Los últimos movimientos de la Administración Trump hacen pensar que las amenazas y las presiones han dejado de ser unidireccionales, contra las víctimas, y que reservan energías para los agresores, los rusos. El acuerdo alcanzado ayer en Arabia Saudí entre Estados Unidos y Ucrania para aplicar un alto el fuego inmediato y prorrogable de 30 días entre Kyiv y Moscú, firmado tras unas nueve horas de reunión, coloca a Vladímir Putin en una posición incómoda, con parte del territorio ruso todavía fuera de su control —Kursk— y sin avances extraordinarios en el este y el sur de Ucrania, en disputa desde 2014.
"Ahora la pelota está en el tejado de Moscú", escribe el historiador Mark Galeotti en The Spectator. "Los halcones afirman que aceptarlo significaría desperdiciar el impulso actual de Rusia, por limitado que sea, y otorgarle a Kyiv un respiro crucial para reagruparse y rearmarse". "Pero rechazarlo", continúa, "sería desaprovechar la extraordinaria oportunidad que Trump les ha dado para consolidar sus ganancias, con una quinta parte de Ucrania en sus manos, y al menos en parte normalizar las relaciones con Estados Unidos".
En Moscú, además, temen que un no active la furia de Trump. Su secretario de Estado, Marco Rubio, ha hablado abiertamente del riesgo para el Kremlin de darles la respuesta equivocada. "Nos dirá mucho", ha comentado con los periodistas desplazados a Arabia Saudí, "sobre sus verdaderas intenciones". El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, ha sido claro sobre su interpretación de estas palabras. "Podemos contar con medidas contundentes", ha comentado. "Desconozco los detalles, por ahora, pero nos referimos a sanciones y a reforzar a Ucrania".
Rubio ha explicado, también, que este pacto no está ligado a la famosa negociación para la explotación de los minerales y los metales críticos de Ucrania, importantes para la industria tecnológica, aeronáutica y militar de Estados Unidos. Y algo más: que, como piden los ucranianos, dejará de aparecer en la lista de las garantías de seguridad ofrecidas a Kyiv. Conviene recordar que la Administración Trump venía defendiendo que la sola presencia de trabajadores americanos en sus minas sería suficientemente disuasoria para los rusos.
Rubio, a su vez, ha reconocido que los ucranianos están abiertos a "hacer concesiones territoriales", a desistir en el esfuerzo de recuperar ahora todo el territorio ocupado por las tropas del Kremlin, y que Washington está listo para que los europeos participen como garantes de la seguridad del país si se alcanza la paz. "Ucrania necesitará contar con la capacidad de disuasión suficiente para evitar ataques en el futuro", ha reconocido, y cree que el alto el fuego "puede ser monitoreado".
Los rusos, entretanto, generan intriga con su silencio. "Rubio y Waltz dijeron que nos transmitirían información detallada por diversos canales sobre la esencia de la conversación que tuvo lugar en Yeda", ha declarado Dmitri Peskov, portavoz del Kremlin. "Primero, debemos recibirla". Las delegaciones de las dos potencias nucleares discutirán, según Rubio, este mismo miércoles. Washington querrá escuchar sus condiciones para la paz, a conciencia de que en Moscú cunde el miedo a llevarle la contraria a Trump.