Acudir al cine forma parte del ocio habitual de la gran mayoría de personas. No importa que se tengan unos gustos concretos, se apueste por los éxitos de palomitas o se sea un crítico que mira con lupa la escenografía y la iluminación: siempre hay una película en cartelera que apetece ver. Yo llevo meses deseando asistir al estreno de Bohemian Rhapsody, así que me alegré enormemente cuando me invitaron a un pase previo para la prensa. Sobre todo porque iba a ver la película en una de las mejores salas del mundo.
La cita fue esta mañana de jueves en Barcelona, en Cinesa de La Maquinista. La excusa formaba parte de una prueba de Dolby Cinema. Proyección en 4K Dolby Vision y sonido envolvente Dolby Atmos para disfrutar con la adaptación al cine de la historia de Queen, una banda tan icónica como icónico fue su cantante, Freddie Mercury. La combinación prometía. Y no me defraudó lo más mínimo.
Dolby Vision, una pantalla de altísimo contraste y resolución que te sumerge en la película
El cine digital mejoró la calidad de las proyecciones consiguiendo mayor nitidez, contraste y reproducción de color. Con Dolby Vision las películas van mucho más allá ofreciendo el aspecto que tendría la escena original. El resultado es una experiencia de mayor inmersión que se ve aderezada con detalles añadidos, como las dimensiones de la pantalla y extensión de la misma hasta el borde de las paredes. También con la inclusión del excelente sonido Dolby Atmos.
En términos técnicos, Dolby Vision permite proyectar vídeo en 4K con negros auténticos, colores vívidos, un contraste que perfila a la perfección cada detalle, con excelente rango dinámico y, en definitiva, con la sensación de que la realidad supera con creces la ficción. Es espectacular.
Las imágenes se reproducen con la máxima viveza e intensidad en pantalla
No había tenido el placer de disfrutar de Dolby Vision en una pantalla de cine. El salto cualitativo con respecto a una proyección digital sin Vision es enorme: se nota tras los primeros segundos de metraje. Después el ojo se acostumbra dejándose llevar por la historia para sumergirse en la imagen. No todas las películas van a disfrutarse igual con este sistema tan avanzado de proyección, pero, con la experiencia de Bohemian Rhapsody, puedo decir que el cine pensado para deleitar a la vista consigue embelesar gracias a Dolby Vision. Y lo mejor, te mete de manera más profunda en la historia ya que la imagen se proyecta con la máxima calidad.
Dolby Atmos: escucha la acción como si fueras el centro de la escena
Las sala Dolby de La Maquinista es de las pocas en el mundo (solo hay cinco en Europa) que combina la mejor imagen y sonido de Dolby. Y si bien Vision es todo un alarde en vídeo, Atmos lo es en audio. Esto es especialmente notorio en una película con una banda sonora del calibre de ofrecida por Queen. ¿Imaginas cómo sonará Queen tocando un concierto contigo en medio del escenario? La piel de gallina.
El sonido envolvente de Dolby Atmos permite colocar cualquier elemento auditivo en el espacio de la sala de cine. ¿Qué Brian May se marca un solo de guitarra detrás de la cámara? Escuchas con nitidez cada punteo. ¿El público vibrando al compás de We will rock you? Los altavoces rugen delante tuyo con las palmadas y pataleos.
Escuchar cada elemento de la acción donde toca y con el volumen justo elimina las barreras entre el espectador y la pantalla
No solo es cuestión de volumen, también de precisión. Escuchar cada elemento de la escena desde el lugar exacto donde se origina el audio consigue trasladarte a la acción, sobre todo en los momentos más trepidantes. Nunca he escuchado un concierto con una sensación tan envolvente, ni siquiera cuando he asistido a un verdadero concierto. No habrá más oportunidades de escuchar a Queen con Freddie Mercury en lo alto de un escenario, pero Atmos ofrece una buena aproximación con Bohemian Rhapsody.
Si te enamora Queen ve a disfrutar de Bohemian Rhapsody. Si solo te gustan gustan algunas canciones, también
Dolby Cinema es un prodigio técnico gracias a su impresionante imagen y sonido, pero sin una buena película detrás no podría apreciarse toda la calidad que destila la pantalla y el enorme conjunto de altavoces. Y Bohemian Rhapsody es una película que se disfruta desde el segundo uno, justo ese momento en el que suena el logo de la 20th Century Fox interpretado con guitarras eléctricas. Empiezas a vibrar al inicio y estallas de emoción con los últimos quince minutos de película.
Bohemian Rhapsody no es un biopic de Freddie Mercury por más que la trama se centre en este carismático personaje. La película gira en torno a la creación de la banda desde sus inicios hasta el concierto de Live Aid en Wembley. Más de dos horas y media que se pasan en un suspiro a pesar de que existen ciertos momentos que se hacen algo más pesados.
La película empieza y finaliza en el concierto Live Aid de Wembley, un doble evento que se celebró en 1985
La película no entra en profundidad en la vida de los artistas, tampoco en la de Freddie Mercury. Sí narra los aspectos más destacados de los personajes con especial atención en el protagonista de la banda. La línea temporal no transcurre de manera uniforme dejándose fuera algunos aspectos clave. Que nadie espere ver un documental de Queen ni de Freddie Mercury, Bohemian Rhapsody no lo es.
A pesar de que es una película orientada principalmente a la taquilla eso no implica que lo fundamental, que es la música y la caracterización, se dejen de lado. Rami Malek encarna con autoridad la figura de Freddie Mercury pese a que en algunos momentos se eche de menos algo más de fuerza en el papel. El resto de los componentes de la banda también se encuentran bien caracterizados pese a que su papel sea más tímido.
Las actuaciones durante la interpretación de la música de Queen me parecieron sumamente creíbles ya que trasladan a la sala de cine toda la emoción de los conciertos, de las grabaciones y de cada una de las interpretaciones de Queen. La voz, que es una combinación de tres cantantes, es fiel a la original, lo cual añade ese punto realista que se espera del film.
No me ha defraudado. Tiene sus momentos algo bajos y otros en los que te sube la adrenalina al ritmo de la música, pero el nivel medio de la película se mantiene en un punto notable. Con especial mención a los últimos quince minutos de Bohemian Rhapsody: son pura delicia musical y visual. The show must go on…
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