Samia Nakhoul Maya Gebeily Parisa Hafezi Suleiman Al-Khalidi
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Bashar al Asad apenas confió a unos pocos su plan para abandonar Siria cuando su régimen colapsaba. En su lugar, engañó o mantuvo en la ignorancia a sus asistentes, funcionarios e incluso a familiares cercanos, según han explicado a Reuters más de una docena de personas con conocimiento de los hechos.

Horas antes de partir hacia Moscú, Asad aseguró en una reunión con unos 30 altos mandos militares y de seguridad en el Ministerio de Defensa, el sábado, que el apoyo militar ruso estaba en camino. En dicha sesión, instó a las tropas terrestres a resistir, según un comandante presente en la reunión, quien ha solicitado anonimato para hablar sobre el encuentro.

El personal civil tampoco tuvo conocimiento de lo que ocurría. Asad informó a su jefe de gabinete presidencial ese sábado, al finalizar su jornada, que regresaría a casa, pero, en lugar de ello, se dirigió al aeropuerto, según ha relatado un asistente cercano. Asimismo, contactó a su asesora de prensa, Bouthaina Shaaban, pidiéndole que acudiera a su residencia para redactar un discurso. Sin embargo, cuando ella llegó, la casa estaba vacía.

"Asad ni siquiera ofreció una última resistencia. Ni siquiera convocó a sus propias tropas", ha señalado Nadim Huri, director ejecutivo del grupo de expertos regional Iniciativa de Reforma Árabe. "Dejó a sus seguidores a merced de su propio destino".

Reuters no ha logrado contactar a Asad en Moscú, donde ha recibido asilo político. Sin embargo, entrevistas con 14 personas familiarizadas con sus últimos días en el poder trazan el retrato de un líder que buscó desesperadamente ayuda externa para prolongar su mandato de 24 años, antes de recurrir al engaño y la clandestinidad para orquestar su salida del país en las primeras horas del domingo.

La mayoría de estas fuentes, incluidos colaboradores cercanos del expresidente, diplomáticos regionales, fuentes de seguridad y altos funcionarios iraníes, han pedido no exponer sus nombres reales para poder hablar libremente sobre el asunto. 

Según tres de sus ayudantes, Asad ni siquiera informó a su hermano menor, Maher Asad, comandante de la élite 4ª División Blindada del Ejército, sobre sus planes de fuga. Maher viajó posteriormente en helicóptero a Irak y, desde allí, a Rusia, según una de las fuentes.

Una vista muestra un cartel dañado del presidente sirio Bashar al Asad en Alepo Fuente. Reuters

Los primos maternos de Asad, Ihab y Iyad Makhluf, también fueron abandonados a su suerte cuando Damasco cayó en manos de los rebeldes, según han explicado un asistente sirio y un funcionario de seguridad libanés. Ambos intentaron huir en automóvil hacia el Líbano, pero sufrieron una emboscada en el trayecto por los insurgentes: Ihab murió acribillado e Iyad resultó herido. No obstante, no se ha confirmado oficialmente la muerte de Ihab, y Reuters no ha podido verificar de forma independiente el incidente.

El dictador escapó de Damasco en un vuelo el domingo 8 de diciembre, viajando bajo el radar y con el transpondedor de la aeronave apagado, según ha afirmado dos diplomáticos regionales. Su dramática salida puso fin a 24 años de gobierno, cerrando medio siglo de dominio ininterrumpido de su familia y marcando el abrupto desenlace de 13 años de guerra civil.

El avión aterrizó primero en la base aérea rusa de Hmeimim, en la ciudad costera de Latakia, para luego partir hacia Moscú. La familia inmediata de Asad —su esposa Asma y sus tres hijos— ya se encontraba esperándolo en la capital rusa, según han detallado tres antiguos colaboradores cercanos y un alto funcionario regional.

Vídeos tomados por rebeldes y civiles que irrumpieron en el complejo presidencial tras su huida, y posteriormente difundidos en redes sociales, sugieren que Asad abandonó el lugar apresuradamente. Las imágenes muestran comida cocinada abandonada en la estufa y pertenencias personales, como álbumes de fotos familiares, dejadas atrás.

Sin apoyo de Rusia e Irán

Ni Rusia, cuya intervención en 2015 había cambiado el rumbo de la guerra en favor de Asad, ni su otro aliado incondicional, Irán, estuvieron dispuestos a ofrecer un rescate militar.

Esto quedó claro para el líder sirio en los días previos a su salida, cuando buscó respaldo desesperadamente para aferrarse al poder y garantizar su seguridad, según las entrevistas realizadas por Reuters.

Asad visitó Moscú el 28 de noviembre, un día después de que fuerzas rebeldes atacaran la provincia septentrional de Alepo, avanzando rápidamente por el país. No obstante, sus súplicas de intervención militar cayeron en oídos sordos en el Kremlin, que se mostró reacio a intervenir, de acuerdo con tres diplomáticos regionales.

Hadi al Bahra, líder de la oposición siria en el exilio, ha asegurado que Asad no transmitió la gravedad de la situación a sus asesores en Siria, citando como fuente a un miembro del círculo cercano de la familia y a un funcionario regional.

"Tras su visita a Moscú, les aseguró a sus comandantes y colaboradores que recibirían apoyo militar", ha comentadp Al-Bahra. "Les estaba mintiendo. El mensaje que recibió del Kremlin fue negativo".

El portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, declaró el miércoles que Rusia había realizado muchos esfuerzos en el pasado para estabilizar Siria, pero que su prioridad actual era el conflicto en Ucrania.

Cuatro días después de ese viaje, el 2 de diciembre, el ministro de Asuntos Exteriores iraní, Abbas Araqchi, se reunió con Asad en Damasco. Para entonces, los rebeldes del grupo islamista Hayat Tahrir al-Sham (HTS) ya controlaban Alepo y avanzaban hacia Damasco, mientras las fuerzas gubernamentales se desmoronaban.

Durante la reunión, Asad se mostró visiblemente angustiado y admitió que su ejército era incapaz de montar una defensa efectiva, según un alto diplomático iraní. Sin embargo, el líder sirio nunca solicitó que Irán desplegara tropas en su territorio, ya que entendía que Israel podría utilizar dicha intervención como pretexto para atacar tanto a las fuerzas iraníes en Siria como a Irán mismo.