¿Quien es el que decía que los videojuegos y la biología no se podían combinar para conseguir algo mejor de lo que existe a día de hoy para matar al aburrimiento nuestros ratos libres? Porque algunas cabezas pensantes en Stanford se lo han planteado, y con un poco de maña han desarrollado algo que podría formar el futuro de los mandos de nuestra consola: un controlador que es capaz de sentirnos, y permitir al juego adaptarse a nuestro estado en consecuencia.

Basado en el mando de la Xbox 360

Para conseguirlo, han utilizado como base el mando que ha acompañado a la Xbox 360 durante toda su generación, y gracias a la impresión 3D han creado módulos de sensores que se colocan en el mando. Y, con unas placas metálicas que se sitúan por todo el cuerpo del controlador, esos sensores son capaces de registrar datos como nuestra respiración, pulso, movimiento de nuestras manos… todas nuestras reacciones fisiológicas al juego, en definitiva.

Pero lo mejor es que esto abre la puerta a que los desarrolladores de videojuegos utilicen todos estos datos para ir adaptando factores como la dificultad a medida que el juego va avanzando. Por ejemplo, si en un juego de zombies estamos aburridos, el juego podría liberar mas o aumentar la dificultad de los existentes para darnos un verdadero reto, o si estamos demasiado cansados o alterados durante el desarrollo del juego que nos recomiende tomarnos un descanso o baje la dificultad. Los límites de estas posibilidades están donde los desarrolladores tengan la imaginación.

Fuente | Standford