Varias personas huyen de Jabalía después de que el Ejército israelí pidiera a los residentes que evacuaran.

Varias personas huyen de Jabalía después de que el Ejército israelí pidiera a los residentes que evacuaran. Reuters

Oriente Próximo

Israel asedia el norte de la Franja y EEUU avisa de que el objetivo de destruir Hamás "no es factible"

Qatar, que siempre ha destacado por su optimismo, ha tenido que reconocer este martes que no hay avances de ningún tipo ni voluntad por ninguna de las partes de ceder en sus posiciones.

15 mayo, 2024 02:26

El gran objetivo de la diplomacia estadounidense en Gaza era conseguir que la guerra no se eternizara y evitar así el riesgo de una escalada bélica en Oriente Medio. Aunque lo segundo parece haberse conseguido, limitada dicha escalada a los ataques de los hutíes sobre las embarcaciones que surcan el Mar Rojo y a la semana de bombardeos a baja escala entre Israel e Irán, lo primero parece más lejos que nunca.

Las últimas noticias que llegan de la zona invitan al pesimismo y redundan en la idea de un estancamiento absoluto de las negociaciones para llegar a un alto el fuego que incluya el intercambio de rehenes por prisioneros palestinos. Incluso Qatar, que siempre ha destacado por su optimismo, ha tenido que reconocer este martes que la situación es agónica y que no hay avances de ningún tipo ni voluntad por ninguna de las partes de ceder en sus posiciones.

Según la CNN, fuentes de la inteligencia estadounidense afirman que Israel ya tiene suficientes tropas en Rafah para iniciar su ofensiva terrestre. Esas mismas fuentes indican que los más de siete meses de guerra abierta han debilitado considerablemente las posiciones de Hamás, pero que su destrucción "no es un objetivo factible". Hay que recordar que fue el propio Gobierno de Israel el que fijó la liberación de los rehenes y la destrucción del grupo terrorista como los dos grandes objetivos de su intervención militar.

Sísifo y los túneles

La realidad en Gaza hace tiempo que parece dar la razón a los expertos estadounidenses. Hamás ha sido golpeada con dureza y ha visto cómo casi todos sus batallones eran desactivados. Ahora bien, sigue controlando la resistencia a la ocupación israelí, sigue dominando con puño cerrado las vidas de los gazatíes y sigue contestando militarmente allí donde las FDI retiran a sus hombres por considerar el trabajo ya terminado.

La compleja estructura de túneles bajo el suelo de la Franja hace que sea imposible calcular con precisión cuántos hombres les quedan a los terroristas y dónde pueden aparecer. También evita que las FDI puedan localizar a los líderes militares de la organización y, por supuesto, a los rehenes, que llevan todo este tiempo cautivos en unas condiciones miserables. Mientras todo el mundo miraba con atención Rafah, en el sur de la Franja, justo en la frontera con Egipto, Hamás ha incendiado de nuevo la ciudad de Gaza y el campo de refugiados de Jabalía.

[La embajadora de Israel critica el "reconocimiento unilateral de Palestina" en su despedida de España]

Estas reapariciones, cada vez más frecuentes, no solo están detrás del razonamiento estadounidense, sino que empiezan a crear desánimo y malestar dentro del propio ejército israelí, según informó este martes el New York Times. Los altos mandos no entienden que no hubiera una mayor planificación previa y, sobre todo, que no se prestara atención al futuro de Gaza. Se sienten como Sísifo intentando llevar la piedra una y otra vez a lo alto de la colina.

Al no existir esa idea de futuro ni haberse pactado con los aliados de Israel en la zona, el presente se acaba prolongando indefinidamente. Nadie sabe qué hacer con Gaza, ni cómo apartar a Hamás de un posible gobierno autónomo, ni qué rol debe jugar la Autoridad Palestina, ni hasta dónde se pueden o se deben involucrar los países árabes en la reconstrucción de la Franja. En medio de toda esta confusión, Hamás siempre saldrá ganando: tienen el apoyo de la mayoría de los ciudadanos, el de Irán, el de Turquía y el de su propio instinto de supervivencia.

Hamás sabe esperar

De hecho, la falta de un plan a medio-largo plazo ha puesto sobre la mesa cuestiones que, a corto plazo, superan a Israel. Por ejemplo, la solución de los dos estados que incluso Estados Unidos defiende como ideal. Netanyahu imaginaba una operación relativamente rápida, ceñida a lo militar y que acabara con la rendición incondicional de los terroristas. No ha sido así. Los terroristas no se rinden porque saben que la posición internacional de Israel es débil y porque tienen estructuras de defensa más sólidas de las que se pensaba. Asaltar los túneles o anegarlos de agua, como se especuló al principio de la guerra, ya no son opciones sobre la mesa.

En el momento en el que incluso Estados Unidos se ha dado cuenta de que Hamás no va a ser destruida, la posición de Israel se complica aún más. Uno de sus dos objetivos principales se evapora y el segundo dependía estrictamente del primero. Las FDI no tienen manera de encontrar a los rehenes. Solo han rescatado a tres en siete meses y pico. Los buscaron en el norte de la Franja, los buscaron en la capital, los buscaron en Jan Yunis y ahora dicen que los van a buscar en Rafah mientras las filtraciones apuntan a que son conscientes de que es imposible que estén ahí.

[Netanyahu da prioridad máxima a la ofensiva en Rafah pese a que el líder de Hamás no se oculta allí]

En un principio, Hamás pedía pequeñas treguas e intercambios. Ahora, pide soluciones geopolíticas. Al negar lo primero, Israel se ha visto envuelto en un laberinto del que Netanyahu no sabe cómo salir: reconocer la derrota implicaría renunciar al Gobierno. No reconocerla solo prolonga el sufrimiento propio y ajeno. Nada de esto habría pasado, probablemente, si Israel no hubiera afrontado esta crisis en su peor momento político en décadas. Las peligrosas alianzas a las que se entregó el Likud en 2022 han derivado en un bloqueo permanente de cualquier propuesta, incluso aunque llegue de Washington.

Así las cosas, a Hamás no le importa esperar. No le importa, y esto no hay que olvidarlo nunca, porque a Hamás le da igual el pueblo palestino. Su misión no es de este mundo y no tiene fecha en el calendario. Son yihadistas subvencionados por los ayatolás de Teherán que harán lo que sea por imponer su visión del islam en Oriente Medio y acabar con Israel. Puede que las negociaciones de un nuevo gobierno les incluyan a ellos como parte y puede que tengan que esperar en las catacumbas a dar un golpe de estado como el de 2006. Mientras tanto, sabrán sobrevivir. A cualquier precio.