Israel muestra sus cartas a Hezbolá con 558 muertos en el día más letal en Líbano: "Buscamos en cada casa"
En Tel Aviv, las declaraciones políticas y militares no invitan a pensar que las maniobras contra la organización terrorista vayan a terminar pronto.
24 septiembre, 2024 03:13El domingo, el primer ministro Benjamin Netanyahu dijo que, “si Hezbolá no entiende el mensaje, lo entenderá”. El lunes, Israel lanzó un ataque brutal contra la milicia islamista, el más sangriento desde su guerra civil. Golpeó unas 800 posiciones en el sur del Líbano. Mató a al menos 558 personas, de acuerdo con el Ministerio de Salud Pública del país vecino. Hirió a casi 2.000. “Por favor”, dijo Netanyahu a los libaneses, “huid de las zonas calientes ahora, tomaos en serio esta advertencia, no permitáis que Hezbolá ponga vuestras vidas y las de vuestros seres queridos en peligro”.
Hay decenas de miles de libaneses tomándose muy en serio sus palabras.
Las carreteras hacia Beirut, la capital, colapsaron a lo largo de la jornada, y las habitaciones disponibles en los hoteles escasean. La palabra más empleada por los testigos es “caos”. El Gobierno libanés, débil y atrapado en el fuego cruzado entre el tentáculo mejor armado por Irán en Oriente Próximo y su vecino más poderoso, tiene las manos atadas, apenas puede mitigar la tensión. Activó un plan de emergencia nacional. Habilitó cientos de centros escolares y otros refugios para atender a los compatriotas desplazados.
En Tel Aviv, las declaraciones políticas y militares no invitan a pensar que las maniobras contra la organización terrorista, intensificadas la semana pasada con los ataques individualizados sobre sus comunicaciones, vayan a terminar pronto. “Hoy es un día muy importante”, dijo el ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant. “Hemos sacado de servicio decenas de miles de cohetes y municiones de precisión. Lo que Hezbolá ha creado durante dos décadas, desde la segunda guerra del Líbano, está siendo destruido por las Fuerzas de Defensa de Israel”.
Las explosiones se han registrado, como en la Franja de Gaza, en muchas zonas urbanas. Si esto es así, concretó el portavoz del cuerpo militar, Daniel Hagari, se debe a que buscan las armas del enemigo “en cada casa”.
La duda, en estos momentos, es el plan de Israel y Hezbolá para los próximos días.
Los milicianos chiitas llevan once meses bombardeando las zonas fronterizas de Israel, a tiro de piedra, aprovechando que su enemigo estaba ocupado luchando contra Hamás en Gaza, obligando a desplazar indefinidamente a cientos de miles de israelíes.
En los últimos días, sus cohetes y misiles llegaron hasta los alrededores de Haifa, la tercera ciudad más poblada del país hebreo. En el aire quedan los pasos que unos y otros darán en adelante. Los analistas dudan. No saben si Israel pretende castigar con dureza para obligar a Hezbolá a recular y negociar o si, en cambio, está allanando el terreno para una incursión terrestre, como en Gaza, para eliminar la amenaza. Lo que nadie pone en duda es que la negativa de Hezbolá a seguir atacando a Israel aceleraría el segundo escenario, para castigo en mayor medida de los libaneses, a la vista de la superioridad militar de las tropas de Netanyahu.
Algunas voces apuntan los errores cometidos por la milicia. “Hezbolá lleva un año bombardeando el norte de Israel como si despoblar Kiryat Shmona fuese un fin en sí mismo”, escribe Gregg Calstrom, corresponsal de The Economist en Oriente Próximo. “No ha logrado ninguno de sus objetivos estratégicos, ni aliviar la presión militar sobre Gaza ni obligar a Israel a un alto el fuego”. “Ahora”, continúa, “está en aprietos previsibles, pues no cuenta ni con el apoyo de sus compatriotas libaneses ni con el de sus amos iraníes para una guerra total con Israel”.
Hasta el momento, de hecho, el silencio es clamoroso en la cúpula de Hezbolá. El presidente iraní, Masoud Pezeshkian, rebaja el tono. “No deseamos ser la causa de la inestabilidad en Oriente Medio”, dijo, “ya que sus consecuencias serían irreversibles”. Incluso está en Nueva York abriendo la puerta, nuevamente, a un acuerdo nuclear con Occidente. El secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, expresó su “preocupación” y demandó un alto el fuego.
Estados Unidos, maliciándose que no vaya a llegar de la noche a la mañana, se prepara para cualquier escenario. Va a enviar más tropas a la región, donde ya se calcula que tiene unos 40.000 soldados desplegados, mientras su diplomacia explora nuevas maneras de persuadir a su aliado de las bondades de minimizar el riesgo de una guerra a gran escala, más peligrosa que la abierta en Gaza.