Capear las sanciones, gestionar el petróleo... : las claves para que Siria no se convierta en un 'nuevo Afganistán'
- La economía del país, devastada por años de conflicto, enfrenta desafíos formidables en su rehabilitación.
- Más información: De yihadistas a políticos al frente de un Estado: ¿puede (y quiere) el nuevo Gobierno de transición estabilizar Siria?
Siria enfrenta un panorama económico complejo marcado por la necesidad urgente de aliviar las sanciones internacionales, gestionar el futuro de sus recursos petroleros, reconstruir infraestructura esencial y abordar la pobreza generalizada. Los expertos coinciden en que el éxito dependerá de un enfoque pragmático que combine financiamiento internacional, reformas internas y acuerdos claros entre las partes interesadas. Sin embargo, el tiempo es crítico, y la falta de acción inmediata podría hundir al país en una crisis aún más profunda.
Uno de los mayores desafíos para la recuperación económica de Siria es superar las sanciones internacionales que fueron impuestas contra el régimen de Bashar al Asad, que afectan sectores clave como la energía, la banca y las telecomunicaciones. Estas restricciones, impuestas principalmente por la Unión Europea, Estados Unidos y Naciones Unidas, no solo dificultan la actividad económica interna, sino que también bloquean relaciones comerciales internacionales esenciales para la reconstrucción.
La UE mantiene medidas como la congelación de activos, prohibiciones de viaje y restricciones a la exportación de tecnología, mientras que EEUU aplica la Caesar Act (2019), que penaliza a quienes negocien con el régimen sirio y refuerza las limitaciones derivadas de su designación como Estado patrocinador del terrorismo desde 1979. La ONU, por su parte, mantiene un embargo de armas contra el país. Aunque algunas sanciones permiten excepciones humanitarias, su impacto conjunto ha agravado la crisis económica y humanitaria, dejando a Siria en una posición de pauperización.
"Los países que pueden financiar la reconstrucción de Siria están claros: los estados árabes, la Unión Europea y, en cierta medida, los Estados Unidos, además de las organizaciones internacionales dentro del marco de las Naciones Unidas", explica a EL ESPAÑOL el analista del Atlantic Council Omer Ozkizilcik. Sin embargo, subraya que este financiamiento solo será posible si se levantan las sanciones y Siria es reintegrada al sistema bancario internacional.
Además, tanto Estados Unidos como la UE, la ONU, Rusia, Turquía, Canadá y Reino Unido consideran a Hayat Tahrir al-Sham (HTS), la facción radical islámica que ha derrocado al régimen, como un grupo terrorista. Washington ya ha retirado la recompensa de diez millones de dólares que pesaba sobre la cabeza del jefe de Estado de facto, Ahmed al-Sharaa, anteriormente miembro de Al-Qaeda y conocido como Abu Mohamed al Julani.
Evitar que Siria se convierta en Afganistán
En un reciente artículo en Foreign Policy, los analistas de Crisis Group Delaney Simon, Graeme Smith y Jerome Drevon alertan de que Siria puede convertirse en un nuevo Afganistán si no se levantan las sanciones y remite la pobreza. "Sin alivio de las sanciones, la pobreza y los obstáculos para la entrega de ayuda empeorarán en Siria, porque el nuevo gobierno está controlado por un grupo con una designación terrorista", indican estos expertos. "Una fuerte respuesta global puede reducir las posibilidades de otra tragedia al estilo de Afganistán". Esto implica compromisos claros entre los países donantes y HTS.
"La situación económica en Siria es grave. La disparidad entre las regiones controladas por HTS y el resto de Siria es notable: mientras Idlib muestra signos de una economía frágil, otras regiones siguen devastadas, sin acceso a servicios básicos", explica a este periódico el analista Malik al-Abdeh, editor de Syria in Transition.
Los principales benefactores de HTS y otros grupos de la oposición han sido Turquía, Qatar y Arabia Saudita, que van a desempeñar un papel clave en la recuperación económica, "son los tres países más probables para financiar la transición en Siria", indica este analista. De hecho, la primera visita oficial al extranjero del nuevo ministro de Asuntos Exteriores de Siria, Asad Hassan al-Shibani, fue a Arabia Saudita el 1 de enero, y las conversaciones con sus interlocutores saudís se centraron en cómo apoyar la transición política. Los contactos con Turquía, Qatar, EEUU y la UE han sido constantes en las últimas semanas.
Las sanciones actuales limitan gravemente las posibilidades de reconstrucción, bloqueando el acceso de Siria a financiación y comercio internacional, algo esencial para revitalizar la economía. Sin embargo, Turquía afronta una situación económica precaria y no podrá aportar grandes sumas directamente. "Es probable que la única manera de superar estas limitaciones sea a través de acuerdos de concesiones a largo plazo que permitan a países como Turquía operar servicios públicos y cobrar tarifas, un modelo que también podría atraer a otros actores regionales e internacionales", aventura al-Abdeh, precisando que la red eléctrica data de los años 70 y necesita ser completamente renovada.
La empresa turca Karpowership, conocida por su flota de barcos generadores de electricidad, se encuentra entre las opciones evaluadas para mitigar la grave crisis energética en Siria tras la caída del régimen de Asad. Sus barcos pueden generar hasta 470 MW, lo que representa más del 10% de la capacidad eléctrica instalada en Siria. Sin embargo, su despliegue depende de la infraestructura portuaria siria y de acuerdos con las nuevas autoridades. Además, Turquía ha ofrecido exportar electricidad al país, pero no se han identificado públicamente otros proveedores involucrados en estas negociaciones. La implementación de estas soluciones busca aliviar temporalmente la falta de energía mientras se desarrollan estrategias de largo plazo.
Las empresas de construcción turcas pueden estar también a la vanguardia de los esfuerzos de reconstrucción en Siria, según Ozkizilcik. Sin embargo, sin una simbiosis entre Turquía, la UE, los estados árabes, EEUU y la ONU, esto parece difícil. Y para ello es necesario que se levanten las sanciones.
El petróleo sirio y la geopolítica
Los actores internacionales ven en el petróleo sirio una moneda de cambio para sus agendas geopolíticas, lo que complica aún más la recuperación económica. La falta de acceso a recursos petroleros ha exacerbado la pobreza y dificultado la prestación de servicios básicos en zonas bajo control del régimen y otras áreas.
Los ingresos del petróleo han sido históricamente una base crucial para la economía siria, que antes de la guerra representaban entre un 25% y un 35% del PIB del país. Pero su explotación eficiente y distribución justa se han visto obstaculizadas por la guerra y la fragmentación del control territorial. Actualmente, los principales campos petroleros están bajo el control de fuerzas kurdas respaldadas por los Estados Unidos, las SDF o Fuerzas Democráticas de Siria. Esto genera tensiones con otras facciones y actores internacionales que buscan controlar estos recursos estratégicos.
La posición de Turquía y sus aliados en el norte, el propio HTS y el SNA (Ejército Nacional de Siria), está orientada a captar recursos petroleros para evitar que financien a adversarios como el PKK (Partido de los Trabajadores del Kurdistán). Cualquier estrategia de recuperación económica dependerá de un marco inclusivo para la distribución de recursos como el petróleo, pero persisten desafíos significativos como las sanciones, pero también la desconfianza entre estas facciones.
"Actualmente hay negociaciones en curso para determinar el futuro de los campos petroleros. Es probable que el petróleo se entregue al gobierno central bajo supervisión internacional", señala al-Abdeh. La intención parece ser "resolver las tensiones a través de acuerdos, con una posible integración de las SDF en el ejército sirio", añade. Unas conversaciones que se llevan a cabo entre los nuevos líderes en Damasco, Ankara, Washington y los kurdos. Los beneficios del petróleo se destinarían a proyectos de desarrollo y humanitarios.
Los más de trece años de conflicto han dejado a más del 70% de la población necesitada de alimentos, agua y asistencia básica. Las sanciones, junto con el colapso del régimen de Asad, han exacerbado esta crisis humanitaria, y según un informe de OCHA, la situación de Siria afecta tanto a su población de 23 millones, la mitad de ellos desplazados internos y refugiados, como a las comunidades de acogida en la región, por lo que la agencia de la ONU calcula que un total de 33 millones necesitarán asistencia en el próximo año.
El desafío del mercado negro
La principal fuente de ingresos de la economía siria es hoy en día la industria ilícita del Captagon, una droga que supone más del 100% del PIB anterior a la guerra. Las sanciones también agravan esta situación. El aislamiento continuo de la economía de Siria corre el riesgo de empujarla aún más hacia la clandestinidad. Si los sirios no obtienen permisos para comerciar con el mundo, pueden depender aún más de esta y otras industrias ilícitas.
HTS ha mostrado una postura más moderada en comparación con el régimen de Asad y con otros movimientos islamistas como los talibanes, lo que podría facilitar negociaciones internacionales si se promueven reformas concretas. Los nuevos líderes de Siria parecen mucho más dispuestos que los talibanes a ganarse el favor de Occidente, en parte porque HTS entiende que el desarrollo y la reconstrucción requerirán apoyo occidental y alivio de las sanciones.