Opera, la que fuera la mejor alternativa para la web ha sido vendida y despiezada
La venta de Opera a un consorcio de empresas chinas parece que terminará completándose, pese a no haber recibido el visto bueno de los reguladores.
18 julio, 2016 17:57Noticias relacionadas
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Hoy se ha anunciado la venta de Opera, después de un primer intento fallido que ha terminado con la compañía dividida en dos.
Opera siempre tendrá un hueco especial en mi corazón, gracias a la época en la que apenas había navegadores que mereciesen la pena. Estaba Internet Explorer, que había que evitar a toda costa, por supuesto. Firefox también estaba en sus primeros años, pero aún le faltaba mucho camino por delante.
Mi elección en aquellos días fue Opera, por una sencilla razón: tenía todo lo que podía desear y más. ¿Cliente de correo electrónico? Claro. ¿El máximo control para elegir lo que podía cargarse y lo que no (imágenes, javascript, por ejemplo)? Por supuesto ¿Funcionalidades que luego copiaron todos los navegadores, como las pestañas? Más de las que podría contar.
Opera, el que fuera el navegador alternativo por antonomasia
Lamentablemente todo eso no le sirvió para vencer a Internet Explorer, ni siquiera a Firefox; aunque siempre mantuvo una porción de usuarios muy fiel, no era capaz de crecer más allá. La llegada de Chrome evidenció que lo que mucha gente esperaba era un navegador simple y rápido, y que no daba tanta importancia a las funcionalidades.
En muchos sentidos, Chrome y Opera eran el Ying y el Yang, dos conceptos completamente contrarios de lo que debía ser la navegación por la web; sin embargo, Chrome consiguió lo que Opera no pudo, vencer a Microsoft y conquistar el mercado.
La reacción de Opera como compañía no fue buena, desde mi punto de vista y el de mucha gente. El navegador sufrió su revolución particular, muchos de los miembros del equipo se fueron buscando nuevas aventuras (incluido su co-fundador y CEO, Jon von Tetzchner), y los que quedaron intentaron sumarse a la moda de los navegadores simples y rápidos.
Así nació el nuevo Opera, que básicamente era un clon de Chrome; estaba basado en el mismo código base (del proyecto libre Chromium), y había perdido prácticamente todas las funcionalidades que lo hacían único. La esperanza era que esta nueva versión atrajese más usuarios, y la promesa oficial para los usuarios fieles era que las funcionalidades extra de siempre iban a volver poco a poco.
En perspectiva, fue un movimiento a la desesperada que no funcionó nada bien. Desde entonces, Opera nunca ha sido el mismo navegador; cuando la compañía se dio cuenta de que tenía que recuperar su identidad, era demasiado tarde, aunque al menos gracias a esto vimos novedades valientes como el VPN integrado y gratuito.
Qué supone la venta de Opera
Si este artículo suena a obituario, es por una buena razón. Todo empezó cuando Opera intentó venderse a un consorcio de compañías chinas, entre las que se encuentran Qihoo 360 (antivirus, nada que ver con Norton 360) y Kunlun (plataformas y soluciones en Internet) para asegurar su futuro.
El acuerdo, con un valor de 1.240 millones de dólares, iba a ser de compra total. Sin embargo, hoy la compañía y el consorcio han anunciado que las entidades reguladoras de EEUU han impedido la venta de la compañía porque temen por la seguridad de los usuarios de Opera.
La historia podría haber terminado ahí, pero Opera y el consorcio van a volver a intentarlo, aunque para ello haya que despiezar a Opera como a un animal de granja. Así, al mismo tiempo de anunciar la decisión de los reguladores estadounidenses, se ha anunciado un nuevo acuerdo de venta por el que el consorcio de empresas se hará sólo con el núcleo de Opera, por un precio de 600 millones de dólares.
En concreto, las partes que ahora serán propiedad de empresas chinas serán: el navegador web para móvil, el navegador de escritorio, las apps de rendimiento y privacidad y la tecnología de licencias de Opera (aparte de Opera TV). Es decir, que todo lo que asociamos con “Opera”, incluido su nombre, estará en manos chinas.
Las partes que no forman parte del acuerdo formarán su propia compañía, que sólo podrá llamarse “Opera” durante un año; esas partes son Opera TV, la división de apps y juegos y la división de anuncios. Aparentemente la queja de las autoridades era que las empresas chinas podrían obtener información de empresas estadounidenses usando la división de anuncios, y por eso objetaron a la venta.
Por lo tanto, es mucho más probable que este acuerdo se consuma, y entonces Opera será propiedad de empresas chinas, que no son precisamente famosas por la privacidad de sus usuarios. ¿Podremos seguir confiando en la funcionalidad de VPN gratuita, o pasarán todas nuestras comunicaciones por China? El bloqueador de anuncios, ¿funcionará siempre, o dejará pasar más publicidad? Son cuestiones que no podemos responder aún.
No puedo evitar sentir que estamos cerca del fin de Opera. No es que no haya ya alternativas que continúan el espíritu del programa original, como Vivaldi, pero eso no significa que no pueda apenarme esta caída.