Netanyahu desafía a Biden con el ataque a Rafah y Hamás avisa: "Así, dejan morir a los 'prisioneros'"
Si Israel bloquea la entrada de víveres y medicamentos, Washington podría "replantearse totalmente" sus relaciones con Tel Aviv.
8 mayo, 2024 02:52En las últimas 24 horas, Israel ha completado la conquista del lado palestino del paso de Rafah, frontera de Gaza con Egipto. De esa manera, sienta las bases para un ataque de sur a norte, obliga a los desplazados a huir hacia los campos de refugiados junto al Mediterráneo y evita a su vez lo que tanto temía el presidente egipcio Abdelfatáh El-Sisi: una avalancha de cientos de miles de palestinos entrando desesperados en su territorio.
Aunque aún no se ha producido como tal la ofensiva terrestre sobre la ciudad, se entiende que esta tendrá lugar en cuestión de horas, salvo giro inesperado en las negociaciones que se están manteniendo en estos momentos en El Cairo. La ONU y demás organizaciones no gubernamentales aseguran que, con el cierre del paso, se ha detenido también la entrada de ayuda humanitaria en la Franja. La cadena BBC afirma que los precios de los bienes más básicos se han duplicado de la noche a la mañana.
La situación pronto será desesperada si no llegan nuevos víveres. Las FDI publicaron el pasado domingo un mapa con lugares adonde los desplazados (en torno al millón de personas) podrían huir en caso de ataque, pero es complicado pensar que se puede organizar un éxodo de tal magnitud en solo cuarenta y ocho horas. Hablamos, en gran parte, de familias que ya tuvieron que huir de la ciudad de Gaza, de Deir Al-Balah y de Jan Yunis. Familias que no tienen un hogar y que viven desde hace meses en tiendas bajo un calor asfixiante en pleno desierto.
Este paso previo a la invasión no puede pillar de sorpresa a nadie, aunque sigue contando con el rechazo de toda la comunidad internacional, incluidos los Estados Unidos. El presidente Joe Biden habló por teléfono el lunes con Benjamín Netanyahu para insistirle en la necesidad de seguir apostando por la vía diplomática y avisarle de los enormes peligros humanitarios que conllevaría una acción a gran escala en Rafah.
Las necesidades de Estados Unidos
De hecho, estamos ante un enorme desafío por parte de Israel a su gran aliado. En los últimos dos meses, tanto Biden como su vicepresidenta Kamala Harris han salido en público para condenar un posible ataque terrestre sobre Rafah. También lo han hecho el líder demócrata en el Senado, Chuck Schumer, y el Secretario de Estado, Antony Blinken. El ataque a Rafah se dibujó entonces como una línea roja para la administración demócrata, que exigió además un incremento en la entrada de ayuda humanitaria en la Franja.
Si se confirma que Israel no solo va a tomar Rafah, sino que dicha operación militar va a suponer un recorte en la entrada de víveres y medicamentos, Biden estará ante un profundo dilema: seguir apoyando a Israel o, como él mismo indicó, "replantearse toda la política" respecto al Gobierno de Netanyahu. Según el portal Politico, Estados Unidos llevaría dos semanas reteniendo cargamentos de armas para Israel como medida de presión para que Netanyahu acepte un acuerdo. Parece que estas presiones tampoco han funcionado.
Con las universidades de buena parte del país en pie de guerra, el Partido Demócrata teme que el debate cale entre su electorado y le reste votos de cara a los comicios de noviembre. Hay un mundo entre la imagen de Biden como pacificador y la imagen de Biden como el vendedor de las armas que sirven para matar a miles de civiles en Gaza. Jimmy Carter ya dejó el ejemplo de cómo un desastre diplomático en Oriente Medio puede llevar al desastre electoral y arruinar un legado. Obviamente, en la Casa Blanca no quieren que se repita la experiencia.
Las amenazas de Hamás y las quejas israelíes
Probablemente por eso, Estados Unidos se ha mostrado ambiguo respecto al plan de paz que Hamás aceptó el lunes tomando como referencia una propuesta de Egipto y Qatar. A Israel, la ambigüedad le duró muy poco. Según informa también la BBC, citando fuentes oficiales de Tel Aviv, el plan habla de una tregua duradera, algo que Israel no contempla de momento, retrasa la liberación de las mujeres militares retenidas y no especifica el número de rehenes vivos que volverán a casa a cambio de los prisioneros palestinos. La propuesta egipcia hablaba de 33, pero Hamás dice que no sabe si siguen todos vivos, así que pretende incluir cadáveres.
Israel insiste en que la propuesta "está muy lejos de sus objetivos", pero desde la Casa Blanca aseguran que las diferencias son reconciliables a corto plazo. Un mensaje que llevamos oyendo demasiado tiempo ya. Por su parte, Hamás ha dejado claro en declaraciones a la agencia AFP que la tregua "es la última esperanza" para los rehenes. Un alto cargo de la banda terrorista, que ha preferido guardar el anonimato, aseguró antes de partir a El Cairo que "La decisión de Benjamin Netanyahu de invadir Rafah indica que él y el ejército israelí han decidido dejar morir a los prisioneros", como Hamás llama a los secuestrados el 7 de octubre.
Las protestas en las calles de Israel se siguen sucediendo en favor de un acuerdo, pero los aliados de Netanyahu no cejan en sus pretensiones bélicas. El ministro de defensa y miembro del Gabinete de Guerra, Yoav Gallant, aseguró este martes que la operación continuará "hasta que eliminemos a Hamás de la zona de Rafah y de toda la Franja de Gaza o hasta que todos los rehenes sean liberados". El uso de la disyuntiva es interesante, puesto que hasta ahora ambas condiciones habían sido consideradas imprescindibles, es decir, la destrucción de Hamás debía ir acompañada de la liberación de todos los rehenes.
Pese al optimismo estadounidense, lo cierto es que Netanyahu tiene muy complicado aceptar un plan que no incluya una "victoria total", pues es lo que ha prometido a su pueblo durante todos estos meses y la razón para prolongar una guerra sangrienta que ha causado ya la muerte a 35.000 personas, según el Ministerio de Sanidad controlado por Hamás. En las próximas horas, tendrá que decidir si sigue con la ocupación de Rafah y corre el riesgo de perder el apoyo de Estados Unidos o si cede ante un acuerdo que pueda no resultar perfecto. Lo primero llevaría a la desestabilización de toda la zona. Lo segundo, probablemente, le cueste el puesto como primer ministro.