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¿Has estado en Holanda, o mejor dicho, en los Países Bajos? ¿Qué sabes del país neerlandés? Seguramente ahora estés pensando en sus paisajes llenos de tulipanes, sus molinos de viento o sus canales.
Claro que sí, vivan los estereotipos, que para algo están. El tópico nos dice que los neerlandeses son personas altas, directas y prácticas. Con un estilo de vida liberal, progresistas y abierto a cualquier transformación social.
Otro estereotipo que no puede faltar al hablar de los habitantes de Holanda, perdón, de los Países Bajos -me va a costar- es considerarlos ciclistas apasionados cuyo principal, por no decir único medio de transporte es la bicicleta.

¿Y qué me dices si hablamos de su gastronomía? Seguramente la percibas como sencilla y funcional, enfocada en ingredientes básicos. Pensarás en todo tipo de quesos, gofres o sus clásicas patatas fritas con mayonesa. 

Pues para destrozar tópicos y estereotipos sobre la cocina neerlandesa está Jesús Ansal, un español viviendo en Ámsterdam que en su cuenta de TikTok comparte curiosidades y anécdotas desde el país orange.

En este caso, Jesús nos enseña un curioso método para comprar comida genuinamente neerlandesa. Se trata de una especie de máquina de vending gigante, con numerosos productos a la vista de los clientes.

La particularidad de estos productos radica en que todos, absolutamente todos, se encuentran rebozados, bien cargados de aceite, que es otro rasgo característico de la gastronomía de este país.

En el propio vídeo, el creador de contenido español adquiere dos de los productos más típicos que podemos encontrar. Nos referimos a una croqueta rebozada de unas proporciones considerables, así como una salchicha también rebozada de unas proporciones no menos imponentes.

El proceso es sencillo. El comprador paga el importe del producto seleccionado, en este caso seis euros por los dos variados, y automáticamente se abre una especie de ventana cristalizada en cuyo interior se encontraba las respectivas salchichas y croquetas.

Lo mejor de todo, o en este caso, lo peor, es que a Jesús la inversión realizada parece no haberle convencido. El español reconoce que ambos productos son aceptables, de acuerdo, pero que ni mucho menos se pueden comparar con sus homólogos españoles, especialmente la croqueta.