Twitter está en la encrucijada. Después de muchos años improvisando, tiene que decidir qué tipo de red social quiere ser; una tarea que la compañía ha ido dejando apartada durante demasiado tiempo. El problema está en que, haga lo que haga, probablemente no le guste a nadie.
El foco se ha centrado en Twitter en los últimos días, después de que la compañía se convirtiese en la única de las grandes redes sociales en amparar a Alex Jones; el famoso conspiracionista estadounidense, propietario de la web sensacionalista InfoWars, fue expulsado o sus vídeos fueron bloqueados de varias plataformas, como Facebook, Vimeo, iTunes, o Spotify.
Twitter se cava su propia tumba defendiendo a un extremista
Jones es bien conocido por sus polémicas diatribas, en las que tan pronto habla de hombres lagarto que dominan el mundo como llama “actores” a las víctimas de tiroteos. Mucho se ha hablado del daño que estas palabras provocan en las víctimas, y de la violencia que incitan.
Sin embargo, Twitter decidió que Jones no había vulnerado sus reglas. Y el mismísimo CEO y fundador, Jack Dorsey, defendió esta postura públicamente en su cuenta personal. Apeló al entendimiento, a la libertad de expresión y al papel de los medios para desmentir las invenciones de Jones y compañía.
Desde entonces, los palos han venido uno detrás de otro. Primero, con la demostración de que Jones e InfoWars sí que vulneraron las reglas de Twitter. Algo que la propia compañía tuvo que admitir; si bien no le expulsó.
Segundo, cuando Jones usó Periscope, la app de streaming de vídeo propiedad de Twitter, para llamar a las armas y pedir a sus seguidores que luchasen contra los medios. Jones también consideró a Jack Dorsey como uno de los “buenos”. Las palabras de Dorsey se habían vuelto en su contra, y en perspectiva parecían vacías y desafortunadas.
Dejada en evidencia, Twitter no tuvo más remedio que suspender durante siete días la cuenta de Jones.
Tuits de gente que no seguimos, el plan de Twitter
Según revela una entrevista a The Washington Post, todo esto ha servido de motivación para rediseñar partes clave de la plataforma de Twitter. Dorsey afirma que están experimentando con nuevas funcionalidades que pueden cambiar la manera en la que usamos Twitter.
En concreto, Dorsey quiere evitar que formemos “cámaras de eco”; este fenómeno se da especialmente en redes sociales, donde tendemos a leer sólo lo que encaja con nuestro punto de vista. De esta forma, las redes sólo sirven para potenciar nuestros prejuicios; y no podemos entender a los que piensan de manera diferente.
Para conseguirlo, Twitter está jugando con la posibilidad de que aparezcan tuits de usuarios que no seguimos, con filosofías y opiniones muy diferentes a las que solemos leer. El objetivo es acabar con la desinformación, ofreciendo puntos de vista diferentes.
No está muy claro cómo funcionaría esto. ¿Significa eso que alguien de ideas antifacistas empezará a ver tuits con apología del fascismo? Puede que pensemos que eso puede ayudar a que los usuarios más extremistas empiecen a ampliar sus miras, pero eso también funciona al revés. Puede que los usuarios “normales” empiecen a ver ideas extremistas en sus timelines, con la excusa de no “formar cámaras de eco”. Como era de imaginar, la idea ya ha recibido duras críticas.
Los bots serán permitidos y etiquetados
Además de cambiar el timeline, Twitter también está trabajando en otros cambios. Por ejemplo, en una etiqueta para bots; en vez de luchar contra los bots, la compañía los permitiría siempre y cuando estén etiquetados como tal. Los bots son una de las herramientas más útiles de los extremistas para difundir sus ideas y atacar a los contrarios.
Otros elementos como el botón “Me gusta” también serían modificados, además del contador de seguidores; aunque no se ha especificado cómo.
Da la sensación de que Twitter está huyendo hacia adelante. En vez de atajar los problemas reales de su plataforma, parece que los está abrazando, como si fueran lo que hace especial a su plataforma.