Conoce a la Manzanilla de la Muerte, el árbol más peligroso del mundo
Si alguna vez vas al Caribe, cuidado con el árbol de la muerte, que como su nombre indica podría matarte.
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El conocido como árbol de la muerte es uno que quieres evitar a toda costa por muy inofensivo que parezca.
La naturaleza es peligrosa, pero si pensabas que sólo tenías que estar pendiente de los animales salvajes será mejor que lo pienses de nuevo. Hay muchas plantas que son capaces de matar de manera más eficiente que una bestia.
Posiblemente una de las más tenebrosas es la manzanilla de la muerte, y sólo por el nombre que ha recibido ya deberías saber que no te tienes que acercar a ella. Digo esto literalmente hablando, deberías mantener una distancia prudencial con esta planta.
El Árbol de la Muerte hace honor a su nombre
La especie Hippomane mancinella es propia de América, desde el sur de California al norte de Sudamérica, y también se encuentra en las islas Caribe, siendo capaz de destrozarnos las vacaciones como nadie. Entre los locales es mejor conocida como el Árbol de la Muerte, un título que le viene de perlas ya que realmente es capaz de matarnos pese a lo inofensiva que parece.
Todas las partes del árbol, que puede alcanzar 20 metros de altura, son peligrosas para el ser humano, desde las hojas hasta la savia o los frutos. Tocar la savia produce un ardor inaguantable, y no nos salvaremos aunque llevemos ropa encima ya que es capaz de quemar la tela de algodón. El mero hecho de resguardarte debajo de sus hojas en una tormenta puede acabar con toda tu piel llena de ampollas.
En cuanto a su fruta, su color no nos dice “peligro” precisamente, y se sabe que forma parte de la dieta de algunos reptiles; incluso se dice que su aroma es especialmente dulce y agradable. La médico experta en radiología Nicola Strickland también pensaba lo mismo cuando en 1999 se la encontró en una visita a la isla de Tobago.
Craso error, un pequeño bocado fue suficiente para sentir una sensación de ardor espantosa y una presión en la garganta que le dificultaba la respiración, unos síntomas que duraron unas ocho horas. ¿Cómo sabemos que eso fue lo que sintió? Pues porque Strickland sobrevivió gracias al tratamiento rápido y aprovechó la experiencia para describirla al detalle en una carta al British Medical Journal, haciendo gala de su espíritu científico.
Si hubiera comido algo más o no hubiese sido tratada tal vez no hubiera vivido para contarlo, y eso es algo que se sabe desde hace mucho tiempo; en el pasado, los nativos caribeños ponían la savia en la punta de sus flechas para detener a sus enemigos incluso aunque no impactasen en puntos vitales.