En la mañana del jueves, tropas israelíes echaron abajo el acceso sur del complejo sanitario que rodea al Hospital Nasser, el más grande del sur de Gaza, y entraron en sus instalaciones, según informaron tanto fuentes militares hebreas como doctores del propio hospital. Las circunstancias concretas del ataque aún se desconocen: no se sabe cuántos soldados han accedido al recinto ni cuántos miembros de Hamás han sido detenidos. Tampoco se ha dado a conocer la cifra de víctimas colaterales entre los miles de civiles refugiados en los alrededores.
Las Fuerzas de Defensa de Israel llevaban semanas asediando el hospital. Aunque se ha anunciado varias veces que Jan Yunís estaba bajo el control total del ejército ocupante, lo cierto es que las batallas han sido constantes hasta las últimas horas. La defensa de las unidades de Hamás ha permitido ganar tiempo a sus líderes y posiblemente facilitar su huida a través de la red de túneles que cruza la Franja de una punta a otra. También ha causado más bajas entre las tropas israelíes que las sufridas en Gaza City, llegando a los 233 muertos en combate, según Tel-Aviv.
La intención declarada del ejército israelí es detener a los miembros que puedan quedar de Hamás -según el portavoz de las FDI, camuflados entre los heridos- y entrar en los centros de mando que, supuestamente, los terroristas habrían establecido debajo de las instalaciones sanitarias.
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También se pretende recuperar los cuerpos de los rehenes que la inteligencia disponible -basada en testimonios de distintos miembros de Hamás y de los secuestrados liberados esta misma semana- sitúan en el interior del Nasser.
El recuerdo de Al Shifa
En este sentido, el comunicado de las FDI es algo confuso, pues se habla de recuperar "los cuerpos de los rehenes que sabemos que han permanecido ahí". Entendemos que al hablar de los cuerpos y no de los rehenes en sí, Israel hace ver que trata de hacerse con sus cadáveres. Eso sí, al no utilizar la palabra como tal, se abre la puerta a que pueda encontrarse a alguien con vida, aunque no parece probable.
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Tampoco se afirma con contundencia que los cuerpos estén ahí, sino que lo han estado. Hay que recordar que Hamás no deja atrás los cadáveres de sus rehenes pues sabe que sus familias los quieren recuperar y que, en consecuencia, se convierten en un elemento más de negociación con Israel.
Al igual que sucedió con el hospital Al Shifa en Gaza City, la confusión ahora mismo es total, pues todo son vaguedades. Intuimos que Israel lleva razón cuando insiste en que Hamás ha utilizado el Nasser con fines militares porque es lo que está haciendo la banda terrorista en cada rincón de la Franja.
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Dicho esto, no sabemos hasta qué punto es verdad que los rehenes estuvieron retenidos en las instalaciones ni sabemos si realmente hay centros de mando bajo el hospital o simplemente más y más túneles, como vimos en el Al Shifa. Todo ello levanta lógicas dudas acerca de si el uso de la fuerza ha sido proporcionado, cosa poco habitual en este conflicto.
Tampoco sabemos qué ha pasado con Yahya Sinwar. El ejército israelí publicó el martes un vídeo en el que el jefe militar de Hamás en Gaza huía junto a su familia por uno de los túneles. Las imágenes están fechadas el 10 de octubre, es decir, hace ya más de cuatro meses y supuestamente localizan al terrorista en el subsuelo de Jan Yunís. Ahora bien, en realidad, de Sinwar vemos poco más que una silueta y es muy improbable que a estas alturas siga por la zona. Los últimos rumores le situaban fuera de la Franja.
Otra negociación en el alambre
Si Israel consigue saldar esta operación con el rescate de algún rehén o con información que permita un ataque contra el propio Sinwar como los que estamos viendo en los últimos días contra otros líderes de Hamás o de Hezbolá, habrá conseguido un importante éxito. De lo contrario, tendrá que fiarlo todo a la última carta, la de Rafah.
El ataque terrestre sobre la ciudad fronteriza con Egipto en la que se hacinan cientos de miles de palestinos parece inminente. Mientras toda la comunidad internacional, sin excepciones, pide a Israel que frene su ofensiva por el inmenso peaje humanitario que tendrían que pagar los civiles, Netanyahu no solo sigue adelante con sus planes, sino que ha retirado a sus emisarios de la mesa de negociación de paz en El Cairo.
Así lo ha anunciado una fuente diplomática a la CNN, lo que ha provocado la protesta de los familiares de los rehenes, que consideran que no se está haciendo lo suficiente para su liberación. Según la cadena estadounidense, Netanyahu habría pedido a sus representantes que volvieran a Tel-Aviv el pasado martes tras rechazar las condiciones de Hamás. Ahora, le toca a Qatar transmitir al grupo terrorista la contraoferta hebrea, que incide en el problema de siempre: Israel no está dispuesto a retirar sus tropas de Gaza mientras que Hamás lo considera un previo inexcusable para cualquier acuerdo.
Salvo giro inesperado en las últimas horas, producto de la presión del emirato sobre la banda palestina o de Estados Unidos sobre su aliado israelí, lo normal es que nos encontremos ante un nuevo fracaso de las negociaciones. Tampoco ayuda la muerte de dos ciudadanos estadounidenses en bombardeos israelíes sobre Cisjordania. El Secretario de Estado, Antony Blinken, ha solicitado a Israel una amplia investigación al respecto. Está por ver si Netanyahu le hará caso en pleno enfrentamiento abierto con el presidente Biden o continuará ignorándolo