Un TIE Fighter de Star Wars con motores eléctricos es nuestro nuevo ¿coche? favorito

Un aficionado ha montado un TIE Fighter eléctrico, que puede conducir como si fuera el mismísimo Darth Vader de camino al trabajo.

¿Qué nave es más legendaria, el X-Wing o el TIE Fighter? Hubo guerras por menos, y no queremos que Omicrono sea el epicentro de una masacre. Dejémoslo en que cada caza tiene sus puntos positivos; como por ejemplo, que ambos son fácilmente distinguibles sólo con ver la silueta.

Se monta su propio TIE Fighter eléctrico

Por ejemplo, imagina que vas conduciendo, y se te aparece este TIE Fighter eléctrico en el espejo retrovisor. Seguro que inmediatamente pliegas el sistema de ayuda e intentas disparar los torpedos usando la fuerza. Es una reacción natural para cualquiera.

Este trabajo de Allan Carver provoca ese tipo de reacciones cuando lo vemos. Un caza imperial funcional, al menos para circular por una carretera sin muchos baches; no podemos ahcerlo volar, y la velocidad no es su punto fuerte. Tampoco la legalidad, y no nos gustaría tener que dar explicaciones al policía que nos pille circulando con uno de estos.

Este TIE Fighter se mueve gracias a dos motores eléctricos que su creador consiguió de unas sillas de ruedas; en sus palabras, funciona perfectamente con un mando de control remoto. La estructura consiste en un frame tubular, y la mayor parte del cuerpo en realidad es espuma; la de las alas es espuma rígida para soportar el peso del vehículo y el ocupante.

tie fighter casero 1

Pero tal vez lo más impresionante es cuando se para, y vemos que en realidad cabe una persona en su interior; no sabemos si de la altura del mismísimo Vader, pero como mínimo puede llevar el disfraz.

Después de algunos cálculos, Caver ha llegado a la conclusión de que está a escala 1:3 respecto a cómo sería en realidad. Eso es bastante grande, y no encontrarás ningún modelo a esa escala.

Y antes de que nos llenéis los comentarios. Sí, sabemos que Darth Vader no pilotaba un TIE Fighter, sino un TIE Advanced. Una licencia artística, o “no canon”, como lo llaman ahora.