Erdogan y Trump negocian la custodia de 10.000 prisioneros del ISIS en Siria
- Turquía está solicitando el control de la base aérea de Palmira, anteriormente en manos de Rusia, para llevar a cabo operaciones con drones contra el ISIS.
- Más información: Del Captagon, la "droga de la yihad", al petróleo: el difícil legado de Asad que amenaza la recuperación de Siria.
Uno de los principales riesgos para la delicada transición de Siria es la amenaza de los excombatientes del Estado Islámico (EI, ISIS o Dáesh). Son casi 10.000 varones detenidos en campos de prisioneros bajo el mando de las Fuerzas Democráticas Sirias (SDF), las autoridades kurdas que controlan el noreste del país con una autonomía de facto y que lucharon junto a la coalición internacional liderada por Estados Unidos para acabar con esta amenaza terrorista en 2019.
Según información exclusiva obtenida por EL ESPAÑOL, Turquía y Estados Unidos están negociando un traspaso de la gestión de estos excombatientes de las facciones kurdas a manos de Ankara.
En la prisión de Al-Sina’a (Gweiran), ubicada en Hasaka, se encuentran recluidos miles de prisioneros que habían luchado con el ISIS. El campamento de Al-Hol, situado también en el noreste de Siria, alberga unas 44.000 personas, incluyendo familiares de combatientes del ISIS, al igual que el de Al-Roj, en la misma área, con una población significativa de mujeres y niños. Las condiciones de estos campos, precarias y superpobladas, son una preocupación continua para la comunidad internacional, ya que los excombatientes podrían aprovechar el vacío de poder para reorganizarse y reclutar nuevos miembros. De hecho, no es difícil comprobar sobre el terreno la presencia de hombres con bandanas y logos del ISIS paseando libremente por Damasco y otras zonas del país.
La otrora facción islámica radical Hayat Tahrir al-Sham (HTS), que lideró la ofensiva que derrocó al régimen de los Asad el 8 de diciembre, ha adoptado una visión más pragmática y menos religiosa de Siria para liderar esta transición. El líder de HTS, Abu Mohamed al-Jolani, fue en el pasado miembro de las ramas locales de Al-Qaeda y del ISIS. Figuras como Jolani y estos grupos extremistas contribuyeron a frenar el éxito temprano de la revolución democrática siria.
El resurgimiento del ISIS, que proclamó un califato en Siria e Irak entre 2014 y 2019, es uno de los principales riesgos para la transición, junto con las tensiones entre actores clave, como Turquía y las SDF kurdas, los ataques de otras potencias extranjeras como Israel, el sabotaje de las milicias del régimen caído, la venganza entre comunidades sirias, los desafíos humanitarios y el vacío de poder. Existen riesgos de posibles fugas de prisioneros si se produce una transferencia a otros territorios o una mala gestión de las instalaciones.
En este contexto, el jueves, el Comando Central de Estados Unidos (CENTCOM) lanzó lo que calificó como un “ataque aéreo de precisión” en el este de Siria, eliminando a un líder del ISIS, Abu Yusif, en la provincia de Deir ez-Zor, en un área previamente controlada por el régimen sirio.
Las pésimas condiciones de los campos favorecen la radicalización de los más jóvenes, convirtiéndolos en un nido de radicalización. Fuentes locales indican también que miembros del ISIS han entrado en cuarteles militares y áreas económicas, fortaleciendo su posición
En las últimas semanas, la administración saliente de Joe Biden ha intentado consolidar una transición en Siria para frenar la radicalización y facilitar una reconstrucción que permita el regreso de los refugiados. Sin embargo, la nueva administración de Donald Trump ya lidera las negociaciones con Turquía y las SDF para fortalecer esa vía pacífica en Siria. La volatilidad e imprevisibilidad de Trump parece encajar con la política populista y testosterónica del presidente turco, Recep Tayyip Erdoğan.
“Turquía está negociando para asumir temporalmente la custodia de los prisioneros del ISIS que están bajo control de las SDF, con el objetivo de retirar este asunto de las manos kurdas”, explica a EL ESPAÑOL Malik al-Abdeh, analista británico de origen sirio y editor de Syria in Transition. A cambio, Ankara está solicitando el control de la base aérea de Palmira, anteriormente en manos de Rusia, para llevar a cabo operaciones con drones contra el ISIS, así como concesiones más amplias de Estados Unidos, incluyendo una reducción en su apoyo a las SDF y la legitimación del papel de Turquía en el norte de Siria. “Es probable que Trump acepte esta propuesta”, agrega este analista. Sin embargo, se desconoce qué sucederá tras esta custodia temporal.
La Resolución 2254 de la ONU, que actualmente guía el camino de Siria, especifica que tanto el régimen –o lo que queda de él– como la oposición deben trabajar para combatir a los grupos designados como terroristas, entre ellos el ISIS. Otro grupo incluido era la HTS, pero el viernes Washington anunció que ha eliminado la recompensa de 10 millones de dólares que pesaba sobre la cabeza de Jolani, quien, con su nombre civil, Ahmed Hussein al-Sharaa, y ya fuera de la lista de terroristas internacionales, se perfila como el futuro líder del país y ya está nombrando ministros. Además, la HTS, como heredera de Al-Qaeda, también se disolverá para convertirse en un partido político, según anunció al-Sharaa. De esta forma, el exterrorista está logrando legitimidad internacional para liderar el país y gestionar a los excombatientes de su antigua formación.
Tras la caída del régimen, los kurdos amenazaron con abandonar el control de las prisiones del ISIS si perdían sus derechos y su territorio. La violencia entre las SDF y las facciones de Erdoğan ha dejado una veintena de muertos, entre ellos dos periodistas kurdos. “Una de las mayores amenazas para la estabilidad de Siria es la ofensiva continuada del SNA (Ejército Nacional Sirio), respaldado por Turquía, contra las SDF, apoyadas por EEUU, y que han sido la pieza clave sobre el terreno en la lucha contra el ISIS durante los últimos 10 años”, explica a EL ESPAÑOL Aaron Y. Zelin, analista del Washington Institute. Si las SDF colapsan, “puede crear enormes ramificaciones de seguridad, no sólo con el campamento de al-Hol, sino también con los 10.000 prisioneros varones que se encuentran en el noreste de Siria”, subraya el experto.
El posible acuerdo entre Turquía, EEUU y las SDF, de sellarse, pondría fin a los recientes conflictos entre turcos y kurdos en el noreste. Turquía tiene un interés estratégico en hacerse con el norte de Siria, eliminar la autonomía kurda en su frontera sur y evitar su influencia en zonas kurdo-turcas. Para ello, ha contado con el apoyo de facciones que ha patrocinado, como HTS y el SNA. De este modo, Erdoğan obliga a los kurdos sirios a retirarse hacia el sureste, donde parecen satisfechos con mantener sus derechos políticos y culturales básicos en sus zonas de mayoría.
“Esperemos que pueda haber algún acuerdo entre EEUU y Turquía para evitar que ocurra el peor de los escenarios, que es el regreso del ISIS”, expresa Zelin, quien pide prudencia ante el posible acuerdo hasta que Ankara lo haga público.
El nuevo gobierno sirio debería garantizar que los prisioneros del ISIS sean llevados a juicios internacionales justos y con estándares reconocidos para procesar a los culpables y buscar soluciones alternativas para quienes no estén directamente implicados en crímenes. La mayoría de estos prisioneros son extranjeros y sus países de origen no los aceptan por falta de evidencias legales. En 2017, se estimó que unos 5.904 ciudadanos europeos se unieron al ISIS, de los cuales 1.765 retornaron a sus países. Según el Listado Único Común europeo de Combatientes Terroristas Extranjeros (CTE), 263 residentes en España se unieron a grupos yihadistas: 102 murieron, 63 retornaron y 98 continúan en Siria o Irak. La gestión de estos retornados ha variado entre procesamientos legales y revocación de ciudadanía para impedir su regreso.
“Si el estado sirio se reconstituye de manera que pueda ejercer soberanía sobre su territorio, eso contribuirá enormemente a abordar el problema del ISIS”, señaló Richard Outzen, analista del Atlantic Council. El momento actual es una oportunidad para reconstruir Siria como un estado más estable y menos antagonista hacia Occidente, con el potencial de convertirse en el país árabe más democrático de la región. Outzen advirtió que los errores estratégicos del pasado por parte de potencias como EEUU, Rusia e Irán no deben repetirse, mientras que Turquía ha mostrado una relativa consistencia en su estrategia. Si Erdoğan asume el control de los prisioneros se asegura su consolidación como un actor dominante en el conflicto sirio, con gran influencia en la transición, que transformará las dinámicas de poder regionales.
Las manifestaciones que desencadenaron la guerra civil en 2011 estaban principalmente formadas por civiles pacíficos que pedían democracia. El huido Bashar al-Asad los acusó entonces de ser terroristas radicales, y para cumplir su propia profecía liberó a los islamistas que tenía prisioneros en sus cárceles, fue así como a partir del segundo año de guerra y con la intervención de los patrocinadores del Golfo la presencia del ISIS, de Al-Qaeda y de otros grupos extremistas como la propia HTS disuadió a varias potencias occidentales de apoyar el derrocamiento de Bashar al-Asad. Paradójicamente, todo parece indicar que ahora será Jolani quien liderará la lucha contra sus antiguos compañeros yihadistas.