Dicen que una vez que ves una película o una serie cuando has crecido no la ves igual. Te puede gustar menos, puede gustarte más, quién sabe. Lo cierto es que estamos condicionados por la edad en estas cuestiones y podemos ver mejor o peor a un personaje u obra dependiendo de nuestra madurez. Porque si nos paramos a pensar, algunos de nuestros héroes favoritos no fueron tan santos. Algo parecido ocurre con James Bond, el famoso agente secreto 007.
Este mítico espía británico ha sido sometido a un estudio realizado por los investigadores de la Universidad de Otago en Nueva Zelanda. Y los resultados bailan entre lo esperado y lo sorprendente: según estos investigadores, James Bond es un alcohólico crónico y tiene un problema de consumo muy grave. Parece que el señor Bond va a tener que recibir tratamiento…
James Bond no es el héroe que creías: alcohólico y con problemas de adicción
Según estos investigadores centrados en la salud pública, los hábitos de consumo de la bebida favorita de Bond, el martini, no son en absoluto saludables. El análisis de su conducta fue analizado y para ello los investigadores tuvieron la ardua tarea de ver las 24 películas del agente secreto británico a lo largo de su historia, unas 6 décadas. Todo ello para analizar sus hábitos y su conducta.
El estudio determinó que Bond había participado en eventos relacionados con el consumo de alcohol un total de 109 veces, haciendo una media de 4.5 veces por película. La peor parte se la lleva Daniel Craig, el último Bond que en Quantum of Solace tenía un nivel de alcohol en sangre suficiente para matar a alguien.
El estudio es tajante en su final: “James Bond tiene un severo problema crónico con el alcohol. Debería considerar buscar ayuda profesional y encontrar otras estrategias para manejar el estrés en el trabajo”. Eso ha dolido.
Pero ¿por qué es tan grave ese problema con el alcohol de Bond? Según el mismo estudio, nuestro británico de marras cumplía 6 de los 11 criterios para considerar un trastorno grave de consumo de alcohol, según el Manual diagnóstico y estadístico de trastornos mentales (DSM-5). Nick Wilson, autor del estudio, señaló que los riesgos crónicos para Bond incluyen beber con frecuencia antes de las peleas, los juegos de apuestas altas, el rendimiento atlético extremo y el sexo con enemigos, a veces con armas o cuchillos en la cama. Esa última no la esperábamos, sinceramente.
Tampoco se iban a librar los chicos y chicas del MI6, la organización de Bond y la agencia de inteligencia exterior del Reino Unido. El foco ha sido para la organización ya que el estudio recrimina que “el MI6 debería ser una organización más responsable al referirlo a servicios de apoyo psiquiátrico o asesoramiento financiado por el trabajo para controlar su trastorno por consumo de alcohol. Estos servicios también deben determinar si tiene algún estrés postraumático después de haber matado a tantas personas y haber sido torturado con tanta frecuencia”. Esto es tangible, según el estudio de nuevo, en Casino Royale y Spectre, las dos de Daniel Craig.
Por último, y en un tono irónico, el estudio asegura que “más entrenamiento en cómo negociar con los enemigos también puede reducir la necesidad de matarlos, al igual que el MI6 impone limitaciones a su ‘licencia para matar”.
Llama la atención poderosamente que gran parte del foco de las críticas del estudio se las hayan llevado las películas de Daniel Craig, el último Bond. ¿Quizás es que en estas generaciones el cine de Hollywood incita de forma subliminal al consumo de alcohol? ¿Cumplen las producciones actuales los estándares de publicidad sobre actos obscenos y dañinos? No lo sabemos.
Lo siento, señor Bond. Ni removido, ni agitado; no hay Martini para usted.
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