker, donde se puso al día con el resto de Israel. "Hay un quilombo en el sur", le dijo a su marido argentino, por quien ha adoptado la lengua española y el apellido Galeano.
En cuanto pudo salir del refugio, Noemí tardó diez minutos en armarse de su radioteléfono y su aparatoso botiquín y subirse en una ambulancia de United Hatzalah, un servicio médico de emergencia en el que es voluntaria. En cuarenta minutos se presentó en la intersección de Heletz, donde nace la 232, la columna vertebral de los kibutz de Otef Aza ―'alrededores de Gaza'― y, a partir de ese día, la "carretera de la muerte". Nada más bajarse encontraron a un guardia del Magav ―la policía de fronteras―, una suerte de Cerbero en custodia de aquel inframundo. Les advirtió: "No os llevéis ningún cadáver, y no perdáis el rato intentando reanimar muertos. El tiempo apremia, salvad a tanta gente como podáis".
"En el momento en que pasamos Heletz nos dimos cuenta de dónde nos habíamos metido", cuenta. El viaje de Heletz a Beeri, a lo largo de la 232 y paralelo a la frontera con Gaza, fue "lo más cerca que he estado del infierno", cuenta. "En el primer kilómetro empezamos a ver cadáveres a los lados. Coches con familias enteras muertas dentro, un desfile de cuerpos: bañados en sangre, sin extremidades, con la cara transfigurada. No sé qué les hicieron, pero no había caras en esas cabezas", relata estremecida.
Sintió alivio al divisar un coche de policía, solo para acercarse y ver los cadáveres de los agentes dentro. Siguieron avanzando entre restos. "Paré de contar a los cien. Vi a cien muertos antes de ver un solo herido. Decidimos conducir y no parar hasta ver a alguien vivo: no sabíamos cuánto iba a tardar en pasar el siguiente terrorista". Avanzaron al sur, ella con la vista puesta en ambos laterales y el chófer con una mano al volante y otra en el gatillo de la pistola.
En Saad atendieron a los primeros cuatro o cinco heridos. Una madre les suplicaba: "Se han llevado a mi hijo vivo, ¿no habréis visto a mi hijo?". Pasaron por Alumim y llegaron a Reim, donde el festival Tribe of Nova acabó en la masacre de 260 personas. Itzik, un paramédico voluntario de la ONG para la identificación de víctimas Zaka, cuenta a EL ESPAÑOL: "Los terroristas fueron muy eficientes en Reim. Primero dispararon a todos los que pudieron en mitad de la frente. Así se aseguraban de que ninguno se les escapaba. Luego, una vez todos estaban muertos, hacían lo que hacen los degenerados: quemarlos, extirparles partes del cuerpo, violarlas, decapitarlos".
A las afueras de Reim, el hermano de Noemí ―miembro de un comando clasificado de las Fuerzas de Defensa israelíes (FDI)― vio a dos milicianos de Hamás y los mató. Detrás de ellos cayó una chica. El cuerpo de una chica, ya estaba muerta. Los terroristas estaban violando el cadáver de una adolescente. "16 años, no tendría más", cuenta Galeano. "La habían violado, tenía semen por todo el cuerpo y mensajes en árabe marcados en su piel con cuchillo", detalla con pudor.
"Violaron a todas las mujeres de Beeri"
En la carretera y en los asentamientos menos poblados, los terroristas pudieron permitirse no matar a sus víctimas a la primera y actuar con mas crueldad. En el kibutz de Beeri, Itzik vio la "fealdad del mundo". "No me imaginaba que un ser humano pudiera dejar a otro así. Parecía que se los hubieran comido una manada de leones. No eran cadáveres, era carroña", dice el también voluntario.
En Beeri, las casas que no acabaron quemadas con sus miembros dentro, vivos y maniatados, fueron profanadas de maneras que superan lo macabro. En la primera vivienda en la que entró, Itzik vio a tres niños abiertos en canal. En la segunda, una pareja maniatada que había sido quemada viva. Vio a un hombre con las manos cortadas que había muerto intentando grabar un audio de WhatsApp.
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Vio a una mujer desnuda de cintura para abajo con cuchilladas por todo el cuerpo. Itzik garantiza que Hamás "violó a todas las mujeres de Beeri" antes de matarlas. Él comandaba solo uno de los seis equipos que inspeccionaron el kibutz. En su incursión, dice haber visto a más de cien mujeres con indicios de haber sido agredidas sexualmente. Insiste en que ninguna se salvó: forzaron los cuerpos de señoras mayores, y también de niñas.
Noemí e Itzik coinciden en que vieron a bebés decapitados. El voluntario de Zaka va más allá, y afirma que Hamás dejó criaturas descuartizadas con sus partes regadas por el suelo del kibutz de Beeri. Él se encargó de recoger cabeza por cabeza, dedo por dedo, a más de una veintena de niños pequeños. "Por supuesto que decapitaron, desmembraron e hicieron una carnicería con los bebés del kibutz. Yo evacué los restos de esas criaturas", aclara. El Estado de Israel ha reconocido las declaraciones de sanitarios y agentes de rescate como Noemí e Itzik el jueves por la tarde, después de que una periodista de i24News afirmara haber visto una cuarentena de cadáveres infantiles degollados. Ni la CNN ni el Times of Israel han podido, por el momento, confirmar que la atrocidad se cometiera en ese número de víctimas.
Cargar con la muerte
"Yo sola he visto miles de cuerpos. Estoy convencida de que no hay solo 1.300 muertos. La cifra de fallecidos va a subir estos días, ya verás. Hay muchos sin contar", pronostica Noemí desde su casa en Beit Shemesh, adonde ha regresado para pasar con su familia el sabbat de esta semana. Itzik también está de acuerdo en esta cuestión: "Hay contenedores y contenedores de gente sin identificar, hay [cuerpos] en los senderos, en las carreteras, en el bosque. Estamos colapsados. Cuando solucionemos esta infestación de terroristas podremos ver cuántas vidas hemos perdido. Nos sorprenderán las cifras", asegura.
La médica de United Hatzalah cree que la gestión de esta crisis podría ser más justa con las víctimas. En Kfar Aza, el mismo kibutz donde Itzik se encontró a un hombre amordazado con todo el cuerpo en llamas excepto la cabeza, Noemí tiene que atender a los terroristas que se encontraron vivos. "Es humillante tener que cuidar de quien querría matarte. Mientras lo hago, solo siento odio por esos animales. ¿Qué digo, animales? Son peores. Los animales matan para comer. Estas bestias lo hacen por el simple placer de matar", resuelve.
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El sábado pasado, Galeano no supo de su familia hasta las tres primeras estrellas de la noche. Es en ese momento cuando el sabbat se da por concluido y se pueden utilizar de nuevo los aparatos electrónicos. Llamó a su marido, y se aseguró de que sus dos hijos pequeños hubieran pasado el día ajenos a los peores acontecimientos de la historia de su país. Este fin de semana, Noemí se queda en casa. Mientras despide la entrevista, saca el pan jalá del horno para que esté listo antes de que llegue la noche con su prohibición de usar electricidad. "Después del sabbat vuelvo a la frontera. El domingo cogeré la ambulancia y veremos en qué se me necesita", planifica desde la casa de la que habría preferido no salir el sábado pasado.