Hamás asegura que no sabe qué rehenes siguen vivos mientras Israel le pide que se deje de 'juegos'
Más de un centenar de personas seguían en manos de Hamás tras la tregua de noviembre y se estima que al menos 31 han muerto desde entonces.
8 marzo, 2024 02:46A principios de semana, como condición para continuar las negociaciones de un alto el fuego, Israel solicitó de Hamás un listado completo de los rehenes que seguían vivos y bajo su control. Ante la negativa de la organización terrorista a entregar dicho listado, Netanyahu decidió no mandar delegación alguna a la cumbre de El Cairo, donde enviados de Egipto, Estados Unidos y Qatar intentaban convencer a Hamás de la necesidad de aceptar alguna clase de alto el fuego aunque no se cumplieran todas sus condiciones.
La no presencia de Israel y la exigencia de la banda terrorista de una retirada total de las tropas de ocupación han acabado haciendo fracasar la cumbre. Este mismo jueves, la delegación de Hamás se levantó de la mesa y se volvió a Doha, donde residen los líderes políticos de la organización. Todos los intentos de negociación desde la tregua de finales de noviembre de 2023 han fracasado por la misma razón: Hamás exige una retirada que Israel no está dispuesto a conceder bajo ningún concepto.
Ahora bien, tal vez, en algún momento, Israel podría plantearse evacuar a sus hombres de la Franja si tuviera garantías de que obtiene algo a cambio. Ese "algo" podría ser la formación de un gobierno autónomo no vinculado a Hamás, la creación de una zona de seguridad en la frontera entre ambos territorios que evitara nuevos atentados como los del 7 de octubre… y, por encima de todo, la liberación de los rehenes, aunque fuera en intercambio por un elevado número de presos palestinos. En esto último, Netanyahu no parece tener problema.
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¿Dónde están los rehenes?
El problema aquí, de nuevo, es Hamás. En la tarde del miércoles, sus dirigentes reconocieron que no podían entregar el listado de rehenes… porque no sabían exactamente quién seguía vivo y quién no, ni podían garantizar su paradero. Es una hipótesis que se había planteado ya con anterioridad: tanto el Mosad como la CIA sospechan que parte de los rehenes se están utilizando como escudos humanos para proteger a los líderes militares de Hamás en Gaza, sobre todo a Yahya Sinwar y a Mohammed Deif.
Sin embargo, hay otro contingente de civiles secuestrados que han ido cambiando de manos según ha ido avanzando el conflicto. Algunos han estado en túneles, otros han estado en hospitales y una minoría ha llegado a residir en las casas de familias de confianza.
Algunos de sus captores pertenecen a Hamás, pero otros pertenecen a la Yihad Islámica Palestina o a organizaciones menores. Hamás ha insistido varias veces en que los bombardeos de Israel han acabado con la vida de algunos de los cautivos. Es imposible verificar si esto es cierto.
Existe, por tanto, la posibilidad de que, en medio del descontrol de la guerra y la huida constante, la información no se esté centralizando. De hecho, a principios de semana saltó el rumor de que Yahya Sinwar hacía días que no se comunicaba con el centro de mando de Hamás en Qatar.
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Si Sinwar no quiere darles esa información porque considera que una tregua es en el fondo una rendición, no hay nada que hacer… y, por lo tanto, en principio, Hamás perdería su única baza negociadora. No puede devolver a los rehenes porque no controla su destino.
Basta ya de "juegos"
Sin embargo, Israel no se cree nada y considera que estamos ante una maniobra de Hamás para evitar el acuerdo o, más bien, para cerrarlo según sus condiciones. "No habrá manera de saber qué pasa con los rehenes hasta que no se firme un alto el fuego", afirmó Basem Naim a la BBC.
En otras palabras, Hamás pretende hacer de su descontrol un activo y de su incapacidad para garantizar lo prometido, un motivo para aceptar sus condiciones. "Si no os retiráis, no puedo ni ponerme a buscar vuestros rehenes", vienen a decir.
La reacción israelí no se ha hecho esperar. En declaraciones a la CNN, un alto dirigente afirmó que Hamás "tiene que dejarse ya de juegos". El gobierno de Netanyahu considera imposible que Hamás no sepa dónde están los rehenes ni cuál es su estado de salud.
De hecho, este mismo dirigente aseguró que el Mosad poseía información precisa, aunque no completa, sobre su paradero. Tras la tregua de noviembre, 130 cautivos quedaron en manos de los terroristas. Se estima que al menos 31 han muerto desde entonces. Lo normal es que sean más, de ahí la urgencia con la que las familias piden que se actúe a la hora de llegar a un acuerdo.
Ese acuerdo, sin embargo, sigue pareciendo imposible. Salvo milagro de última hora, no llegará antes del inicio del mes sagrado del Ramadán (10 de marzo) como anticipó precipitadamente el presidente estadounidense Joe Biden. Las delegaciones reunidas en El Cairo mostraron el jueves su pesimismo después de que, durante algunas horas de la mañana del lunes, el acuerdo se diera casi por cerrado, a falta de que una de las dos partes cediera en la cuestión que, como decíamos, enroca la negociación: la retirada de las tropas israelíes de Gaza.
La calma de los ayatolás
Lo cierto es que todos los agentes implicados en el conflicto necesitan urgentemente ese alto el fuego por distintos motivos. A Biden, la catástrofe humanitaria de Gaza (en palabras de la propia vicepresidenta Harris) le está causando un enorme daño entre su electorado a escasos ocho meses de las elecciones presidenciales.
Egipto está en medio de una enorme crisis económica que ha requerido de un nuevo crédito del FMI y no podría hacer frente a una oleada de refugiados proveniente de Rafah. Qatar, por su parte, necesita establecerse como figura mediadora, capaz de satisfacer tanto a unos como a otros. Lo hizo ya en la crisis de Afganistán y ha pretendido repetir ahora.
Los motivos de Israel y Hamás son obvios: los primeros necesitan recuperar a su gente y los segundos están sufriendo una cantidad de bajas inasumible para una milicia. Incluso Hezbolá está vinculando la paz con Israel a un alto el fuego en Gaza.
Parece que el único que no tiene prisa aquí es Irán, menos aún tras las elecciones celebradas el pasado fin de semana. Irán controla y financia a Hamás, a Hezbolá y a los hutíes de Yemen, entre otros grupos extremistas de Oriente Medio. Por mucho que Qatar y Turquía quieran ocupar su espacio de influencia, parece que no lo están consiguiendo.
El empeño de Hamás en seguir combatiendo pese a todo solo puede venir de una mentalidad heredada del régimen de los ayatolás y que abraza el fanatismo. Su lucha va más allá de la libertad del pueblo palestino y tiene más que ver con la guerra santa contra los infieles judíos y sus aliados occidentales.
Mientras esa mentalidad impere, al menos entre los líderes que deciden las acciones en el día a día de Gaza, no solo el alto el fuego parece una quimera, sino que la solución de los dos estados que defienden Estados Unidos y buena parte de la comunidad internacional resulta absolutamente inviable.