Hamás presume de su total 'coordinación' con Hezbolá mientras Occidente saca a sus ciudadanos de Líbano
La coordinación entre ambos grupos terroristas, separados por su visión del Corán, es uno de los problemas a los que se enfrenta el ejército israelí, que ya tiene autorización para entrar en Gaza "cuando esté preparado".
20 octubre, 2023 02:57Después de solicitar a sus ciudadanos el pasado miércoles que no viajaran al Líbano, Estados Unidos (EEUU) ha pedido este jueves, a través del Departamento de Estado, la evacuación inmediata de todos sus residentes en el país árabe. En una nota hecha pública a través de la embajada en Beirut, que fue rodeada el pasado miércoles durante el "día de furia" que Hezbolá convocó en todo el mundo, se urge a los nacionales estadounidenses que abandonen el país "mientras sea posible" y avisa a los que decidan quedarse de que deberán tomar todas las precauciones necesarias para una probable emergencia.
Asímismo, desde Washington se ha invitado a todo aquel que quiera viajar al extranjero en los próximos días a que extreme sus precauciones. Se teme que las "tensiones" derivadas del conflicto entre Israel y Hamás y el apoyo mostrado por el presidente Biden en su visita a Tel-Aviv puedan derivar en un acto terrorista incontrolado "especialmente en lugares turísticos". No hay que olvidar tampoco que Irán prometió en su momento venganza contra EEUU por el ataque que le costó la vida al general Qasem Soleimani en enero de 2020... y que tanto Hamás como Hezbolá están patrocinadas por el régimen de los ayatolas.
De hecho, uno de los problemas a los que se enfrenta el ejército israelí, que, según fuentes del ministerio de Defensa, ya tiene autorización para entrar en Gaza "cuando esté preparado", es la coordinación entre ambas fuerzas terroristas. Por un lado, hay que tener en cuenta que Hamás preparó durante un año los atentados del 7 de octubre, lo que invita a pensar que le llevan a Israel un año de ventaja a la hora de planificar también la inevitable respuesta. Israel entrará en Gaza sin saber muy bien qué va a encontrarse, y lo más probable es que Hamás haya llenado la Franja de todo tipo de trampas.
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Por otro lado, la unidad de acción de ambos grupos hace que Hezbolá lleve casi dos semanas amenazando con un ataque sobre el norte de Israel en cuanto empiece la probable ocupación. No es una amenaza cualquiera porque Hezbolá ya demostró en 2006 que era capaz de plantarle cara al todopoderoso ejército israelí y, en cualquier caso, un doble frente -que podría ser triple en caso de que la ANP no consiga controlar los territorios que gobierna en Cisjordania- no es algo a lo que quiera enfrentarse nadie en una guerra. Menos, un país debilitado por las disputas políticas y con un primer ministro muy cuestionado por la población.
El miedo de Occidente
El gobierno estadounidense no ha sido el único en alertar a sus ciudadanos ante esta eventualidad inminente. También lo ha hecho Alemania, cuyo canciller, Olaf Scholz, también visitó recientemente Tel Aviv para mostrar su apoyo al primer ministro israelí Benjamin Netanyahu. Este jueves y tras ver los movimientos de protesta en Berlín y en otras ciudades, el gobierno alemán decidió pedir oficialmente a sus propios ciudadanos que evacúen Líbano. Sin duda, también se huelen algo inminente.
Aparte de los atentados terroristas en la frontera entre Israel y Gaza del pasado 7 de octubre, en los últimos días hemos visto acciones de "lobos solitarios" en nombre del fanatismo islámico que invitan al pesimismo. El viernes pasado un profesor era acuchillado hasta la muerte en Francia y el pasado martes, dos aficionados suecos morían a balazos en Bruselas. El autor de la matanza, un radical del barrio de Molenbeek, donde se planificaron los atentados del viernes 13 de noviembre de 2015 en París y los del 22 de marzo de 2016 en la propia capital belga, afirmó en un vídeo ser miembro del Estado Islámico, organización que, de por sí, en principio, ya no existe.
Es lógico que Occidente tenga miedo a que el terror llame a su puerta tras unos años de relativa tranquilidad. Nadie sabe hasta qué punto puede afectar al resto del mundo la deriva que se observa en Oriente Próximo. Sin ir más lejos, este mismo jueves, Israel retiró su delegación diplomática de Turquía, bajo la excusa de que el Gobierno de Erdogán había culpabilizado al Estado judío de la matanza del hospital de Gaza. En realidad, el distanciamiento entre Turquía e Israel viene desde muy lejos…como de lejos vienen los lazos de amistad entre Ankara y la organización terrorista Hamás.
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Egipto y Jordania, con EEUU
El presidente egipcio, Abdelfatah El-Sisi, y el rey jordano Abdullah II coincidieron este jueves en señalar el riesgo de escalada bélica en la región y lo devastadora que dicha escalada podía resultar para los países que se pudieran ver voluntaria o involuntariamente involucrados. Pese a que ambos Estados son aliados nominales de la Autoridad Nacional Palestina, lo cierto es que su postura en este conflicto está siendo cuando menos ambigua: las condenas a las acciones de Israel se mezclan con la negativa pública a acoger a un solo refugiado palestino.
De hecho, el paso de Rafah, que une Egipto con Gaza, sigue cerrado. Puede que abra este viernes tras el acuerdo al que llegaron el miércoles Netanyahu y Biden y que probablemente terminaran de cerrar este jueves el presidente El-Sisi y el enviado militar estadounidense a la zona, el general Kurilla. El mismo hecho de que ambos se reunieran 24 horas después de la cancelación de la entrevista con Biden en Jordania parece una buena noticia: Egipto no está dispuesto a echarse al monte y sí a seguir colaborando con Washington.
La cuestión ahora es saber si podrá controlar a sus radicales. Egipto es un país con un largo historial de terrorismo a sus espaldas. También lo es, aunque en menor medida, Jordania, un país que, desde los tiempos del rey Hussein, se ha mostrado siempre más amable con Occidente. Como Estados autocráticos, tienen un cierto margen de maniobra con respecto a su propio pueblo, pero ese margen no es infinito. Si la gente se echa a las calles, verán peligrar su puesto de poder y ahí veremos si su fidelidad es real o impostada.
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Sin duda, el sueño de Hamás y Hezbolá, organizaciones separadas por su visión del Corán -una es suní, la otra es chií-, pero unidas por el dinero proveniente de Irán y su sometimiento político a Teherán, sería desestabilizar ambos países y provocar un alzamiento islámico. No ya para ayudar a la causa palestina, sino para que rompan lazos con EEUU y la unidad musulmana con la que sueña Alí Jamenei en todo Oriente Próximo quede un poco más cerca. Una unidad, por supuesto, controlada por los ayatolás, como llevan proclamando desde 1979.