En medio de la cruenta invasión a Gaza, del hambre como arma de guerra y de los 19.453 muertos, ya hay quien especula con la que despejan las excavadoras una vez entierran vivo a quien tienen delante. En el caso de Harey Zahav —'montañas de oro' en hebreo—, la realidad resulta inverosímil: esta constructora, especializada en asentamientos en Palestina, ya ha anunciado la promoción de hileras de chalés en primera línea de playa en cuanto "se evacúe a los invasores y se limpien los escombros".
"¡Despierta, una casa en la playa no es un sueño!", dice el reclamo con el que la empresa interpela a cualquiera con el anhelo de una villa en el Mediterráneo. "¡Ahora a precios de preventa!", apremia una publicación en Instagram. "En Harey Zahav estamos trabajando para preparar el terreno para el regreso a Gush Katif —un bloque de 17 asentamientos sionistas en la región de Gaza antes de la retirada unilateral de 2005 promovida por el presidente Ariel Sharón—. Varios de nuestros empleados han empezado a trabajar en la rehabilitación de la zona", informa la empresa.
"Esperamos que en un futuro próximo [...] podamos empezar a construir en la Franja de Gaza, en todas las regiones de Gush Katif", confían en Harey Zahav. Los planes de recolonización se basan en parte en el esquema de asentamientos que dejó Israel en Gaza: Gush Katif y otras seis colonias. De hecho, la constructora ha bautizado el proyecto de repoblación como Nova Katif. Otras urbanizaciones recuperarían los nombres de comunidades israelíes en Gaza que se evacuaron en 2005: Neve Dekalim, Netzarim haJadashá (Netzarim la Nueva), Moreg haTsirá (Moreg la Joven) o Kerem Atzmona. Una de ellas, Nova Ilit —proyectada sobre Rafah, en el sur de la Franja de Gaza— estaría destinada a acoger a familias ultraortodoxas.
Antes de anunciar este plan, Harey Zahav ya demostraba su apoyo ferviente a la invasión de Gaza a través de sus redes sociales. La mayoría de sus publicaciones desde el 7 de octubre muestra a miembros de su plantilla sirviendo en las Fuerzas de Defensa Israelíes, manejando buldóceres y enviando dedicatorias desde el campo de batalla. Un vídeo del 14 de noviembre muestra a Ariel, un trabajador de la constructora llamado a filas, conduciendo una excavadora. El pie de foto reza: "Yendo a construir un nuevo barrio".
La naturaleza de Harey Zahav es, en sí, política. La empresa fue fundada en 2007 con el propósito de desarrollar colonias en Judea y Samaria —como se refieren a la Cisjordania ocupada—. Más tarde, los proyectos se extendieron al este de Jerusalén, de mayoría árabe.
¿Una simple provocación?
Que una constructora israelí anuncie nuevas edificaciones en un territorio que, por el momento, no pertenece al Estado sionista, parece confuso. ¿Qué margen de operación tiene Harey Zahav, por muy poderosa que sea? ¿Le compensa a una empresa anticiparse y diseñar un proyecto en un país que está en guerra con el propio?
De algún modo, la maniobra de la constructora —que, además, tiene en su razón de ser la expansión colonial en territorios palestinos— puede entenderse más bien como un montaje mediático. En una fase de la invasión en la que el Gobierno no ha anunciado ningún proyecto de asentamiento en Gaza, el plan de asentamientos de Harey Zahav es, primero, un mensaje de apoyo al arrasamiento de todo rastro de vida humana en la Franja. Después, una declaración de intenciones: "En cuanto Israel dé luz verde, empresas como la nuestra estarán al pie del cañón para reconvertir esos 45 kilómetros cuadrados en espacios habitables para nuestros clientes", diría la lógica de la compañía.
Y así mismo lo entiende el propio dueño de la constructora, Zeev Epstein. En una entrevista la semana pasada con el canal israelí Reshet 13, dijo: "Es una broma. No somos el Estado de Israel. Somos una empresa privada y, por supuesto, una empresa privada no puede tomar decisiones así". Aunque sí añadió: "Si el Estado de Israel vuelve allí y publica licitaciones, por supuesto que lo haremos [construir]. Pero no es el caso, y por supuesto no está en nuestras manos. Es un guiño, llamémoslo así".
Ese 'guiño' amenaza con resucitar una idea que, hasta el 7 de octubre, resultaba anacrónica: la recuperación de los asentamientos en Gaza. Las declaraciones de algunas figuras políticas israelíes desde el comienzo de la guerra demuestran que la recolonización de la Franja tiene cada vez más apoyos. Destaca el ministro de Patrimonio, Amijai Eliyahu, que declaró recientemente que Israel "debería ocupar totalmente la Franja de Gaza" al final de la guerra.
La cosa no acaba aquí. La semana pasada, un concejal de Metula —una ciudad del norte fronteriza con el Líbano— dijo que Israel debería expulsar a todos los habitantes de Gaza y convertirla en un museo "como el campo de concentración de Auschwitz". "Toda la Franja de Gaza debería ser vaciada y arrasada, como Auschwitz. Que se convierta en un museo, que muestre las capacidades del Estado de Israel y disuada a cualquiera de vivir en la Franja de Gaza", declaró en una entrevista radiofónica con 103FM.
Por el momento, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, declaró a Fox News en noviembre que no pretende conquistar Gaza, ocuparla ni gobernarla. Aunque "en un futuro próximo debemos asegurarnos de que esto no vuelva a ocurrir", dijo en alusión a la masacre del 7 de octubre. Para ello, el mandatario sí que pretende que Israel tenga "la responsabilidad general de la seguridad" en Gaza "durante un periodo indefinido", según ha declarado a ABC News más recientemente.
Mientras sigue la guerra en Gaza y el proyecto de Harey Zahav —verdadero o no— provoca a unos, entusiasma a otros y capta la atención de todos, los asentamientos siguen alterando el mapa de Cisjordania: el pasado 6 de diciembre, las autoridades israelíes autorizaron la construcción de 1.800 nuevas viviendas en colonias del este de Jerusalén.