Netanyahu marca terreno en la visita de Cameron y avisa: "Israel responderá a Irán digáis lo que digáis"
Pese a la contundencia del mensaje del primer ministro, casi cuatro de cinco israelíes rechazan contraatacar si eso implica una pérdida de apoyos.
18 abril, 2024 03:03Aunque Irán trate de subestimar su propio ataque y el presidente Mohammed Raisi asegure que, si se lo hubieran tomado en serio, "habrían eliminado a Israel de la faz de la tierra", pocos parecen dudar que la ofensiva del pasado sábado estaba llamada a causar enormes daños civiles y militares. Tan solo los medios con los que cuenta Israel y la ayuda que recibió de sus aliados lograron impedirlo. Es absurdo pensar que Irán gastó cientos de costosísimos misiles y de drones con la única intención de que fueran derribados.
Precisamente, uno de los que colaboraron activamente en la defensa de Israel, derribando varios de los proyectiles dirigidos a suelo hebreo, fue Reino Unido. Tal vez por eso, David Cameron visitó este miércoles a Netanyahu en Jerusalén, acompañado de la ministra alemana de exteriores, Annalena Baerbock, convencido de que podría influir de alguna manera en las decisiones futuras del primer ministro. Sin embargo, las cosas no fueron precisamente en ese sentido.
Ni siquiera la ayuda activa -que Netanyahu, por supuesto, agradeció- en la defensa de Israel sirvió para una mínima consideración política. Cameron y Baerbock pidieron "contención", la palabra de moda en Oriente Próximo, pero Netanyahu quiso dejar claro que las decisiones las va a tomar el gobierno israelí y que no va a permitir injerencias de sus aliados… por mucho que sus aliados puedan sufrir las consecuencias en forma de ataques de las milicias proxy iraníes a las bases que Reino Unido, junto a Estados Unidos, tiene en Irak y Siria.
Aprovechar el momento
La respuesta de Netanyahu no es ninguna sorpresa. Tampoco debería serlo que un país quiera mantener su autonomía en lo que respecta a la seguridad militar. Lo que sí choca es la contundencia con la que el primer ministro manda estos mensajes, probablemente más para consumo interno que externo. Que Israel no hace ni caso a sus socios ya se ha visto en Gaza, donde ningunea constantemente los consejos de Estados Unidos y en particular de Antony Blinken, el secretario de Estado.
Tiene todo el derecho a hacerlo, pero debe ser consciente del riesgo que corre. Casi cuatro de cada cinco israelíes, según una encuesta publicada este miércoles en medios locales, rechazan contestar a Irán si eso implica una pérdida de apoyo internacional. El presidente estadounidense fue muy contundente en las horas posteriores al ataque frustrado: "Aquí tenéis vuestra victoria, cogedla", dijo, en referencia a la necesidad de conformarse con los pequeños triunfos y no aspirar continuamente a objetivos maximalistas.
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Sin embargo, Israel cree que está ante una oportunidad única de dar una lección a su gran enemigo. Lo cree porque no quiere esperar a que Irán refuerce su programa militar y pueda llegar a incluir armas nucleares y porque sabe que la promesa de Raisi de dejar las cosas como están no vale nada. Temen que, si ahora no aprovechan su superioridad armamentística, en el futuro se encuentren con un golpe tan devastador como el que les propinaron los terroristas de Hamás el pasado 7 de octubre.
El pulso eterno con EEUU
De hecho, aparte de Netanyahu, prácticamente todas las autoridades judías, y eso incluye a los otros dos miembros del gabinete de guerra, el exjefe de las FDI, Benny Gantz, y el actual ministro de defensa, Yoav Gallant, se han pronunciado a favor de un ataque contra Irán en tiempo y forma a decidir. El propio Cameron, en un comunicado posterior, reconoció que dicha represalia parecía inevitable, pero mostró su confianza en que pudiera hacerse de manera que la escalada no fuera demasiado significativa.
En otras palabras, Israel entiende que su seguridad depende de dejarle claro a Irán quién manda (y es probable que tenga razón), mientras que sus aliados entienden que su propia seguridad depende de que el statu quo se mantenga en la zona sin más turbulencias. En ese abismo entre ambas posiciones habrán de definirse las relaciones futuras, tanto diplomáticas como armamentísticas. Israel está convencido de que Estados Unidos no va a dejar de apoyarle nunca, bajo ninguna circunstancia, y se siente con fuerza para estirar el chicle.
De nuevo, es probable que tenga razón. Los lazos son demasiado estrechos. Ahora bien, una superpotencia tiene maneras de hacer entrar en razón a sus aliados. De hecho, no es casualidad que la administración Biden lleve dos meses "haciéndole la cama" a Netanyahu e intentando colocar a Gantz como primer ministro. Lo que no está claro es qué ganan con el cambio, pues Gantz fue el primero que, con la anuencia de Gallant, sugirió la posibilidad de un ataque en tiempo real contra Irán, antes incluso de que llegaran a Jordania los primeros drones. Junto al Jefe del Estado Mayor, Hertzi Halevi, son los que más empeño están poniendo en un ataque inmediato.
Solo una opción sobre la mesa
Sea como fuere, Israel deberá medir la respuesta. Nada hace pensar por las declaraciones de sus líderes que el ataque se vaya a dirigir contra las milicias proxy iraníes. De hecho, esa guerra sigue activa tanto en Gaza contra Hamás como en el Líbano contra Hezbolá. Sin ir más lejos, este mismo miércoles, varios soldados resultaron heridos tras un ataque terrorista contra una base militar israelí en el norte del país. La ventaja de luchar directamente contra Irán es que Irán patrocina hasta cinco milicias que ya luchan día a día contra Israel y que caerían a la vez que Teherán. Cambias cinco enemigos menores por uno potente.
En términos geopolíticos, la ausencia o presencia de estas milicias apenas afecta a Estados Unidos, a Reino Unido o a Francia, pero en términos reales sí que afecta a Israel, por supuesto. Si este miércoles hablábamos en EL ESPAÑOL de tres opciones posibles para Netanyahu: diplomacia, un ataque de precisión fuera de territorio iraní similar al de Damasco, u ofensiva sobre Irán en su propio suelo, lo que está claro es que la primera está ya fuera de la mesa y la segunda podemos ir apartándola.
Queda, por tanto, el ataque directo. En la tarde de ayer, el analista de la CNN, Barak Ravid, reveló que el gobierno israelí había contemplado seriamente lanzar un ataque contra Irán el lunes por la noche, pero al final se lo pensó dos veces. Un error de cálculo, un movimiento en falso, podría costarle muy caro a Israel y no solo en términos de seguridad. Las alianzas en Oriente Próximo penden de un hilo y no conviene tirar muy fuerte de él.