Las autoridades israelíes han aprobado la creación de dos nuevos asentamientos en Jerusalén Este, territorio reclamado por los palestinos y donde viven miles de ellos, que destruirá la zona industrial en el barrio Wadi al Joz para dar paso a la construcción de un Silicon Valley y de un vertedero.

Este proyecto es "desastroso para el pueblo de Jerusalén", "atenta contra los propietarios de empresas en la zona industrial" y "restringe los planes de vivienda residencial palestinos", según ha denunciado el abogado Muhanad Jabara a la agencia de noticias palestina WAFA.

En ese sentido, Jabara ha asegurado que las autoridades israelíes han presentado este asentamiento como "un nuevo barrio" e "ignorando la actual presencia del barrio árabe". El municipio israelí, que inició el plan en 2012, ya ha demolido unos 70 edificios residenciales y comerciales para llevar a cabo el proyecto.

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La comunidad internacional, junto con los palestinos, considera ilegal la construcción de estos asentamientos y un obstáculo para la paz. Esta decisión se produce en medio de un aumento de la violencia en los territorios ocupados por Israel y de crecientes críticas a esta política sobre este asunto. 

Los palestinos reclaman Jerusalén Este como capital de un futuro Estado que debería estar construido sobre las fronteras previas a la guerra de 1967, sin embargo, las autoridades israelíes aseguran que Jerusalén es la capital "indivisible" del país, algo que ha tensado las relaciones bilaterales durante los últimos años. 

Estos dos nuevos asentamientos se unen a otros más que se han aprobado en los últimos meses, como la construcción de casas de lujo en la Franja de Gaza o la construcción de más de 5700 nuevas viviendas en asentamientos judíos en Cisjordania ocupada, unas 800 de ellas de forma definitiva y las restantes de manera temporal. La autorización de estas viviendas, sumada a la aprobación de más de 7300 casas a comienzos de 2023, eleva a más de 13.000 la cantidad aprobada durante el año pasado.

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Renuncia de Netanyahu y elecciones 

Los nuevos asentamientos llegan en mitad del auge de las protestas contra Benjamín Netanyahu. Este lunes, decenas de personas se han manifestado ante el Parlamento de Israel (Knéset) en Jerusalén, para exigir la renuncia de la coalición de Gobierno y la convocatoria de elecciones, mientras la tensión sigue alta en el país en medio de la guerra en Gaza.

Las protestas en Israel contra el Gobierno -el más derechista de la historia del país- y su gestión desde el inicio de la guerra en Gaza el 7 de octubre -cuando no anticipó el ataque de Hamás que se saldó con unos 1.200 muertos y 240 rehenes- llevó de nuevo a miles de israelíes a manifestarse en la calle en los últimos meses, donde piden también la dimisión del primer ministro, Benjamín Netanyahu.

Este se encuentra también en sus horas más bajas de popularidad, y según detractores, decide ante la ofensiva militar en Gaza y la escalada regional según sus intereses personales, actuando de tal forma que pueda mantenerse en el poder a medida que sigue la guerra.

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Los organizadores de la protesta denunciaron "acciones fallidas" del Ejecutivo y "su disfunción", así como "el abandono" por parte de las autoridades de los más de cien rehenes que siguen en Gaza, y también señalaron "el daño fatal a la reputación de Israel".

A su vez, protestaron por "la continua incitación y división" que fomentan tanto Netanyahu como otros ministros de la coalición, "y el desvío de presupuestos en favor de intereses personales a expensas del público general".



La cuestión de los rehenes aún retenidos en la Franja -algo más de un centenar de ellos están vivos y en torno a 25 muertos-, que las autoridades aún no han sabido resolver tras más de tres meses de guerra, es un asunto que ha ido erosionando la confianza ante el Gobierno, sobre todo entre las familias de los cautivos.