El líder de facto de Siria, Ahmed al- Sharaa, tras reunirse con el Ministro de Estado de Qatar en Damasco.

El líder de facto de Siria, Ahmed al- Sharaa, tras reunirse con el Ministro de Estado de Qatar en Damasco. Ammar Awad Reuters

Oriente Próximo

La transición de Siria fragua un acuerdo de paz histórico en Oriente Medio promovido por Trump sin Europa ni Irán

Al-Sharaa busca legitimidad internacional y el levantamiento de sanciones contra Siria, un punto clave, ya que, sin la aprobación de EEUU, no podrá recibir apoyo financiero de Europa ni Catar.

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Estambul (Turquía)
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La transición en Siria es una de las piezas clave de un acuerdo de paz masivo en Oriente Medio dirigido por un Donald Trump que busca hacer historia y en el que Europa pinta más bien poco. Este acuerdo se está negociando entre los grandes poderes regionales y Estados Unidos, que han acordado erradicar el Eje de Resistencia -formado por Irán, Hezbolá, Hamás y el derrocado régimen sirio-, el terrorismo kurdo del PKK y el radicalismo islámico.

El ex yihadista Ahmed al-Sharaa se proclamó el miércoles presidente interino, disolvió la Constitución de 2012 y las facciones armadas, incluida la suya, Hayat Tahrir-Al-Sham o HTS, un primer paso para salir de las listas de terrorismo. El miércoles se dirigió por primera vez al pueblo sirio, y anunció una serie de medidas acordadas con los poderes regionales e internacionales: Diálogo Nacional, estado inclusivo e indivisible, imperio de la ley, persecución de los criminales, desarrollo de la economía y del empleo.

El compromiso de Al-Sharaa forma parte de una estrategia de Trump para mantener su poder en la región, al tiempo que escenifica una retirada, un plan de paz magistral heredado de Joe Biden aprovechando que las alianzas se han realineado. La clave la dio el analista de Defensa del Haaretz Amos Harel, a quien fuentes en Washington afirman que Trump busca ningunear a Obama obteniendo el Premio Nobel de la Paz este mismo año. Para ello, no ha dudado en prescindir de todos los expertos del Departamento de Estado y enviar a Steve Witkoff a un Netanyahu convaleciente de su operación de próstata, contra el que el magnate inmobiliario protagonizó escenas dignas de El Padrino para arrancarle el acuerdo de Gaza.

Para Malik al-Abdeh, editor de Syria in Transition, “EEUU y el Reino Unido han decidido ya, más o menos pero sin anunciarlo, apoyar a Al-Sharaa como la mejor opción en este momento”, explica a EL ESPAÑOL. Trump busca una victoria diplomática en Siria, “quiere ser visto como el hombre que lo resolvió todo, y está dispuesto a presionar seriamente a los líderes de las SDF (que colaboran con el PKK) para que lleguen a un acuerdo con Turquía”. Además, busca “un compromiso con (Recep Tayyip) Erdoğan de que apoyará un acuerdo de paz entre Siria e Israel”, vaticina.

Esta reconciliación forma parte de un acuerdo mayor con Turquía y EEUU como mediadores, que incluiría la paz entre Israel y Arabia Saudita. Al-Sharaa pasaría de “terrorista” a “hombre de paz, comparable a Arafat o Mandela”, si cede a Israel los Altos del Golán, una pérdida histórica para Damasco, de lo contrario, Occidente presionará con el separatismo kurdo, señala el analista sirio. “Han identificado tres agentes del caos en Oriente Medio: el PKK, el Eje de Resistencia y el islamismo político, que están siendo eliminados”, afirma Al-Abdeh. Por primera vez, los árabes del Golfo y Egipto, junto con Turquía e Israel, se alinean contra Irán. “Si Siria se estabiliza sin amenazar a Israel ni impulsar el islamismo político, estos actores respaldarán la transición”, pronostica.

El anuncio de un pacto entre Israel y Arabia Saudita con el objetivo de desactivar a Irán confirma que las piezas van encajando.

Washington ha dado señales positivas hacia Siria, como la emisión de una licencia para facilitar importaciones humanitarias, pero su postura sigue siendo cautelosa, señala Richard Outzen, investigador del Atlantic Council: “EEUU está adoptando un enfoque más de esperar y ver, aunque con algunas señales positivas. Estamos viendo un espectro de compromiso y apoyo a la transición, con Turquía y la mayoría de los Estados árabes ansiosos por actuar sobre el terreno y comenzar el trabajo, y Europa inclinándose un poco más en esa dirección”.

El apoyo de Washington y Bruselas a las SDF kurdas en el noreste de Siria es el factor que sigue generando divergencias y tensiones en la Siria post-Asad, asegura Outzen, “cómo transicionar de este statu quo a algo que proteja mejor los intereses de Turquía, EEUU, Siria y los propios kurdos sirios ha sido y probablemente seguirá siendo un punto clave en las discusiones entre Washington y Ankara en los próximos meses”.

La UE anunció el lunes un levantamiento gradual de las sanciones para facilitar la reconstrucción, a cambio de concesiones políticas como el respeto a las mujeres y a las minorías, en especial la kurda. La transición dependerá de un acuerdo de paz entre Turquía y el PKK (Partido de los Trabajadores del Kurdistán, considerado un grupo terrorista), que colabora con las facciones kurdas Fuerzas Democráticas de Siria (SDF) en el noreste de Siria. Este acuerdo de paz podría anunciarse en febrero.

La administración Biden intentó consolidar un marco de diálogo con Turquía y los kurdos, explica a EL ESPAÑOL Julien Barnes-Dacey, director de Oriente Medio del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores (ECFR). Pero “a menos que EEUU elimine las sanciones, el país seguirá efectivamente bajo bloqueo económico internacional”. Los europeos se muestran cautelosamente optimistas ante la posibilidad de que la caída de Assad suponga un cambio positivo, pero el trasfondo radical de Al-Sharaa es motivo de preocupación. “A pesar de su compromiso público con una transición inclusiva, la mayoría de los europeos quieren ver su cumplimiento antes de prestar un apoyo significativo al nuevo gobierno”, asegura.

Existe una división en la UE entre los que dan prioridad a la ayuda inmediata para facilitar la transición y los que quieren mantener la influencia para presionar a Al-Sharaa hacia una democracia y en el respeto a las mujeres y a las minorías. Con la investidura del miércoles, el presidente sirio avanza en su control del territorio, ya que la disolución de las facciones armadas incluye al pro-turco Ejército Nacional Sirio (SNA), y a buena parte del Frente Sur y los drusos, aunque algunas facciones se resisten y no se han reportado avances en el diálogo con las SDF kurdas. Biden se había comprometido a algunas aperturas económicas iniciales, y tal vez a Trump no le importe tener a un ex radical en el poder si lo puede controlar. Una retirada total de EEUU generaría un vacío que Rusia e Irán podrían aprovechar.

Al-Sharaa busca legitimidad internacional y la eliminación de sanciones, ya que sin la aprobación de Washington no podrá recibir apoyo financiero de Europa ni Catar, explica a EL ESPAÑOL Fabrice Balanche, experto en Siria de la Universidad de Lyon. Esos fondos son fundamentales para unificar las milicias y reclutar combatientes, aunque Catar y Turquía ya financiaron su ofensiva contra Asad de diciembre. Arabia Saudí, Emiratos, Egipto y Jordania también presionan por las sanciones, temiendo levantamientos similares en sus países dado el vínculo del nuevo régimen con el salafismo de los Hermanos Musulmanes. El islamismo radical frena también a Bruselas. “Estuve en Siria hace poco y he observado la situación de los islamistas y yihadistas. El gobierno está actuando de manera inteligente para obtener reconocimiento internacional y evitar conflictos con la población.

Pero Europa recuerda el proceso de la Hermandad en Egipto, Túnez e Irán en 1979, donde al principio actuaron con prudencia, para después imponer un régimen totalitario y expulsar a las minorías”.

Europa aborda Siria desde una óptica doméstica. Sus acercamientos a Al-Sharaa buscan más impacto interno que una estrategia real, explica el experto. Francia, Alemania y Dinamarca cerraron sus puertas a refugiados sirios tras el cambio de poder, evitando fortalecer a la extrema derecha, que ha capitalizado el sentimiento antimigración. Según Balanche, “si el nuevo régimen sirio se radicaliza, la derecha y la extrema derecha europeas lo utilizarán como argumento político”.

Annalena Baerbock envió un mensaje a sus votantes, “mostrándose como una mujer fuerte y libre que visita Damasco en pantalones, igual que los hombres. Hasta los socialistas y los verdes están orgullosos de sus valores. No creo que hubiera visitado a Mohammed bin Salman de la misma manera si quisiera negociar un contrato”, baraja Balanche. Jean-Noël Barrot buscó calmar a la opinión pública en Francia, donde el debate sobre el islam político está polarizado: la izquierda no lo percibe como un problema, mientras que la derecha sí.

En España ocurre algo similar. La visita del ministro José Manuel Albares a Damasco a mediados de enero también tuvo un propósito más ideológico y propagandístico que práctico, indica el experto. En este contexto, Europa es hoy más una potencia humanitaria que geopolítica, con gobiernos débiles y en minoría y “con una mayoría de europeos que no entienden lo que pasa en Oriente Medio y menos en Siria, son solo inmigrantes y terrorismo”. El papel de Europa en el mundo y en la región es irrelevante, y cualquier decisión se tomará en consenso con EEUU, Turquía y las potencias regionales, apostilla.

Para EEUU, su presencia en Siria y Oriente Medio es clave: protege a Israel, contrarresta a Rusia e Irán y controla rutas estratégicas como el Mar Rojo y el Canal de Suez, además de asegurar su mercado armamentístico. “¿Abandonar la región? No, no, no. Trump no quiere tropas sobre el terreno, no quiere marines muertos, pero no sacará sus manos de Oriente Medio para entregarla a los chinos” que importan la mitad de sus hidrocarburos del Golfo. Balanche no prevé una intervención como en Irak, pero Washington mantendrá tropas para asegurar su control regional, concluye.