No es un misterio para nadie que hay trabajos mejor y peor pagados, y que el boom de los youtubers y streamers está dando cantidades millonarias a unos pocos afortunados. No entraremos a valorar si esto es ético o no, ya que como en cualquier otro trabajo, hay quién tiene más o menos suerte. Pero, la duda queda en cuánto cobra un streamer. Pero si hablamos de cuánto cobra un streamer en momentos clave como los lanzamientos de videojuegos, la cosa va más allá.

Nos referimos a esos momentos en los que sale un nuevo juego de moda, y las desarrolladoras de videojuegos o empresas comercializadoras le hacen una promoción con los streamers del momento. ¿Qué cantidades de dinero pueden llegar a amasar? Spoiler: podemos ver hasta 50.000 dólares por una hora de juego.

50.000 dólares por una hora de juego

Según un informe del Wall Street Journal, tanto en YouTube como en Twitch los streamers profesionales más grandes y populares amasan cantidades de dinero muy altas por jugar. En juegos recién lanzados, casos en los que se hacen promociones especiales, podemos llegar a ver cantidades de hasta 50.000 dólares por jugar. Y la cosa no se queda ahí.

Estos streamers tienen una audiencia enorme, con miles de personas viendo el streaming incluso cuando este no está jugando sino haciendo otras cosas como charlar y demás. Las desarrolladoras de videojuegos saben que esta es una veta de publicidad aún sin explotar, y dada la cercanía de los streamers con su público, estos actos se reciben como sinceros más que como una acción de publicidad.

Reed Duchscher, CEO de Night Media, dijo al Wall Street Journal que los streamers con más de 15.000 o 25.000 espectadores pueden generar tranquilamente entre 25.000 y 35.000 dólares por hora de juego, sobre todo si estos son lanzamientos recientes. Puede sonar poco viendo las impresionantes cifras que mueven algunos youtubers en cuanto a visitas, pero recordemos que no es lo mismo que 1 millón de personas vean un vídeo cuando quieran y que más de 10.000 personas vean un directo.

Uno de los mejores ejemplos es Tyler Blevins, más conocido como “Ninja”. Este es el streamer de Twitch más grande de la plataforma y considerado por muchos, entre otras cosas, el mejor jugador de Fortnite del mundo. Tiene 14 millones de seguidores en Twitch, y aunque es conocido por realizar streams de Fortnit, solo haciendo un stream de Apex Legends ganó 1 millón de dólares.

El día del lanzamiento de Apex Legends, competencia directa de Fortnite, Electronic Arts pagó 12 streams el día del lanzamiento y permitió a algunos de estos jugadores a probar el juego antes de tiempo, fuera de las cámaras. Este grupo de streamers compartió sus impresiones por las redes, lo que mostró que sus streams eran contenido promocional y así provocaban más expectación.

Este programa pudo atraer a más de 1 millón de personas el día del lanzamiento al juego, y aunque el programa duró un día, Apex Legends cuenta con más de 50 millones de jugadores, pisándole los talones en popularidad a Fortnite.

Estas estrategias publicitarias no son nuevas. El mismo Ninja pasó unos días jugando a Call Of Duty: Black Ops 4 y Activision lo trajo a eventos promocionales. Otro ejemplo es el de Take-Two Interactive, que planea hacer la misma jugada de Apex Legends con el esperadísimo Borderlands 3 en septiembre.

Las plataformas incentivan todo esto. Por ejemplo, Twitch tiene un programa de recompensas para estos canales individuales para elegir eventos, juegos y demás cosas que retransmitir a cambio de un pago. El streamer de Twitch Reckful, que cuenta con unos 85.000 seguidores, ganó 4.000 dólares por simplemente retransmitir 30 minutos del Street Fighter Pro, y que su audiencia lo viera.

Estas acciones de publicidad son de lo más normales, ya que a diario millones de personas usan estos streams ya sea para entretenerse, para informarse sobre diversos videojuegos o simplemente para estar al día de la actualidad del mundillo. Las desarrolladoras de videojuegos saben esto, y están explotando este método de publicidad propio de nuestros días.

Imagen de portada | Caspar Camille Rubin en Unsplash