El mundo se levantó el sábado 7 de octubre horrorizado ante las imágenes de edificios en llamas y de terroristas palestinos disparando indiscriminadamente a civiles en la frontera de Israel con la Franja de Gaza. El responsable del ataque es la organización terrorista Hamás, que aseguró haber lanzado hasta cinco mil cohetes ―las Fuerzas de Defensa Israelíes (FDI) hablan de 2.200―. El número de víctimas mortales en el lado israelí ha alcanzado las 1.200 personas la tarde del miércoles. ¿Por qué así y por qué ahora? Estas serían algunas de las claves que explican lo sucedido y lo que puede suceder en los próximos días.
¿A quién pertenece la Franja de Gaza?
La Franja de Gaza es un territorio autónomo en manos del Estado de Palestina, heredero de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) desde que el 4 de mayo de 1994 el líder palestino Yasser Arafat y el primer ministro israelí Isaac Rabin firmaran el Acuerdo de El Cairo. Se trata de un territorio vecino a Egipto con salida al mar Mediterráneo y que ha sufrido diversas divisiones para acomodar a árabes y judíos a lo largo de los años.
La actual Franja de Gaza consta de apenas 360 kilómetros cuadrados encajonados entre el mar, el Estado de Israel y Egipto, con quien comparte un pequeño tramo de 12 kilómetros de frontera. Dentro del enclave están la ciudad homónima, poblaciones secundarias ―como Rafah o Jan Younis― y varios campamentos de refugiados. Por su situación, Israel puede fácilmente cortar los suministros a la Franja si así lo considera necesario, y así ha sido en varias ocasiones ―como esta semana―. A su vez, la Franja se ha convertido en el hogar de numerosos terroristas, que han gozado de la indiferencia cuando no del apoyo de las autoridades locales.
Hay que recordar que el autoproclamado Estado de Palestina no tiene reconocimiento internacional oficial. En 2012, la Asamblea General de las Naciones Unidas lo admitió como "Estado observador no miembro". Aunque posee su propia policía y goza del apoyo de sus vecinos árabes como siempre ha sido desde 1947, su estatus legal está en una especie de limbo. Varios primeros ministros israelíes han coqueteado con la idea de construir un muro entre el territorio de Gaza y el resto del país para evitar acciones terroristas, pero, aunque sí se han construido barreras a lo largo de la frontera, su eficacia se ha demostrado muy escasa. De hecho, Israel habló el sábado de veintiún frentes activos, es decir, no se trata de una incursión puntual.
¿Quién es Hamás?
Hamás surge como organización política y militar en 1987, durante la primera Intifada, como alternativa a la supremacía de la OLP de Arafat. A diferencia de la OLP, que, sin renunciar por completo al panarabismo, centraba su lucha en la recuperación de los territorios perdidos durante la ocupación de franceses e ingleses a finales del siglo XIX y cedidos después a organizaciones sionistas para la formación del Estado de Israel, Hamás siempre ha sido activamente fundamentalista y ha defendido el terrorismo para alcanzar los objetivos de su concepción fanática del islam, tanto en Palestina como en el resto del mundo.
De hecho, Hamás calificó de traidor a Arafat tras los históricos acuerdos con Isaac Rabin y siguió con su lucha armada al margen de la propia Autoridad Nacional Palestina, a la que no reconoció durante más de una década. Estados Unidos y la Unión Europea, entre muchos otros países, incluyeron al grupo en su listado de organizaciones terroristas, aunque la decisión de la Unión Europea está aún bajo evaluación judicial.
A partir de 2006, Hamás dio el salto a la política: participó en el gobierno de la Autoridad Nacional Palestina ―uno de sus líderes, Ismail Haniya, llegó a ocupar el puesto de primer ministro― y tomó el control casi absoluto de la Franja de Gaza. Desde allí, al margen de los ataques esporádicos a Israel, que derivaron en una guerra abierta en 2009, Hamás estableció una auténtica dictadura interna, que le ha costado la vida a numerosos palestinos a lo largo de estos años.
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En los últimos años, Hamás y Fatah (heredera de la OLP) habían acercado posturas para establecer un único frente con una única voz. Es de esperar que el presidente palestino, Mahmud Abbás, perteneciente a esta última facción, salga en cualquier momento a condenar los ataques.
Operación 'Diluvio de Al-Aqsa'
Aunque, de momento, el ataque se ha ceñido a la frontera de Gaza con Israel, el objetivo declarado del líder de Hamás, Mohammed Deif, es extender la lucha por todo Israel y provocar una insurrección que llegue a Jerusalén, donde se encuentra la mezquita de Al-Aqsa, uno de los grandes templos musulmanes y emblema de la lucha por la liberación palestina en esta disputadísima ciudad.
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De ahí que el grupo terrorista haya decidido llamar a su Operación 'Diluvio de Al-Aqsa', una manera de dejar claro que sus intenciones van más allá del ataque puntual y un aviso de que operaciones similares pueden producirse en otros puntos de Israel. En el complejo de la mezquita se encuentran varios templos judíos y los conflictos son constantes. Sin ir más lejos, la semana pasada, la policía israelí desalojó a varios musulmanes del entorno de Al-Aqsa para dejar entrar a judíos ortodoxos. Es el pretexto que da Hamás para justificar el ataque desmedido de este sábado.
Israel, desprevenido
Israel, un país que desde su concepción vive en alerta constante, no esperaba un ataque como el de la semana pasada. Sus servicios secretos y su ejército gozan de una merecida fama en todo el mundo gracias a su eficacia, algo que ha brillado por su ausencia en este caso. No cabe duda de que el hecho de que nadie hubiera previsto un ataque de tal envergadura hará que rueden cabezas en las altas esferas de la defensa del estado. Obviamente, una operación de este tipo no se planea en horas ni en días. Se trata de un absoluto fracaso de la inteligencia israelí.
Aunque los conflictos en Jerusalén no justificaran un aumento de la alerta ―son el pan de cada día, desgraciadamente―, las negociaciones con Arabia Saudí para normalizar relaciones diplomáticas sí han podido suponer una motivación para Hamás. Es razonable pensar que el grupo terrorista viera en este acuerdo con uno de sus principales patrocinadores una manera tácita de resolver el conflicto entre Israel y Palestina respetando el statu quo actual, algo con lo que no están en absoluto de acuerdo.
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Este tipo de acciones, y la esperable reacción de Tel Aviv al respecto, hacen que la zona vaya a vivir una escalada de tensión que puede complicar mucho la firma de dicho acuerdo. Ni Arabia Saudí querrá dar la sensación de apoyar a Israel en pleno estado de guerra, ni Israel acabará de fiarse en estos momentos de las autoridades saudíes.
¿Qué consecuencias puede tener el ataque?
Israel tardó escasas horas en declarar el "estado de guerra" el sábado por la mañana ante el mayor ataque al Estado judío en décadas. El Ejército sigue vengándose, y bombardea el otro lado de la frontera ininterrumpidamente desde el estallido de la crisis. Pero no tiene pinta de que la cosa vaya a acabar ahí. Las FDI han anunciado el diseño de una contraofensiva contundente bajo el nombre Operación Espadas de Hierro, y el primer ministro Benjamín Netanyahu ha prometido una respuesta "que no dejará a salvo ni la última esquina de Gaza", y que "ni ellos ni los enemigos de Israel podrán olvidar en muchas décadas".
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En estos momentos, con los cadáveres aún calientes y las imágenes tan recientes, la sensación es que todo se tambalea. Israel quiere vengarse y su superioridad militar es tal que tendrá que refrenar sus impulsos para no convertir la zona en un hervidero a nivel mundial. ¿Se atreverá Israel a invadir Gaza y los territorios autónomos de Cisjordania? ¿Ocupará su ejército la parte árabe de Jerusalén? En caso de hacerlo, ¿su decisión será momentánea y circunstancial o supondrá una marcha atrás definitiva en todo lo conseguido durante las últimas tres décadas?